CAPÍTULO 18. ICA CONOCE LA HISTORIA DE SU PADRE.

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   Con la cabeza en el regazo de su madre, Ica estaba viviendo la fantasía de nunca haber salido de Usila y tener nuevamente diez años.

No era así, ella tenía sesenta años, era de nacionalidad estadounidense, viuda con hijos y nietos que hablaban solo inglés.

Pero estaba reinventando su mexicanidad llevada de la mano por la narración de su padre que le hacia percibir el tropel de los caballos, el sofocante calor y el tenso drama que se respiraba en los campos, pueblos y ciudades del México revolucionario.

- Tu abuelo Elías se reencontró con Emiliano Zapata en una de las sedes temporales de su cuartel general –Continuó don Juan, e Ica se sumergió nuevamente en la magia de su voz-

- ¡Elías!, ¡pásale hombre! tú sabes que no tienes que anunciarte, máxime que vienes de regreso de un encargo mío.

- Mira Emiliano, yo quería pasar franco pero aquí Ponciano me explicó que la seguridad ya se puso más crítica y pues me tuve que esperar a que terminaras lo que estabas haciendo y personalmente me dejaras pasar.

- ¿Qué pasó Ponciano? –Reclamó Emiliano-, ¡es Elías!, ¿o qué?, ¿no lo conoces?

- Pos sí Emiliano pero lo dejé de ver de repente y ahora se aparece como la fresca mañana y pus pensé, mejor pregunto... ¿hice mal?

- No Ponciano hiciste bien, yo soy el que debí avisarte que Elías andaba de comisión.

- Bueno pues Emiliano y pus... ahí tú disculparás Elías

- Todo bien Ponciano, como dice Emiliano tú hiciste lo que debías.

Emiliano invitó a Elías a sentarse en una de las sillas que rodeaban la mesa de madera en donde estaba tomando un café mientras revisaba las fotos que Francisco Villa le había enviado con escenas de la presencia de ambos en la Ciudad de México.

- Bueno, ¿cómo te fue?

- Bien, platiqué con el jefe de la sociedad y me dijo que el único en revelarse fue Manuel Núñez, así que no fue la mayoría de los consejeros los que te nombraron heredero de Cuauhtémoc.

Lo que sí me confirmó es que desea seguir esperando que logres salir adelante en lo que te has propuesto, porque la orden que tiene es la de presentarse ante el líder que traiga paz y justicia para todos los mexicanos y que eso no tiene nada que ver con apoyar a alguien a que llegue al poder.

Me dijo que respeta tu lucha y que está de acuerdo con lo que dices en el Plan de Ayala, pero que la simpatía que siente por ti no es suficiente razón para señalarte como el heredero de Cuauhtémoc.

Y de eso de que por qué opina que tu éxito pende de un hilo, me dijo que porque estas solo y que tú lo sabes mejor que él.

Zapata miró a Elías con esa mirada penetrante que lo caracterizaba y comenzó un minucioso interrogatorio.

- ¿Qué impresión te causó?

- Su voz daba confianza, yo no lo vi porque me vendaron los ojos, pero me imagino que es como el que me recibió y después me llevó a la biblioteca, porque tenía una voz parecida, hasta puede que hubiera sido el mismo nomás que cambiando un poco la manera de hablar.

- ¿Cuándo me llevas con él?

- Ahí esta la cosa Emiliano, nunca me dijeron su nombre, pero aunque me lo hubieran dicho, antes de que me llevaran con él tuve que jurar no revelar donde fue la reunión, ni lo que viera, ni oyera, y que lo único que contaría sería lo que él me dijera que te dijera.

Además, después de que le dije lo que tú me encargaste le pedí una entrevista para ti y me dijo que no tenía caso.

- Ah jijos, ¿de qué se trata pues?

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