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Julieta Cazzuchelli. [04/09/2020]

Podría seguir escribiendo sobre el año 2016. Sobre como sufrí por él y como me dolió el corazón, pero mejor es saltarnos dos años después. Cuando nos volvimos a ver.

[21/03/2018]

Escuché a Manuel empezar a llorar, me levanté de un salto de la cama y corrí hacía la cuna de mi hijo, que quedaba a unos pasos de mi cama.

Movió sus brazos para que lo alcé y a pesar de que lo hice, no se tranquilizo. Supuse que tenía hambre así que levante un poco mi remera y lo acomodé entre mis pechos para que pudiera alimentarse. Sus dientes comenzaban a salir y a mí eso me lastimaba. Pero, es un dolor barato que tengo que pagar por tener un hijo, lo más importante que tengo al día de hoy.

— ¿amor? — me buscó Mateo, por toda la casa — acá estas. — dijo cuando me encontró y le regalé una sonrisa — ¿no dormiste nada, no? — negué con la cabeza y mi hijo me indicó con sus manos que no quería más leche, me acomodé la remera y volví a dejar a Manuel en su cuna, ya calmado — ¿querés que te prepare un café?

— por favor.

Mi novio asiente con su cabeza y va hacía la cocina. Suelto un largo suspiro después de tragar saliva. Sí. Mateo y yo estábamos de novios, viviendo juntos. Él me ama y yo amo a mi hijo. Quiero lo mejor para él y lo mejor para Manuel es un padre. Mateo quiere serlo. Desde que se enteró que estaba embarazada que me apoyó, no como él. Como Tomás, quien quiso hasta venderlo.

Entré a la habitación y abrí la mesa de luz, saqué un sobre llena de fotos y una lágrima rodó por mi mejilla al ver una foto de mí con Tomás.

Entré a la habitación y abrí la mesa de luz, saqué un sobre llena de fotos y una lágrima rodó por mi mejilla al ver una foto de mí con Tomás

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Me ahogué en lágrimas, no quise que Mateo me escuche llorar nuevamente por Tomás. El causante de mi insomnio. Pero, él no sabe que dos años no fueron suficiente para olvidarlo. Que todavía lo quiero. Lo amo. Que a pesar de todo es el papá de Manuel y que cada vez que lo cargo en mis brazos, es como si lo estuviese viendo a él.

Tomás es de esas personas que te marcan y se van, con la diferencia, que la que se fue, fui yo. Me dio a elegir y elegí a mi hijo, por sobre todas las cosas. Y aunque me costo perderlo a él, al amor de mi vida, no me arrepiento.

Escuché sonar el timbre y guarde rápidamente la foto dentro del sobre. Me levanté del suelo y me dirigí a la sala. Tragué saliva y negué con la cabeza. Esto no podía estar pasando.

— ¿qué haces acá? — caí en la realidad, al escuchar el tono enojado de Mateo — ¿qué mierda haces acá, hijo de puta?

— cerra el orto. — lo escuché hablar y mis ojos se llenaron de lágrimas, una vez más, volvía a ser débil ante él — ¿podemos hablar? — se dirigió hacía mí esta vez, Mateo negó con su cabeza y Manuel volvió a llorar. — Julieta.

— no puedo hacer esto ahora. 

Respondí, en un hilo de voz y corrí a mi habitación, donde se encontraba la cuna de mi hijo, quien no paraba de llorar. Lo tomé en brazos y cuando me dí vuelta, me encontré con Tomás en el marco de la puerta, sus ojos también estaban llenos de lágrimas. 

— ¿ese es...?

— Manuel, tu hijo.

[04/09/2020]

Apreté el lápiz con el que estaba escribiendo a tal punto, que lo partí a la mitad. Suspiré y volví a fijar las notas en mi cuaderno. Maldigo el día en que volví a encontrarme con Tomás Campos, ojalá nunca hubiese tocado la puerta. Solo con tocar el timbre, me arruino la vida.


Nadir | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora