Capítulo 14

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Se despertó únicamente por el teléfono de su casa

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Se despertó únicamente por el teléfono de su casa. Este quedaba muy cerca del sofá en el que se quedó dormido, por lo que no fue tan grato despertar con ese sonidillo molesto que provocaba cuando llamaban.

—¿Hola?

—¡Jack, ayúdame es urgente!

Se le fue el sueño en cuanto escuchó la alarmista voz de su prima—. ¿Emma, que sucede?

—¡Estoy en problemas!, ¡muchos, muchos problemas!

—¡Dime! ¿estás herida?, ¿estás en peligro?

—¿Qué? ¡no!, ¡ven a casa y ayúdame con un proyecto!, ¡voy a reprobar y mamá va a matarme!

El alma del peliblanco volvió a la tierra y así mismo se enojó por un microsegundo antes de reírse de las estupideces de su adorada Emma—. Tú vas a matarme de un susto algún día, ¿sabías eso?

La castaña en su casa se tiró al sofá mientras se reír de su pequeña broma—. ¿Entonces vas a venir?, hace mucho no estás aquí. ¡Quiero verte, patito!

—De hecho, planeaba ir ahora... ¿está mi tío en casa? Necesito hablar con él.

—Ah, me temo que no estará hasta por la tarde. Está trabajando en un proyecto de la construcción del nuevo centro comercial, así que últimamente está ocupado con eso.

—Ya veo. — Miró en dirección a las escaleras cuando escuchó las pisadas de su princesita—. Entonces nos vemos ahora. También quiero verlos.

—¿Vas a ayudarme?

—Depende de qué necesites, Emmie, pero sí; cuenta conmigo. Los veo pronto.

Terminó la llamada dejando el teléfono en su lugar. Tomó la mano de su pequeña que esperaba pacientemente que él terminara de hablar y la elevó sentándola en sus piernas.

—Buenos días, mi vida —besó su fuentecita.

—Papi, tengo hambre —la niña se paró y caminó por el sofá para ponerse a espaldas de su padre, rodeando sus hombros con los brazos—. ¿Podemos hacer panqueques juntos?

Jack tomó sus piernas y la cargó en su espalda al levantarse—. ¡Hagamos panqueques entonces!

Se alegraba que su niña se encontrara más activa, aunque a veces recaía, con ese estado la pediatra autorizaba que podía ir a la escuela. La cuidarían siempre con las medidas que les proporcionó la profesional.

Comenzó a cocinar junto con su pequeña disfrutando de su recuperada sonrisa y la energía que poco a como volvía a su cuerpo. Ella pasaba los ingredientes y él se aseguraba de mezclarlos bien. Adi escogió las frutas que llevarían los panqueques e hizo una montaña de crema batida. Jack no podía negarle el dulce en su desayuno, la veía feliz y eso le llenaba el corazón.

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