El cuervo

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-Diez de la noche...-tarareaba, mientras sus manos jugaban con las lombrices del lodo. -El cuervo llega al nido, nadie sabe dónde estuvo ni a dónde va... -seguía repitiendo en apenas un susurro inocente. 

Menma mira a los gusanos retorcerse en sus manos, cierra los puños fuertemente para destruirlos, y queda fascinado al ver como las lombrices siguen agitándose aún cuando están cortadas en pedazos. 

Al fondo puede escuchar a su padre entrenar con su tío Deidara, sus ojos azules miran al cielo encontrándose con que pronto anochecerá, así que sabe que Itachi llegara en breves y que todos deben estar en orden y dentro antes de que llegue, es hora de volver al encierro.

O todos se pondrán violentos...

Y eso lo asusta, Menma tiembla cuando escucha a los adultos gritarse.

Se levanta del suelo y sacude sus manos para intentar limpiarlas, se acerca a pasos pequeños a su padre, quien respira agitado con el cabello húmedo. -Baño. -le dice, alzando ambos brazos para ser cargado.

La hora de bañarse llegó para todos, padre e hijo compartían su espacio en una bañera llena de espuma, el niño juega con el agua mientras el rubio le lava con cuidado el ondulado cabello.

Naruto sonrió con ternura al escuchar a su pequeño murmurar palabras mientras juega, sin poder evitarlo su mirada se queda perdida en algún punto de la habitación, la sonrisa se borra de golpe. Con urgencia giró el resbaloso cuerpo del menor, el movimiento repentino hizo que Menma se quedara rígido y con una mirada temblorosa.

El Uzumaki miró el rostro infantil con atención, una risa con tintes maniacos se le escapó para evolucionar en una carcajada total. El menor sonrió también y comenzó a reír con su padre, ambas risas rebotaban en esas 4 paredes, una inocente y la otra corrompida. 

-Eres idéntico. -le dijo por fin, mientras la mano adulta acariciaba la mejilla mojada, tan suave y pulcra que parecía hecha de frágil porcelana. -Menma, ¿tu te atreverías a lastimarme? -le preguntó repentinamente.

El niño negó con la cabeza aún con una sonrisa en sus labios rosados. -Nunca, porque yo te amo papi. -le respondió animadamente mientras buscaba un abrazo.

-Niño malo. -gruñó Naruto saliendo de golpe de la bañera, su brusquedad hizo que el agua salpicara a todos lados incluyendo a Menma que tosió y talló sus ojos al sentirlos lastimados. -¿Por qué intentas engañarme? -le reprochó el adulto. -Los niños buenos no dicen mentiras... -

El infante comenzó a lagrimear y sollozar. -No miento. -murmuró tratando con todas sus fuerzas no llorar, en su corta vida había aprendido que las lágrimas no son buenas, siempre atraen cosas malas.

Naruto le sujetó ambas manos para evitar que siga ocultando sus ojos, la mirada azul cielo penetraba la azul opaco tratando de encontrar la supuesta maldad oculta que traía como regalo genético de su padre Uchiha. -Si mientes yo lo sabré. -le amenazó.

Ya no pudo aguantar el llanto, la tristeza aplastaba su corazón con crueldad. Naruto lo soltó para atraerlo a su cuerpo y abrazarlo posesivamente. -No llores. -le dijo neutralmente, sacándolo del baño envuelto en una toalla. 

Cuando ambos estaban vestidos Menma fue arropado en su cama, el pequeño tenía los ojos rojos por su llanto reciente y aún soltaba hipidos. -Quiero que te quedes conmigo. -pidió en un puchero inocente y tristón. 

Naruto acarició su cabello mientras contestaba. -No puedo, lo que hago por nosotros es importante, ¿lo sabes? -el niño asintió mientras sus enormes y expresivos ojos miraban fijamente a su padre. 

Me enamoré de mi secuestrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora