Capítulo 7

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Horóscopo

— ¡Eres un completo idiota, Jackson Frost!

Cerró los ojos por impulso al escuchar el estridente chillido de su esposa, la cual parecía una furia salida del tártaro. Frustrándole la oportunidad de al menos terminar su día de mierda de una buena manera.

— ¡¿Te das cuenta la hora que es?! — lo quiso empujar colocando las manos en su pecho, haciéndole retroceder por voluntad propia para que no llegara a desestabilizarlo de alguna manera — ¡Nunca te tardas tanto! ¡¿Dónde mierda estuviste?!

Bueno, de alguna extraña y peculiar forma se preocupaba por él, pero como le irritaban esos gritos.

Dejó escapar de sus pulmones una enorme cantidad de aire en un malogrado suspiró de desaliento, ni siquiera recogía la fuerza necesaria para querer contestarle.

— No medí el tiempo, Mer. No es para tanto — se abstuvo a rodar los ojos mientras caminaba escaleras arriba — Y deja de gritar, como dijiste, es tarde. Tus gritos se escuchan como si estuvieras en un anfiteatro.

— ¿Dónde estuviste? — preguntó por segunda vez, cada vez más enojada que la anterior.

Jack volteó a encararla brevemente mientras iba en su camino a la habitación.

— Fui a beber, ¿sí? No tuve un buen día, ya te dije que no medí el tiempo, no es que tuviera la intención de preocuparte por nada.

— Ni siquiera respondes el maldito teléfono —Jackson podía jurar que poco a poco a su esposa se lo formaban cuernos, cola, capa roja y aparecía un pequeño tridente en su mano. Con fuego y almas rogando auxilio a su alrededor.

— Se acabó mi batería.

— Que conveniente.

Continuó subiendo las escaleras recitando en voz inaudible "Que conveniente" con una vocecita chillona e infantil y haciendo muecas. Parecía un crío haciendo esas cosas, pero lo prefería a soltar la sarta de tontería que realmente se implantaban en su mente.

— ¿Cómo siguió Adi? — comenzó a cambiarse la ropa por lo primero que encontró para estar más cómodo.

— ¡Ella sigue igual, Jack! — estalló siguiéndolo por las escaleras — ¡Y tú vas a beber como si no tuvieras responsabilidades aquí!

El hombre comenzó a respirar profundo, todo lo que pudiese para no estallar en un verdadero desastre — ¿En serio crees por un segundo que he olvidado el estado de mi hija? ¿Piensas que no he pensado en eso cada segundo de mi día, Mérida?

— Pues tal parece no, Jack...

Prefería ser sordo antes de escuchar esa mierda de nuevo, y deseaba que su paciencia fuera infinita. ¡Oh, como deseara que lo fuera!

— Si me crees, bien, si no — miró por encima de su hombro a su esposa enfurruñada — Créeme, me da igual.

— ¡Eres un...!

— Iré a ver a Adi — continuó cambiándose esperando a que ella desapareciera por la puerta de su habitación.

Merida no se dio por vencida — Esto es tan típico de ti, ¡siempre quieres evadir las discusiones!

— Porque siempre peleas por algo sin sentido — restregó sus manos con el agua fría del grifo de su baño, se colocó una camiseta blanca sin mangas para después volver cara a cara con Merida — Ya te dije lo que hice y porqué me tardé, no fue mi intención preocuparte.

— Tú nunca bebes, Jack — cruzó sus brazos sobre su pecho, enarcando una ceja inquisitivamente mirándole fijamente — Al menos hubieras avisado antes que lo harías.

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