Capítulo 21

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La atmosfera de la casa entere se tornó oscura, pesada, el aire que circulaba entre ellos dos era frío y cortante

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La atmosfera de la casa entere se tornó oscura, pesada, el aire que circulaba entre ellos dos era frío y cortante. Se dio cuenta de que admitió algo terrible. Toda la habitación fue ocupada por el crudo silencio que reclamó su espacio antes del desastre. Esa mirada furiosa y confundida observándole como un demonio desde ese lado de la sala. Sabía la cantidad de problemas, disputas, insultos que se ganó en el instante que él abrió su boca para decir algo como eso. Sobre todo, era consciente del daño horrible daño que había causaba.

No era una verdad cualquiera. Había sido infiel. Admitirlo tampoco fue sencillo, no, sentía que de sus labios brotaba ponzoña. Sin embargo, prefería mil veces a que ella lo supiera de sus labios venenosos a que se diera cuenta ella sola, que hiciera algo mucho peor como un escándalo por la calle si fuera de esa forma. Veía todos los escenarios posibles y ninguno era bueno para ellos, tampoco quería perjudicar Elsa, ella no tenía nada que ver con su decisión, no tenía que cargar con su culpa.

Escuchó como ella emitió un sollozo, un sonido de frustración y rabia.

—Repítelo —masculló, apretando sus dientes con fuerza. Su voz temblaba de ira y por las próximas lágrimas que saldrían de sus ojos—. ¡Repite esa mierda, Jack!

Ni siquiera sabía cómo podía verla a los ojos, o hablar. Mierda, no sabía qué hacer realmente. Jackson se puso de pie, solo presenciando el desastre que causaba.

—¿Desde cuándo fue eso? —volvió a cuestionar la mujer frente a él—. ¡¿Cuántas veces hiciste eso?!

—Mérida... —se detuvo cuando su mejilla recibió una merecida cachetada que lo hizo guardar silencio por un segundo. Él susurró muy suavemente—. Lo siento...

La pelirroja lo empujó tomando su camisa entre los puños de sus manos mientras intentaba procesarlo con lágrimas comenzando a brotar de sus ojos. En ese instante no sabía ni siquiera sabía cómo estaba controlando todo lo que sentía. Quería gritarle, sentir asco, odio, quería empujarlo lejos de ella. Quizá la impresión de que eso estuviera pasando le impedía reaccionar por completo. Sin necesidad de que ella insistiera demasiado le confirmara que estuvo con alguna perra ofrecida. ¡Qué maldito asco!

El estómago le ardía al sentir ese vacío, y aun sintiendo ese vacío le aturdían las ganas de vomitar. Quería por un segundo creer que sus sospechas no eran para nada ciertas, que era solo él cambiando sus rutinas o siendo alguien nuevo. Era mejor haberse quedado con la duda y no saberlo. Fue tan imbécil de decírselo el mismo. ¡Se lo dijo como si nada! ¿Acaso no pensó por un segundo lo que ella sentiría? La pelirroja tuvo un ataque de pensamientos horribles en ese momento. Su mano le picó cuando lo abofeteó en cuanto escuchó una disculpa de su parte. Una disculpa. Una maldita y miserable disculpa.

—¡No mereces nada! ¿En serio crees que una disculpa de mierda será suficiente? —arrastró su melena hacia atrás, riéndose con un tono amargado, decepcionada—. ¿Lo siento? ¡¿Es todo lo que malditamente vas a decir?! ¡"Estuve con otra mujer"! ¡Me das asco!

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