CAPÍTULO 7. LOS PARAMILITARES.

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 - ¿Profesor Elías García?

- Sí don Ignacio, a sus órdenes.

- Profesor, mi hija acaba de ser raptada, parece que los culpables son los mismos del campamento.

Necesito que me ayude nuevamente a recuperarla.

- Por supuesto que lo ayudaremos, cuente con que pondremos en juego todos nuestros recursos.

Mandaré a una persona por ustedes para traerlos a nuestro centro de operaciones, desde aquí coordinaremos todo.

¿En donde están?

Aldama dio toda la información requerida y media hora después, él, su esposa y su hijo Arturo, estaban a bordo de un auto compacto circulando por la avenida Juárez frente a la Alameda Central.

- ¿Dónde nos lleva? -Preguntó Aldama al conductor-

- A una oficina que tenemos en un edificio de la colonia Anzures, ahí contamos con todo el equipo necesario para coordinar labores de búsqueda y rescate.

- ¿Son algún tipo de policía?

- Somos un grupo con experiencia militar al servicio exclusivo de nuestra cofradía.

Desde hace muchos años decidimos prepararnos para contar con una fuerza de reacción y comenzamos a entrenar a cientos de personas en todas las disciplinas necesarias.

Pero fue hasta hace un año en que integramos un pequeño grupo operativo para trabajar bajo las ordenes del profesor García.

Antes de eso todos estábamos separados y trabajábamos en cuerpos del ejército o de la policía, de hecho provenimos de varios países y nunca nos habíamos visto antes.

- Entonces, usted forma parte de ese grupo.

- Sí, mi nombre es Francisco Esquivel y dirijo el grupo.

- ¿Cuántos son?

- Veinticuatro en total, incluyendo al profesor, doce analistas de logística, diez comandos y su servidor.

En la Ciudad de México tenemos más de cien reservistas que podemos activar en cuestión de dos o tres horas y en el resto del país tenemos más de quinientos.

- ¿Y que están haciendo para localizar a mi hija?

- Mucho, pero aún sin resultados.

- ¿A qué se refiere cuando dice mucho?

- De las cámaras frente a su hotel obtuvimos la descripción del vehículo y como en esas tomas no pudimos leer la matrícula estamos revisando todo lo que captaron las cámaras de vigilancia a cuatro cuadras a la redonda, ya intervenimos el teléfono de usted y de su esposa y estamos listos para localizar el teléfono del que reciban llamadas, adicionalmente, para poder desplazarnos con rapidez tenemos un helicóptero en el techo del edificio y en el sótano cuatro camionetas y tres autos.

- Se escucha bien –dijo Aldama con poco entusiasmo-, solo espero que funcione.

- Funcionará, puede estar seguro.

Durante los siguientes quince minutos todos guardaron silencio y la tensión creció.

Inesperadamente pero sin atropellamientos, el auto entró a un estacionamiento subterráneo y desde ahí tomaron el elevador.

Cuando se abrió la puerta en el octavo piso encontraron al profesor García parado justo frente a ellos.

- Bienvenido don Ignacio... señora... Arturo, pasen ustedes por favor síganme.

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