Eran los primeros días de Octubre cuando Nancy Ellis arribó a la Ciudad de México para entrevistar al obispo Calderón.
El obispo se mantuvo reservado y a la defensiva.
Para darle la idea de que su interés estaba concentrado en la congresista, Nancy le pidió la dirección de los padres naturales de Ica y le comentó que los visitaría, aunque en realidad no planeaba hacerlo.
Calderón le creyó e intentó aprovechar la oportunidad para usarla como caballo de Troya.
Con esa idea en mente dos días más tarde por medio de su secretario le ofreció auto y escolta para llevarla a Usila.
El rechazo fue inmediato bajo el pretexto de que había recibido la orden de regresar a Washington, cosa que no hizo.
Lo que sí hizo fue contratar un taxi por tres días para seguir a Calderón, pero solo conoció su diario recorrido entre el obispado y su domicilio.
Ante tan áridos resultados decidió buscar a Dulce María Aldama.
Marcó el número telefónico que le había proporcionado en Washington cuando contrató el anuncio pero ya no estaba en servicio.
Temió que la dirección en Querétaro fuese falsa, pero como no tenía otra información se desplazó hacia allá de inmediato.
Encontró la casa sola pero dejó su tarjeta con una amable y comunicativa vecina quien le confirmó que ese era el domicilio de los Aldama.
- ¿Bueno...?, ¿Dulce?
Te habla Rebeca, tu vecina de Querétaro.
- ¡Ah sí!, claro, sí Rebeca, dime.
- Te llamo porque hace un rato te vino a buscar una periodista norteamericana de nombre Nancy Ellis.
Dulce María se conmocionó al límite de su capacidad de control y no atinó a contestar de inmediato.
- ¿Dulce?, ¿estás ahí? –Insistió la vecina-
- Sí Rebeca, perdón, sí la conozco
¿Te dijo que quería?
- No, pero me dejó su tarjeta, ¿quieres su número?
- Sí por favor.
Cinco minutos después, Ignacio Aldama estaba platicando con Ellis.
- Señorita Ellis, le habla Ignacio Aldama, nos acaban de avisar que trató de localizar a mi esposa en Querétaro y me estoy reportando con usted para ponerme a sus órdenes.
- Estoy haciendo un reportaje sobre la congresista Mitchell y deseo saber si usted y su esposa podrían concederme una entrevista para comentar al respecto.
- Si tuviéramos algo que comentar lo haríamos con mucho gusto, pero no conocemos lo suficiente a la señora Mitchell.
Así que no podemos opinar ni comentar sobre ella.
- Sin embargo la congresista sí los incluye en su círculo de amigos más cercanos –enfatizó Nancy-
Me comentó de su cercanía con su hija Anna y que fueron secuestradas juntas.
Aldama calló desconcertado, no entendía como es que Ica había revelado esa información.
- ¿Señor Aldama?, ¿sigue usted ahí?, ¿me puede conceder la entrevista que le pido?
- Sí, sí, sigo aquí y creo que lo mejor es que platiquemos, ponga usted lugar y hora.
- Hoy a las siete de la noche en el restaurante Franklin de la Ciudad de México, ¿lo conoce?
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LA SOCIEDAD SECRETA
Historical FictionEste relato da testimonio de la existencia de una sociedad secreta creada por orden del emperador azteca Cuauhtémoc, que preserva hasta nuestros días los conocimientos de las civilizaciones autóctonas del Continente Americano. RENÉ IGNACIO GARCÍA FE...