Entrevistando a Canadá

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El joven de piel pálida, cabello negro y ojos azules vio con nerviosismo como ambos canadienses ingresaban a la sala.

El pelirrojo tenía cara de odiar a todo el mundo mientras que el azabache de ojos verdes tenía una sonrisa amable y conciliadora, aquello último le dio un poco de confianza.

Se aclaró la garganta para darle la bienvenida a ambos representantes nacionales.

—Buenos días, Canadá, estamos muy agradecidos de que se hayan tomado el tiempo para colaborar con nuestra investigación.

—No hay problema alguno, nos encanta ayudar en lo que podamos, yo soy Pierre y el semi amargado a mi lado es Caden. — los presento a ambos el pelinegro.

Por su parte él solo asintió.

—Entendido; primera pregunta: ¿Cómo definen su relación con su vecino del sur?

Aquello pareció extrañar a ambos canadienses, pues se miraron entre sí como tratando de entender el punto de la entrevista.

—Buena, a su manera, nuestra relación con Andrew es... pacifica, supongo, como todas nuestras demás relaciones. — aclaró Caden con un tono extremadamente cordial, contrario al disgusto en su gesto y su mirada.

El joven anotó lo dicho y luego dirigió una mirada a Pierre.

—Bueno, ¿qué puedo decir yo?, Andrew y yo no nos llevamos muy bien, no tanto como él se lleva con Caden, pero no nos peleamos muy a menudo, es una... relación tensa, pero cordial. — dictaminó.

—Correcto; segunda pregunta: ¿Cuál es su postura frente a su aparente "invisibilidad" en el terreno internacional?

Ante eso la sonrisa de Pierre se volvió tensa, mostrando un poco de su incomodidad ante la pregunta; Caden, por su parte, solo enarcó una ceja, no dándole mayor trascendencia.

—Lamentablemente a la prensa internacional le encantan más el morbo y las peleas, no somos una nación que se base en conflictos, no fuimos educados así, preferimos ayudar y llegar a acuerdos por buenos medios; ya sabe lo que dicen: lo malo se nota siempre, lo bueno no mucho... y eso es lo que pasa. — dijo Caden con el mismo tono sereno y cordial.

—Estamos en muchos programas de cooperación para el desarrollo, ayudamos a otros y tratamos de ser una nación útil y funcional en el sistema internacional, somos tranquilos por ponerlo en palabras. — complementó Pierre.

—¿Eso no tiene que ver con que sus vecinos destaquen más que ustedes en algunos rubros? — insistió el entrevistador.

—No, — contestó Caden. — en parte es más mi culpa, no me gusta hablar mucho en entornos extraños, sitios que no visito con la suficiente frecuencia o que simplemente me hacen sentir incómodo, y como Quebec no puede representarnos a ambos porque se apasiona con sus temas y se olvida de los míos, soy yo el designado regular para asistir a las asambleas, foros y festivales.

—Además, estamos muy felices de que Andrew y Alexander destaquen en ciertas y sendas áreas, no somos envidiosos ni egoístas. — atajó Pierre.

—Comprendo; muy bien, tercera pregunta: ¿Cómo es su relación personal con Reino Unido?

—La relación con Aiden es buena... no es el tipo más meloso y amoroso del mundo, pero al menos su afecto no es agresivo. — razonó Caden.

—Puede que Aiden actúe mucho mayor de lo que es, pero nació siendo un imperio, así que tiene sentido, es complicado en sus emociones, pero muy agradable. — sonrió Pierre.

—¿Hay algo que los una más allá de política, historia, lazos comerciales o de cooperación?

—Pues... bueno... eso no es importante...— comentó Caden avergonzado.

—Alex, supongo; — explicaba Pierre. — México es uno de los pocos que nos obliga a convivir como familia, no como si fuéramos simples conocidos en buenos términos, eso es lindo de su parte... — sonrió con ternura. — esa forma tan tierna y apasionada en la que entiende el hogar... su forma de hacernos sentir notados, amados e importantes... eso me gusta de él; y aunque Andrew jamás lo dirá en voz alta, sé que él también tiene un lazo enorme y muy cuidado con Alexander... sé que lo quiere a su manera, tal y como nos quiere a nosotros.

Eso tomó por sorpresa al entrevistador, pues no se esperaba para nada que México fuera un muy buen amigo de la nación canadiense.

—Comprendo; muy bien, Cuarta pregunta: ¿Cómo definen su relación con México?

—Buena, cordial, amistosa, amorosa. — Caden la puso en palabras simples.

—Pues, básicamente, es nuestro mejor amigo, uno de ellos, y no alegra mucho pasar tiempo a su lado. — Comentó Pierre.

El de ojos azules comprendió que no iban a decir más, que al parecer la naturaleza de esa "amistad" no le iba a ser compartida por mucho estudio que hiciese; y él iba a respetar esa decisión.

—Maravilloso; última pregunta: ¿Cómo definirían la relación del bloque comercial de América del norte?

—Somos como una familia. — dictaminaron al unisón.

El de ojos azules esperó un poco más por alguna señal o intento de explicación, pero al no recibirla se arriesgó a preguntar.

—¿Pueden explicar?

Ambos se miraron de nuevo y con un asentimiento leve Caden le cedió la palabra a Pierre.

—Nos cuidamos entre nosotros y cuidamos al más débil, buscamos estar unidos en lo más que podemos... amamos estar juntos, eso es todo.

El entrevistador asintió, no muy convencido de la sonrisa dulce de Pierre, algo en esas palabras se le hizo un poco retorcido por alguna razón.

—Comprendo; muchas gracias por su ayuda, su participación es atesorada por nosotros.

—Fue un placer. — se despidió el quebequense.

Caden solo hizo un leve gesto con la cabeza a modo de despedida y ambos salieron.

Una vez viéndose solo, el pelinegro suspiró y tomó una foto de la bandera mexicana, mirándola con intensidad y sumo interés.

—Habría dado lo que fuera por hablar contigo, por conocerte... eres la patria de mis difuntos padres y siempre hablaron de volver a ti, ahora conozco que eres más de lo que imaginé, espero que el idiota de Charles te trate con decencia. — dijo con anhelo.

Tal vez pronto alguien le cumpliría su deseo...

Caden y Pierre caminaron por el corto pasillo hasta llegar al jardín de la residencia en la que los citaron, ahí encontraron a un ido Mauricio y a un fúrico Andrew.

—¡Se acabó, a partir de ahora no habrá más entrevistas para estos inútiles!, ¿queda claro?

Ambos asintieron, internamente aliviados, pero aún les quedaba una duda: ¿qué le pasó a México para acabar así?  

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