CAPITULO 11

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Ridge Farm se había convertido en un sueño. Después de que Roger Taylor hiciera su aparición aquella noche algo había aumentado los sentimientos hacia el.

El anheló se presentaba cada vez que el rondaba por ahí cerca, quería tocarlo y acariciar su rostro, quería volver a estar prisionera entre sus brazos mientras su olor penetraba en sus cosas nasales.

Algo había cambiado en Roger también ya que ahora no mostraba signos de incomodidad cuando me acercaba a el a la ahora del desayuno, poco a poco me había ido relatando todos y cada una de las bromas que me había gastado junto con Bárbara en la universidad.

Me dolía que se hubiera convertido en un mentiroso, empujado por las palabras de Barbara.

Ahora iba camino al estudio, los chicos se iban a reunir para terminar de grabar unas voces, el sonido de los tambores de Roger se escuchaba a lo lejos y apresure mi caminata iba a llegar tarde.

Entre y observé de reojo a mi rubio, otra vez las ganas de ir y abrazarlo se colaban por los poros de mi piel. Me hizo un asentimiento con la cabeza al entrar mientras reconocía el sonido del solo en Keep Yourself Alive, lo dejo a medias con las baquetas entre sus manos dandoles vueltas y vueltas. Poso sus ojos azules en mi.

–Llegas temprano.
–Ummm ya veo.–agregue para luego echar mi vista alrededor confirmandolo por mi misma.
Dirigí mi vista a sus manos haciendo maroma y media con las baquetas. Mientras los pensamientos sucios inundaban mi mente.
–Si bueno me quedaré por allá–señale con el dedo un banquito de madera apoyando justo en la esquina. 
–Claro–replico mientras se levantaba. Dejo las baquetas encima de los tambores y se dirigió a la cabina de sonido.
Al poco rato asomó su cabeza por la puerta y me llamo:
–Devany
Alce la cabeza con interés.
–¿Me puedes venir ayudar un momento?
Me quedé tiesa pensando en que rayos le sucedía ahora a este rubio de pacotilla. Ni crea que le voy a lamer el.....
–Necesito que me ayudes a abrir una pomada. –replico mientras entraba de nuevo.
Pegue un saltó y entre rápidamente.
–¿Estás enfermo?–pregunte preocupada.
El sonrió probablemente notando mi preocupación y alzó sus manos y pude ver en ellas un poco de sangre mientras tenía unas grandes ampollas a punto de reventar.
Tome su muñeca derecha y acerque su mano a mi rostro para observarla mejor.
–¿Es por la batería verdad?–pregunte.
–Asi es. ¿Podrías ayudarme a ponerme la pomada? Por favor. Es la que está en la mesa.
Fui por ella y regrese a su lado.
–¿Te duelen mucho?–pregunte.
El se encogió de hombros.
–No tanto, pero a veces no puedo ni tocar algo.
Abrí la pomada y recogí un poco con mis dedos índice y medio.
Con la mano libre puse mi cabello detrás de mi oreja y luego tome su muñeca izquierda obligando a acercarse un poco más. El tropezó con sus propios pies y rei un poco mientras comenzaba a aplicar la pomada con cuidado sobre sus heridas.
–¿No te da asco?–pregunto el extrañado.
Alce la cabeza confundida.
–Si te refieres a la sangre, no.
–A Barbara y a Jo si.
–Ah bueno no todas somos iguales.
–Ya me di cuenta.–replico y luego se quedó en silencio.
Alce la vista de nuevo curiosamente pude ver un poco de temor en sus ojos y me detuve de aplicar la pomada.
–Tranquilo no te lastimare ni creo desyamarme.–replique mientras le lanzaba una sonrisa tranquilizadora.–Estoy bien. Agregue mientras tomaba una venda y procedía a envolver su mano con ella.
–Bueno eres demasiado delicada con esto. Casi no siento dolor.–observo asombrado abriendo mucho los ojos. Barbara me hacía aullar.
Hice una mueca de dolor. Pobre Roger no me imaginaba cuánto le dolían.
Una vez puesto el vendaje de la primera analice su mano. No tenía mucha sangre pero sus ampollas eran más grandes. Así que temía reventarlas. Y unas ya estaban a punto.
–Ay Meddows–replique creo que está si te va a doler.
Escuché como suspiraba.
–Adelante soy de hierro–replico.
Por más que fui cuidadosa reventé dos ampollas, y el rubio grito un par de veces. Después se quedo tranquilo mientras la pomada hacía su efecto y la sonrisa no desapareció de sus labios en ni un momento. Parecía un niño pequeño después de que el doctor le diera su premio al inyectarlo.
Mientras colocaba su vendaje su cabello me hacía cosquillas en las mejillas, permanecía inclinado hacía mi dirección inspeccionado todo con atención.
De verdad estábamos muy cerca como la última vez.
–Ya esta–replique sonriente mientras le ponía su pequeña hebilla. Y observaba sus dos manos.
–ahora ten cuidado de que no. Ohhh....–un suspiro salió de mi boca al sentir sus labios presionandose contra mi frente en un tierno beso.
Sus dedos recorrieron mi mejilla hasta mi mentón en una leve caricia poniendo mis pelos de punta.
–Gracias pequeña–susurro para luego salir por la puerta y dirigirse de nuevo a su batería.
Çerre la pomada y me senté en el sofá mientras una sonrisa de felicidad asomaba por mis labios. No lo podía creer.

𝑴𝑰 𝑰𝑴𝑷𝑶𝑺𝑰𝑩𝑳𝑬//𝑹𝑶𝑮𝑬𝑹 𝑻𝑨𝒀𝑳𝑶𝑹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora