Miraba a su adorada pequeña jugar. La observaba con adoración, su corazón gozaba al ver que su pequeña copia era tan feliz, ahora estaba tan saludable y reía con vigor. Ella tenía una madre que la adoraba y un padre que daría su vida por su sonrisa. Esa era la vida que su adorada hija debía seguir teniendo, era lo que había planeado.
Su vida, su hija... su esposo.
Sabía que no era perfecta, es más, podía admitir su papel como esposa no le quedaba nada bien y no era más que una hoja firmada legalmente. Su carácter, como siempre, era su mayor problema. Quizás era la maldición de las pelirrojas tener un temperamento del demonio. Pero culpar a su cabello era ridículo.
Apretó sus dientes, su pecho se hundía sofocando su lamento. Quería gritar, llorar, mandar todo a la mierda. En su mente había un torbellino, suplicaba que el dolor parara y su llanto cesará. En apariencia, era una madre solo observando felizmente como su hija jugaba con sus tíos. Su dolor era para ella, solo para su corazón. No se atrevió a decir nada a nadie, cuando su madre preguntó la razón de sus ojos hinchados, su respuesta fue: una pelea, nada grave.
—Eres demasiado tonta, Merida —le había dicho su madre— tu matrimonio con ese inepto es un fracaso, ¿Siempre estarás peleando con Jackson?
No respondió.
—¿Por qué pelearon está vez?
—Nada importante.
—¿Ah si? —se río con sorna— ¿Por que llorabas entonces? ¿Por nada? Tu matrimonio se cae a pedazos y estoy segura que es culpa tuya.
Ni siquiera tenía ganas de decir nada. Con un suspiro, admitió:
—Sí, es mi culpa.
Al menos su cabeza así se lo decía. Creía que parte de todo este desastre era su culpa. Pero aún así... A pesar de todo, había querido a Jack, nunca le fue infiel, y contra todo lo malo de su maldito temperamento de pelirroja, creía que merecía el mismo respeto para ella. Fidelidad, lealtad. Pero al parecer, eso no aplicaba para ella.
La relación con su esposo... ¿Tenía que seguir llamándolo esposo?, sabía que todo eso era sexual nada más. Sus peleas se resolvían con buen sexo y listo. Le dolía profundamente que no fuera más que eso, porque lo amaba. Tal vez, su comportamiento errático con él se debía al hecho que sabía que él nunca la amaría de esa manera. Era tan frustrante. Le dolía pensar en eso. Quizás su amor no era suficiente, el de él iba dirigido hacia su hija y nada más.Una parte de ella, en lo profundo, sabía desde siempre que Jack la quería, más no la amaba. Él no quería casarse, había prometido hacerse cargo de ella y su bebita, pero insistía en que no era necesario casarse para hacerlo. Ella estuvo de acuerdo, hasta que ambos cayeron en la manipulación continua de su madre, los hacía sentir tan culpables que ambos se sintieron con la obligación de continuar lo suyo. Para ella no había sido nada difícil, no era perfecto pero ambos lo habían hecho funcionar. Funcionaba y eso estaba bien. Su hija era feliz con ellos juntos. Tenían una vida regularmente tranquila. Funcionaba, tanto como la palabra lo describía.
Su pecho se contrajo.
Respiró profundo.
Exhaló.
No funcionó.Se levantó de la toalla en la que había estado sentada durante vario minutos observando a su hija. Su madre se sentaba bajo la sombra de la sombrilla de al lado y su padre estaba junto a otros señores mirando lo que parecía un partido de baloncesto.
—Chicos —se dirigió a sus hermanos— Por favor cuiden de Adi, enseguida vuelvo.
—¿A donde vas? —pregunto su madre.
—A mi habitación, olvide el medicamento de Adi y el protector solar, iré a traerlo.
Su madre solo asintió y volvió a relajarse.

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LOVER
FanfictionCuando la historia se mezcla con el arte, los acontecimientos son impresionantes. Jackson Frost, un profesor de historia muy querido por sus estudiantes en el Instituto Disworks. Padre de su bella niña Adi y esposo de Mérida, una mujer a quien no am...