EPÍLOGO

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   Ica partió con rumbo a Usila.

Los Aldama regresaron a Querétaro.

Alberto a la administración de las propiedades agrícolas de su familia.

El general Esquivel a sus actividades cotidianas dentro del ejército.

El doctor Velázquez a una universidad europea.

Y todos los analistas de logística a sus casas en sus respectivos países para seguir trabajando en las tareas que la sociedad les asignara.

La mayoría se despidió con la seguridad de que no volvería a ver a sus compañeros de aventura dada la naturaleza del asunto que los había reunido.

Pero ese no era el caso para Anna y Alberto quienes al margen de la Sociedad Secreta sabían que compartirían espacios de forma natural, ya que las actividades de Alberto lo llevarían con frecuencia al estado de Querétaro.

- Me gustaría visitarte, ¿puedo? -Preguntó Alberto-

- Claro sí, está bien, me dará gusto verte –Respondió Anna sorprendida y emocionada, esforzándose por evitar que el gusto le saliera por los ojos-

Y así, sin manifestar a plenitud la emoción que los embargaba, ambos reprodujeron con sus dedos la garra del águila para sellar el compromiso.

Del profesor Elías H. García nadie supo más, desapareció como había surgido, sin que nadie supiera ni su origen ni su destino, con él desapareció el centro de operaciones y todo vestigio tangible de la existencia de la Sociedad Secreta de Cuauhtémoc.

Aún así, el mundo fue distinto a partir del primer Día Mundial del Reconocimiento, porque aquellos que llegaron a pensar que estaban solos constataron gozosos la magnitud del sueño al que pertenecían.

En Singapur un taxista tomó el volante con la garra del águila, para después recibir el pago de sus clientes colombianos sostenido por tres dedos opuestos al pulgar.

En ciudades, pueblos y comunidades de Latinoamérica, hombres y mujeres de todas las edades se sorprendieron de la frecuencia y circunstancias en que vieron reproducir la señal.

Policías, empresarios, religiosos, jóvenes estudiantes, tripulantes de autos de lujo, de taxis, de autobuses, meseros, artistas, maestros, conferencistas, obreros de todo tipo, políticos encumbrados, militares de todos los rangos, mostraron con naturalidad la garra del águila.

En Houston un conductor de televisión.

En Nueva York, un corredor de bolsa.

En Londres, una famosa súper-modelo.

En Madrid un mimo callejero.

En Tokio un mesero.

En Frankfurt una agente de viajes.

Y así, en Sevilla, Moscú, Paris, Atenas, Roma, Londres, Bruselas, Lisboa, Beijing y en ciudades, villas y aldeas de variados lugares del mundo, se repitieron emocionantes escenas de reconocimiento, en las que de acuerdo a lo establecido solo se cruzaron sonrisas y gestos de aprobación.

Todo para hacer surgir un silencioso clamor.

EL ESPÍRITU DE LA NACIÓN MESOAMERICANA VIVE.

LA SOCIEDAD SECRETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora