Un capricho
Sentado en el sillón con su pequeño tesoro en brazos, acarició sus bonitos rizos pelirrojos perfectamente definidos mientras veían la televisión. Su hija apenas comenzaba a comer y a tomar gusto por la comida, preferencialmente las frutas. Eso había devuelto algo de color a su agotado rostro lleno de pecas.
— No te duermas, princesa, aun no es tiempo.
— Estaba descansando mis ojitos papi.
— Ya dormiste un rato— la sentó a su lado—. ¿Quieres algo de comer?
Su pequeña asintió apenas, y por mucho ese pequeño gesto alivió a su padre—. ¿Hay yogurt? Mi abuela siempre me da eso en la tarde...
— Si hay, ¿qué tal si parto un poco de fruta también? ¿quieres?
— Poquito... es que no quiero comer mucho...
Besó y abrazó a su tesoro, sacándole una sonrisita preciosa que le iluminaba la vida—. Lo bueno es que mejoras, poco a poco — se levantó del sillón, haciendo que ella lo siguiera para que no se quedara mucho tiempo en reposo—. Luego podrás empezar la escuela de nuevo, jugar con tus amiguitos...
— ¿Ya puedo ir a la escuela?
— En tu próxima cita con la pediatra lo sabremos, princesa... ¿ya te aburriste de estar en casa de la abuela?
— A la abuela no le gusta que yo vea caricaturas, dice que son diablodicas — enfurruñó su carita al cruzar los brazos—. Solo mi abuelo Fergus juega conmigo, pero luego va a trabajar y me aburro.
Se sintió un poco mal por su hija al tener que convivir con una abuela tan amargada, pero sabía que en le enseñaba algunas cosas, como: bordar y tejer, al menos... igual de aburridas, a su parecer; pero podía desarrollar algún gusto por ellas. Se planteó por poco dejarla unos días con sus tíos, y así tener una excusa perfecta para visitarlos, pero ellos no vivían lo suficientemente cerca como para hacerlo; o pedirles de favor que cuidaran unos días a su hija, sabía perfectamente que, si le pedía eso a su tía, ella no se negaría por nada del mundo. Pero la distancia era mucha.
La puerta principal se abrió, dejando pasar un suspiro enorme y luego el sonido hueco de tacones siento arrojados con furia al suelo —. ¡Llegue!
— ¡Mami! — llamó su niña desde la cocina, quien camino para encontrársela en la sala de estar.
— ¡Mi amor! ¿cómo estás, belleza?, ¿te sentiste mejor ahora?; ¿qué hacías en la cocina?, ¿quieres que te prepare de comer, corazón? — la atacó con varias preguntas al mismo tiempo que se ponía en cuclillas para besarle todo su rostro. Se encaminó del lugar que provino su pequeña, encontrando ahí a su esposo —. Hola, Jack. ¡Uh, manzana!
Jack le pasó un trozo de la fruta antes de meter el resto en el tazón que preparaba para su niña —. Hola Mer... ¿cómo estuvo tu día?
— Igual que otros días — se sentó exageradamente en la silla de la mesa, moviendo un poco sus pies cansados—. ¿Te había dicho que odio los tacones?
— Es tu lema, de hecho — rió, dándole a su hija el yogurt y la fruta, sentándola en la mesa al lado de su mamá—. Debo ir a prepararme.
— Cierto... no me acostumbro a que trabajes de noche, ¿no es aburrido?
Lo pensó un poco, antes de poder contestarle certeramente—. No, más bien es cansado, pero no lo hago más aburrido solo por eso. Hay una chica embarazada, y un señor un poco mayor en mi clase, ellos siempre están atentos y preguntando. Creo que vale la pena esforzarse por ellos.
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LOVER
أدب الهواةCuando la historia se mezcla con el arte, los acontecimientos son impresionantes. Jackson Frost, un profesor de historia muy querido por sus estudiantes en el Instituto Disworks. Padre de su bella niña Adi y esposo de Mérida, una mujer a quien no am...