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Julieta Cazzuchelli [31/06/2013] 

Tomás tenía los ojos cerrados, mientras yo deslizaba mis dedos por los pocos tatuajes que tenía en su torso desnudo. Los delineaba y pensaba que me quedaría encerrada en su habitación junto a él para toda la vida. 

— Tomás... — lo llamé y él abrió sus ojos lentamente para clavarlos en mí — ¿vos, empezaste a quererme?

— yo no quiero a nadie, reina. — sentí por primera vez que mi corazón se hacía añicos y mi voz un hilo — pero, me gusta lo que tenemos, aunque no sea nada.

Nada. Nos sentábamos juntos en el colegio, a veces nos escapábamos de este, los fines de semana salíamos a robar con su banda, dormíamos juntos, pero no eramos absolutamente nada. Él no quería nada. Y yo quería todo. Pero me conformaba con esto con tan solo tenerlo aunque sea un poco conmigo.

Asentí con mi cabeza, siempre tenía que dejarme en claro que lo único que nos unía eran los robos y su cama. Yo lo quería con todo mi corazón y él acababa de darme a entender que no lo hacía. 

Me levanté de la cama y empecé a vestirme, él me jaló del brazo pero yo lo aparte bruscamente, un poco de dignidad tenía que quedarme.

— ¡dale, boluda! — exclamó y voltee a verlo, fulminándolo con la mirada — ¿te vas a enojar por qué no te quiero?

Cerré mis ojos, acababa de confirmarlo. No me quería. Volví a abrirlos y me llené de orgullo, porque no me había largado a llorar como si fuera una nena chiquita. Colgué mi mochila en mis hombros y salí de su habitación. 

— ¡anda, deberías agradecerme que cojo con vos y no con todas las que quieren conmigo!

De espaldas a él, una lagrima rodó por mi mejilla y me fui de su casa. Con el corazón hecho pedazos camine las cinco cuadras que nos separaban y al entrar a mi casa, vi a mi hermano junto a Mateo, su mejor amigo rapeando y mi cara se inundó de lágrimas. Tomás y sus amigos se la pasaban tirando frees y yo lo admiraba, se había convertido en mi persona favorita en el mundo. Pero al parecer, después de la primera vez, pasé de ser su nadir, a su nada.

— ¿Julieta?

Me habló mi hermano cuando me vio llorar y corrí a abrazarlo, quebré en llanto en su pecho y él solo acarició mi espalda. Cuantas heridas me había curado Daniel, tantas. Las mismas que causaron nuestros propios viejos. La que ahora me había causado Tomás.

— tenías razón, Daniel... — solté, como pude, con la voz completamente quebrada — tenías razón en absolutamente todo.

— ¿y esas marcas en tu cuello? — preguntó cuando se separó lentamente de mi agarre y bajé mi cabeza, siempre solía taparme con la campera de Tomás, pero hoy la había dejado en su casa — ¿no te alejaste del pibe ese, no? — negué con mi cabeza — ¡¿estás saliendo con el bardo ese?

— ¡no, no estoy saliendo, solo...!

— ¡pendeja, te está usando como hace con todas! — me interrumpió en un grito y solté un sollozo — ¡lo único que va a hacer ese pibe, es arruinarte!

 [30/09/2020] 

Esa fue la primera vez que lloré por él. La primera vez que Tomás Campos rompió mi corazón, la primera de tantos. Ese dolor que en ese momento creí inmenso, no era nada comparado a todo el que vino después. Mi hermano siempre tuvo razón, pero solo unas palabras que me decía Tomás, bastaban para que caiga de nuevo en su hechizo. Mi hermano solo intentaba protegerme. Y yo no le hice caso. Por eso hoy no tengo corazón.

Estrujé la campera gris entre mis brazos y apreté mis ojos nuevamente, tomé un papel que había en el suelo y una lapicera que siempre llevaba conmigo, porque en este infierno lo único que hacía era escribir y empece a hacerlo:

"Él. Él fue el primero que me miró, que me aceptó por lo que soy, con mis defectos y virtudes. Que me vio. El primero que intentó tenerme, el primero que lo consiguió. Y él primero que se fue. Solo pido que en la próxima vida, si nos volvemos a encontrar, no vuelva a romper mi corazón. Que en esa sí tengamos nuestro final feliz, en esta ya no es posible. Todos me avisaron que me iba a arruinar, pero que lindo fue arruinarme con él."


























Nadir | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora