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Cinco años

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Cinco años. Estaría encerrado cinco años, con personas que no conocía y sumamente peligrosas. Estaría rodeado de asesinos, narcotraficantes y ladrones.

—Esta será la ropa que utilizará.—Hablo un policía con voz fuerte.—Útiles de aseo personas.—le entregó una pequeña bolsa transparente con lo necesario.—

Tenía miedo, su corazón latía muy rápido y sus manos temblaban levemente, sentía que iba a vomitar en cualquier momento.

Park Jimin, celda 228.—miró una lista que tenía en las manos.—Te acompañaré a tu celda, sígueme.—

Camino detrás del guardia de seguridad, habló por una radio y la apuestas se abrieron. Cuando ingreso, los gritos y silvidos llegaron a sus oídos, miró a los costados, algunos reclusos se asomaban a la puerta de su celda para gritar cosas groseras.

Aquello lo perturbo y asustó aún más, apretó la ropa a su cuerpo y siguió al guardia con la mirada baja. Llegaron una puerta de metal, pasó una tarjeta y esta se abrió.

—Adelante.—Hablo el guardia y Jimin entro con paso lento.—

Dos camas individuales, una frente a la otra, y un perchero pegado a la pared. Se acercó a su cama en donde había una frazada dejó sus cosas ahí y levantó la mirada.

Un chico lo miraba fijamente, tenía sus mangas hasta los codos. Su piel era pálida, sus ojos parecían negros, y tenía labios finos, con una pequeña herida. Sus finos rasgos eran opacado por aquel gesto inexpresivo. Intimidante.

—S-soy Jimin..—murmuro.—Un gusto.—

No recibió respuesta, y se incómodo ante la mirada que le daba así que se recostó en su cama, dándole la espalda.

¿Cómo había llegado a la cárcel?, la respuesta era fácil, por ser un imbécil y no saber controlar el impulso. Había matado a un hombre, a su padrastro, quien encontró golpeando a su madre. Jimin sólo quería darle un susto y que se fuera de su casa, no matarlo.

Cerró los ojos por un momento, aquella noche se repitió otra vez en su cabeza. Él tomando el cuchillo de cocina entre sus manos, él apuñalandolo a la altura del pecho, él viendo como se desangraba en el suelo, él escuchando las sirenas de la policía, él mirando a su madre quien lloraba desconsoladamente, diciéndole que todo estará bien, él siendo arrestado por la policía.

Media hora después, las puertas de todas las celdas se abrieron y comenzaron a salir, Jimin se sentó en la cama y miró al chico.

—¿Qué sucede?.—preguntó.—

Nuevamente sin respuesta, los reclusos comenzaron a salir y a dirigirse a una dirección, así que el los siguió.

—Hola.—escucho una voz al lado derecho. encontrándose con un chico de bonita sonrisa.—

Daddy [Yoomin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora