Esperanza

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Itachi es una persona sabia, muchos lo consideran de este modo.

Otros creen que está loco y sólo es un asesino desalmado que mató a su familia.

Pues si le preguntan a él, dirá que ambas están muy alejadas de su realidad. 

El día fatídico de la matanza de su clan, sólo pensó en correr lejos y evitar ser llevado por la parca también.

Incluso si eso implicó abandonar a su hermano menor.

Para este joven tan atormentado solo existían dos personas importantes en el mundo; Sasuke y Mikoto.
Nunca lloró tanto como el día en que los perdió a ambos, pero con su hermano aún había solución.

Cuando decidió unirse a Akatsuki fue solo para poder estar a la altura del pequeño Sasuke, debía poder someterle.

Itachi es sin duda una figura de esperanza y bondad.Difícil creerlo cuando observa desde el umbral de la puerta al doncel Uzumaki llorar pidiéndole de rodillas su libertad.

El mayor no comprende la magnitud del problema; para él no es malo retener a dos personas indefensas con tal de conseguir una interacción con su pequeño hermano, una que ha deseado por tanto tiempo.

Itachi es muchas cosas, imposible resumirlas.

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El motor de un vehículo anunciaba la llegada de alguien a la cabaña. Naruto resopló hastiado esperando ver al hombre ojeroso entrar por la puerta. Menma descansaba en las piernas del rubio mientras era alimentado con verduras hervidas.

-Maldito hijo de perra. - sin embargo, la voz detrás de la puerta no era la de Itachi, su corazón se detuvo por un segundo. Bajando con cuidado a Menma de su regazo ambos se quedaron de pie mirando a la puerta.

-Abajo de la mesa. -murmuró Naruto a su hijo, el cual seguía impresionado al escuchar por primera vez en su vida a otra persona. -Menma, métete abajo de la mesa. -Insistió de nuevo, logrando que el pequeño obedeciera no sin antes tomar su oso de felpa y abrazarlo.

El rubio alcanzó el cuchillo con el que antes había cortado los vegetales para su pequeño niño. Usando su propio cuerpo y las sillas del comedor para ocultar al mencionado que estaba abrazando sus rodillas pálidas.

-¡Abre la puta puerta! - fue el grito que congeló sus movimientos,  un disparo y golpe. La puerta fue abierta con facilidad.

Entró el sujeto invasor, dando zancadas y arrancando sus gafas oscuras con brusquedad al conectar miradas con Naruto, que sostenía firmemente el cuchillo escondido tras su espalda.

Un doncel rubio de larga cabellera y ojos del mismo tono índigo. El barro del bosque que salpicaba con la fricción de las llantas de la cuatrimoto le había cubierto de las piernas a la cintura. Las huellas que dejaban sus botas en el suelo de madera eran pruebas del deplorable estado de aquel personaje.

Deidara sintió su sangre hervir al ver a otro doncel metido en la cabaña de Itachi, su mirada estaba en rojo al notar ese ambiente hogareño y los juguetes dejados distraídamente en el suelo.

Las señales eran claras y aún así no quería creerlo. Ahora entendía porque Itachi estaba escondiendose la mayor parte del tiempo y el porqué lo mandó lejos. Tenía que descargar todo su coraje, y no evitó mirar con profundo rencor al doncel.

-¿Dónde está Itachi? ¿Quién eres tú? - escupió avanzando amenazante.

Naruto no contestó, tan solo se preparaba para tener que pelear para luego usar esa cuatrimoto y escapar por fin. Puede hacerlo, estaba tan malditamente confiado.

Me enamoré de mi secuestrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora