CAPITULO 14

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Gire sobre mi propio cuerpo abrazando inconscientemente una gran almohada. Enterré mi cara en ella reconociendo el olor tan característico de Roger. Loción, cigarrillo, más loción.   Un gemido salió de mis labios. Ay no, seguro estaba soñando, ¿De donde venía ese aroma tan hermoso?.

Sentí como alguien me picó el hombro. Refunfuñe aún entre sueños mientras me concentraba en el aroma del rubio. Volvieron a picar mi hombro con insistencia y abrí mis ojos.

–Ay–me queje de nuevo escondiendo mi cara debajo de las colchas.

La luz que entraba en la habitación era demasiado potente. Hasta que no abrí mis ojos completamente salí de las colchas, una señora de unos cuarenta años me observó divertida.
–El joven Taylor no tarda en venir. Sería mejor que ya se levantará.
–¿Ah?–regrese a observarla confundida.
–Le recuerdo que está en su habitación.
Observé a todos lados desorientada, y entonces caí en la cuenta que si estaba en su habitación, y en su cama con su olor penetrandome las fosas nasales.
Perezosamente abrace una almohada bostezando y me levanté estirando los brazos por encima de mi cabeza.
–Si, si en unos momentos bajo, gracias.  –replique suavemente rascando mi cabeza.
Entre al baño a cambiarme. Mi ropa se encontraba cuidadosamente doblada en una bolsa plástica, junto a ella había una pequeña mochila, la abrí y encontré una carta adentro.

"Dev:

Roger me habló en la mañana diciéndome que te pusiera un cambio de ropa, que estas en su casa.
Espero que te encuentres bien vuelve pronto. ¡Ya te extraño!

-Trevor" 

Sonreí y guarde el papel en la mochila junto con la ropa que estaba a un lado. Saque un pantalón y una blusa de botones, me amarre el cabello en una coleta alta y baje a la cocina. Esperando encontrarme al rubio pero no estaba.

–¡Buenos días!–replique.

La señora que me había ido a despertar, Susy y Kat quienes me habían asistido cuando llegue empapada en la noche y otra señora con un delantal se me quedaron mirando como si de un extraterrestre se tratara.

Agache la cabeza y sentí como mis mejillas se enrojecian.

Susy me tomo de la mano y me sentó en una de las sillas altas del comedor.

–¿Dormiste bien?–pregunto.
–Si gracias. –replique con una sonrisa amable.
–¡Por supuesto!. En la cama del rubio quién no.–replico la señora que me había ido a despertar y me lanzo un guiño divertida.

Otra vez mis mejillas se encendieron. Y las cuatro mujeres rieron.
–¡Bueno ya, ya! ¡Dejen que desayuné en paz!.–agrego Susy rodando los ojos al cielo. –Por cierto estabas en tu quinto sueño, son las ocho y media.
–Por eso fui por ella. Creo que no quería salir de la cama de Roger. –replico mientras trataba de ocultar su risa.
Mordí una tostada con mermelada.
–Increible no había visto a una chica que durmiera tanto. Roger ni siquiera se molestó en despertarla. –replico Kat.
Todas se quedaron en silencio al ver como el rubio llegaba. Saludo amablemente a todas y se acercó a mí.
–Hola. ¿Que tal?–pregunto suavemente.
Moví la mano solamente. Tenía la boca llena de comida.
–¿Apenas te levantaste?–pregunto.
–Soy de sueño pesado.–reconoci.
–Si ya lo creo.
–Perdoname si te patee.
–En realidad me jalaste el cabello y luego me golpeaste en la cabeza.–replico riendo.

Golpe mi frente con mi mano.
–Perdon Roger. Lo siento.
El se encogió de hombros y luego bostezo.
–No importa. Fue una noche agradable.
Puse los ojos en blanco y tome un sorbo de té.
–Fuiste de chismoso con Trevor de que estaba en tu casa.
Las señoras jadearon al escuchar las palabras que emplee con el.
–Te mando ropa, eso era lo que quería.
–Gracias pues...bueno mejor me apuro tengo demasiado trabajo que hacer.
–¿Enserio de que?–pregunto curiosamente.
–Tengo que revisar diagnósticos.
–Se me olvida que eres psicóloga.
Me reí.
–¿Que tal te están tratando?–pregunto dirigiendo su vista a las mujeres.
–Bien. No me quejo. –me encogí de hombros.
–¿No te molesta si te dejo otro rato a solas. Tengo que ir al estudio.?
–Con que me lleves a mi departamento todo está en orden.
El sonrió y luego depósito un beso en mi frente. Trague saliva nerviosa.
–No tardaré. Lo prometo.
–Vale. Ve por la sombríta. Agregue agitando mi mano en señal de despedida.
El se rió y luego se despidió de las señoras para salir por la puerta trasera. Dedicándome una mirada.

Suspiré cuando se fue y luego negué con la cabeza.

Mordisquee una tostada en silencio, pensando en las musarañas. Entonces la señora del delantal se acerco a mi poniendo encima un plato de puré de papas con salchichas.
–Oh gracias–replique.
–Por nada señorita....
–Devany Moore
–¡Ah con que es ella!–replico Kat mientras se cruzaba de brazos. –Con razón el joven Taylor no le ha echo desplantes.
La observé confundida.
–¿Perdón?
–Todas las chicas que pasan por la habitación de Roger reciben una patada después de pasar la noche con el.–la cocinera chasqueó los dedos dos veces y señaló la puerta por donde había salido el rubio.

Abrí los ojos como platos y luego tome bocado.
–¿Enserio?–pregunte curiosa.
Todas tomaron asiento alrededor mío.
–Y las que se quedan son un grano en el culo–agrego Kat cruzándose de brazos.
Susy le dedicó una mirada asesina.
–Ella se refiere a que llegan y creen que porque Roggie les invito a pasar la noche ya todos les tenemos que rendir honores como si fuesen la misma reina Isabel. –chasqueo la lengua disgustada.
–Lo bueno es que no pasan de una noche y listo. El único problema fue soportar a Bárbara–replico la señora del delantal mientras se llevaba una mano a la frente exasperada.
–¿¡Bárbara!?–chille.
–¿La conoces?–pregunto Kat.
–Era mi mejor amiga. Por ella conocí a Roger. Cuando estábamos en la universidad.
–¿¡Estudiaste con Roger!?–chillo la castaña.
Asentí.
–¿Eres de aquí de Londres?.
–Nop. Vengo de Cornwall. De Truro. –sonrei.
–De donde viene Roger. ¡Que irónico!–ella rodó los ojos divertida.–¿Entonces lo conociste desde Smile?–pregunto.
Asenti.
–¡Wooow! ¡Que increíble!–replico.
–¿Entonces también conocías a todo Queen?
–Si algo asi, pero me aleje de ellos por un tiempo, no hace mucho me los volví a topar por casualidad hasta llegar aquí. Es extrañó.
–¿Y que se siente?
–Es como un sueño. Ver qué tantas cosas han cambiado.
–Con razón no te dio la patada luego luego. –replico la señora del delantal.
–Pues Roger llegó ayer con ella en brazos, estaban ambos empapados. Solo me dijo que la llevara a su habitación. Y resulta que hasta se quedó a dormir con el. –Se me quedo mirando–Segura que no pasó nada. Podemos darte una pastilla si...
Enrojeci y salte en mi haciendo negando con mi dedo índice.
–¡No!, ¡No!, ¡No pasó nada!, ¡De verdad!.–exclame exaltada.
–¡Ya dejen de estarle diciendo eso!–las regaño la señora bien vestida mientras se servía té en una taza. –Una disculpa, es la costumbre.
–No hay problema. Pero yo no soy de esas.
–Se nota. Desde que llegaste Roger anda como perro faldero preguntando por ti. –puso los ojos en blanco.
Una ligera emoción cubrió mi pecho.
–¡Veo que hablan de mi!–su voz irrumpió en las paredes de la gran cocina. –¡Que tanto dicen he!. –replico mientras se acercaba a la isleta.
–Lo siento conversaciones de mujeres–agrego la señora cruzándose de brazos.
Roger negó con la cabeza. –Tu mochila está en el auto. Vamos antes de que Trevor me asesine.
–¡Aw! ¡Me extraña!–chille emocionada mientras me llevaba una mano al pecho.
Roger puso un semblante serio.
–Si, si ya vámonos. –agrego rodando los ojos.
Me despedí de las cuatro señoras y subí al auto de Roger.

Una vez en la carretera el silencio invadió el lugar.

–¿No estás molestó?–pregunte mientras dirigía mi vista a él
–De lo de Bárbara. No. Pero hubiera preferido escucharlo de ti.
–¿Porque ese cambio tan drástico Meddows?–pregunte curiosa
Observé cómo apretaba los nudillos en el volante.
–Me vas a odiar.
–¿Porqué?
–Lei tu diario.–confeso mientras agachaba la cabeza.
Me quedé en silencio mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.
–¿¡Que leíste!?–susurre.
El detuvo el auto bruscamente y poso su vista en mi.
–El primer día que me conociste.
Cerré los ojos.
–¿Y luego?
–Deseas que te haga mía.
Abrí mis ojos y observé cómo su nuez de Adán subía y bajaba.
–Y el último sueño que tuviste. –susurro.
Un sollozo salió de mis labios, negué repetidas veces con la cabeza.
–¡Lo siento! ¡No debí leerlo! ¡No sabes cuánto me arrepiento!
–¡CALLATE!–le grite.
El sentimiento de impotencia albergó mi cuerpo. ¿Ya que sentido tenía ocultar mis sentimientos?, ¿Que sentido tenía guardarme mis Te amo si el ya sabía todo?.
Alce la vista al techo del auto. Me sentía desnuda hasta el alma. Era una idiota, una tonta, una ilusa.
Sentía mi corazón quebrarse en mil pedazos.
–¡Por favor llévame a casa!–replique mientras escondía la cabeza entre las piernas.
Sentí como el motor rugía.
Solamente al llegar tome mis cosas y baje. No le dije nada, no quería ni verlo.
Me encerré en mi habitación condenada y dispuesta a revolcarme en mi propia miseria.















𝑴𝑰 𝑰𝑴𝑷𝑶𝑺𝑰𝑩𝑳𝑬//𝑹𝑶𝑮𝑬𝑹 𝑻𝑨𝒀𝑳𝑶𝑹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora