La presentación del libro había sido un éxito, la sesión de autógrafos era intensa.
Cuando quedaban en la línea diez personas, el solicitante en turno puso su libro sobre la mesa y lo mantuvo cerrado recargando en él la palma de su mano derecha.
Ignacio Aldama, el autor, de forma mecánica intentó abrirlo para escribir la dedicatoria, pero al no poder hacerlo levantó el rostro para interrogar a quien así se conducía.
- ¿Me permite? –Pidió el escritor-
- Me interesa su dedicatoria -Dijo el aludido liberando el libro-, pero también necesito platicar con usted de un delicado asunto.
Se trataba de un sexagenario caballero de enjutas carnes, de marcados rasgos indígenas, en impecable traje y corbata.
Aldama tomó el libro y preguntó.
- ¿A quien lo dedico?
- A Elías H. García
- Bien señor García –Aldama comentó mientras escribía-, si puede esperar platicaremos en cuanto termine con las dedicatorias.
- De acuerdo... gracias.
Media hora más tarde se inicio la peculiarmente concertada reunión.
- Finalmente podremos charlar –dijo Aldama con amabilidad-, disculpe que lo haya hecho esperar pero no podía suspender la sesión de firmas.
- No se disculpe, he estado muy a gusto viendo el interés de los lectores en su trabajo.
- Nunca terminaré de agradecer tanta amabilidad de tanta gente, es realmente muy estimulante saber que hay quienes se interesan en lo que hago.
- Puedo asegurarle como su lector, que somos nosotros los que le estamos agradecidos por darnos una visión de la historia que nos permite creer en un mejor futuro para nuestra nación.
- Gracias por sus conceptos, pero no, mire, no hay nada que agradecer, al escribir yo también he comprendido nuestra historia de manera diferente y el mérito no es mío, sino de quienes compartieron conmigo sus vivencias y lo que les transmitieron sus antepasados, para que yo pudiera producir una versión de lo sucedido más comprometida con la verdad que con los invasores.
- Producir una versión de lo sucedido más comprometida con la verdad es un gran mérito, y es en reconocimiento de ese mérito que estoy aquí.
- Estoy listo para escucharlo, diga usted.
- Mi nombre es Elías García, llegué hoy a la ciudad con el único propósito de platicar con usted sobre un asunto vinculado con esa reivindicación de los pueblos autóctonos de Mesoamérica que ha propuesto en varios de sus trabajos.
- Sigue creciendo mi interés por escucharlo.
- Captar su interés es precisamente mi primer objetivo, mire, el asunto es muy largo de planteamiento y sumamente secreto.
Por esa razón no puedo en este instante darle toda la información necesaria.
Entiendo que no puedo pedirle que confíe en mí ya que soy un total desconocido, por eso me empeñé en buscar el aval de una institución conocida por usted.
Logré que me prestaran una oficina en la sede de la Gran Logia del Valle de México, en donde le propongo que nos reunamos mañana por la mañana.
Ahí tendremos todo el tiempo y toda la privacidad que el asunto amerita.
- ¿Por qué en la Logia Masónica?
- No es un asunto relacionado con los trabajos de la logia, pero pensé que eso le daría a usted la confianza de que lo que diré es serio y no una tomadura de pelo.
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LA SOCIEDAD SECRETA
Historical FictionEste relato da testimonio de la existencia de una sociedad secreta creada por orden del emperador azteca Cuauhtémoc, que preserva hasta nuestros días los conocimientos de las civilizaciones autóctonas del Continente Americano. RENÉ IGNACIO GARCÍA FE...