¡Estúpidos Rubios!

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Gaara le disparó sin ningún remordimiento.

Todo parecía una escena de horror de no ser porque a ultimo momento Naruto se movió.

Aún así la bala le hirió.

El sonido alertó a todos los guardias del lugar, incluyendo a los de Gaara. No dudaron en acudir al lugar de donde había provenido el disparo.

Llegaron por montones. Una aterrada Hinata junto a un herido rubio, que por cierto, los hombres de Sasuke le tenían como lo más cercano a un esposo de su jefe. Como era de esperarse apuntaron a Gaara el cual sonreía cínicamente mientras sus hombres le resguardaban.

-Calmados. –Habló mirando desafiante al que encabezaba a los hombres de Sasuke. –Uchiha me da la autoridad sobre ustedes. –

-Nosotros tenemos orden de proteger a esta persona. –Refiriéndose al rubio. –Ordenes directas de nuestro jefe y sus compañeros. –Tal vez no.

Gaara chasqueó la lengua en fastidio, ¿no se suponía que era su mascota? ¿realmente Sasuke le tenía aprecio al rubio doncel?

Una razón más para acabarlo.

-¿Estás seguro de eso? –Levantó su arma de nuevo intentando apuntar al rubio. –Lo acabaré, y luego seguirás tú, insolente. –Amenazó.

-Sáquenlo de aquí. –El rubio fue protegido mientras se quejaba por el dolor.

Gaara intentó evitar que el doncel de marcas en las mejillas saliera pero fue retenido por sus propios guardias, no era nada preferible que el pelirrojo saliera herido.

Naruto se retorcía de dolor, estaba perdiendo mucha sangre, y eso no era nada gratificante.

-¿Qué diablos? –Un Suigetsu estaba llegando a la sala del ala sur de la mansión. Este mismo se había adelantado, era cuestión de minutos para que Sasuke y sus compañeros llegaran.

Al ver al dichoso doncel herido, sacó un arma, era su instinto.

-Un ataque de Gaara no Sabaku. – Informó uno de los hombre de traje.

-¿Qué rayos hace aquí Gaara? –Después de todo Sasuke no había autorizado su visita. -¿Dónde está ahora? –Corrió a la planta alta tan rápido como le informaron.

Se encontró en el pasillo que conducía a la salida, el pelirrojo iba tan campante que no parecía culpable de nada. –Suigetsu. –Le saludó con un movimiento de cabeza. -¿Podrías decirle a Sasuke que vine a verlo? ¡Ah! Y no olvides el detalle del rubio, quiero que tenga en cuenta este acto de mi parte. –Le pidió con un gesto infantil, como cuando un niño es descubierto robando caramelos, solo que algo más aterrador.

-¡Oye! –Suigetsu le gritó como acto de que parara su andar. –

-No tengo tiempo, pirañita. –Contestó saliendo de la vista del albino, el cual estaba molesto pues una de sus debilidades eran las caras y cuerpos bonitos. No fue capaz de actuar como debía frente al atacante que con sus actos había desafiado a Sasuke, por lo tanto a Taka.

Gaara ya iba cruzando el largo jardín rumbo a su auto, estaba muy, muy cabreado.

-Maldito Sasuke...- Apretó los puños. –No entiendo como es que se atreve a rechazarme y evitarme todo este tiempo... mientras que se ha estado enredando con ese simplón inútil...- Cerró de mala gana la puerta una vez dentro del auto.

Y se pusieron en marcha rumbo a la mansión del Sabaku. –Y encima es tan ordinario, ¡Ni siquiera puede hacerme competencia! Rubio y de ojos azules, ¡de esos sobran! –Por mera inercia y desesperación se sostuvo los cabellos rojo sangre con frustración.

Me enamoré de mi secuestrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora