Repuesto

304 37 5
                                    

La sala de la asamblea general estaba casi llena, ya la mayoría estaba presente y entre los representantes del continente americano faltaba el jamón del sándwich: México.

—Hermano, —Llamó Belice a Estados Unidos. — ¿Dónde está Guadalupe?

A Andrew le tomó un minuto darse cuenta de que su hermano se refería a México, tan acostumbrado está a llamarle José que se olvida que el desgraciado tiene como quince nombres.

—No lo sé, Michael, pero espero que no le haya pasado algo malo o que le de uno de sus ataques de ansiedad, o le gane la depresión de nuevo, o que esté enfermo y no me haya avisado, o...

—O solo se le hizo tarde al cerote y viene cruzando el umbral de la puerta, yanqui exagerado. — se quejó Guatemala.

De inmediato los cinco posaron su mirada en el castizo, llevaba una camisa blanca y un suéter gris junto a sus zapatos de vestir negros y sus calcetas grises junto a...

—¡¿Una falda, cerote?!, ¿¡es en serio?! — exclamó Guatemala.

—Chinga tu madre, Fabián... y no, no estoy insultado a PAPÀ España.

De inmediato sus vecinos del norte lo cubrieron con sus sacos y lanzaron las típicas preguntas de rutina para esos casos.

—¿Y tu pantalón? — señaló Pierre.

—Se rompió. — replicó el mexicano sin problema.

—¿Y el repuesto? — preguntó ahora Caden.

—En la tintorería.

—¡¿Y el repuesto del repuesto?! — cuestionó en un grito Andrew.

—Este es el repuesto del repuesto.

Ante eso todos se quedaron callados, ¿cómo podía Mex decir eso sin ningún filtro?

Así, ante las risas de Guatemala, los norteamericanos decidieron que México ocuparía sus sacos para cubrirse las piernas durante todo el evento, no se arriesgarían a que un grupo de morbosos lo anduvieran acosando.

SITUACIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora