CAPITULO 8

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Cerré los ojos y apoye mi cabeza en la almohada mientras recordaba la mirada de mi rubio de ojos azules.

Roger Taylor.

Mencionarlo hacía que mi corazón diera de brincos, creo que todavía sentía algo por el.  Y acentuando lo que acababa de pasar hace rato fue increíble. Cerré los ojos intentando recordar cada palabra que me dijo, el olor que emanaba cuando se acercó a mi. Su cabello dorado que me daban ganar de enterrar mis dedos en el, de nuevo como en aquella noche, la seguridad con la que hablaba, su bello rostro de angel. Era perfecto. 

Y sobre todo. ¡Me puso atención a todo lo que decía!.  Demostró un pequeño interés en mi por fin. Aunque no se había disculpado del todo pero era lo mejor que podía haber obtenido de el.

Suspire mientras abrazaba la almohada, enserio por fin había estado a solas con Roger Taylor teníendo algo de consideración hacía mi persona. Y sobre todo agradeció el que lo hubiera llevado a casa.

¡Era más de lo que podía pedir en ese instante!

”¡Oh Roger! Si supieras lo feliz que me hiciste en ese momento"-pensé.

Si tan solo le importaran aunque sea un poquito mis sentimientos. Sonreí melancólica. Si tan solo fuera así.

No cabía duda alguna que después de cuatro años aún me emocionaba ante el, aún lo anehalaba tanto como la primera vez que lo ví.

Quería tocarlo, perderme en el cielo de sus ojos, quería abrazarlo y enterrar mi rostro en su pecho, saborear sus labios hasta saciarme de ellos y abrazarlo con fuerza hasta que le faltará el aire. Escuchar su hermosa voz aterciopelada pronunciando mi nombre. 

Tan solo quería decirle que lo amaba y lo quería.

Gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas. Mientras el anhelo se convertía en tristeza, e impotencia por no ser lo suficientemente perfecta para el.

"Desearía que pudiera ser así.

¿Porque no puede ser así?.

Porque soy tuya."

Limpie mis lágrimas con mis dedos, mirando al techo, solo me quedaba refugiarme en mis sueños, dónde todo ahí lo podía hacer realidad. Dejando aquel momento en el farol como un bello recuerdo que alimentaba mi alma y el amor qué sentía por el.

***

Lamí con ganas el helado de pistache que tenía entre mis manos. Mientras caminábamos por la plaza de Truro iba con mi hermano Erick de diesiceis años y un poco más atrás mis padres.

La plaza no estaba tan atestada de gente, y era bueno caminar dando vueltas y vueltas mientras sentías como el helado se derretía en tu boca refrescandola. Mi padre había propuesto salir, ya que me encontraba en la ciudad y fue tan bien disfrutar de su compañía después de pasar tanto tiempo en Londres alejada de ellos.

Mi hermano sin embargo estaba concentrado en tratar de hacerme caer al suelo, era increíble cuánto este chico había crecido. Aunque seguía siendo un hermano muy molesto. Pero bueno así eran los hermanos.

Me distraje dándome la vuelta para ver qué nuestros padres seguían ahí tomándose de la mano. Entonces Erick tiro mi helado al suelo y chille molesta mientras se reía.

–¡Idiota era mi helado!–me queje mientras observaba con tristeza mi cono en el suelo. –¡Te voy a matar!–bufé.

–¿Que pasa?–pregunto mi mamá.
–¡Tiro mi helado!–chille.
–Ay Devany no es para tanto–agrego rodando los ojos.
Me cruce de brazos indignada por su comentario.
Me iba a tomar casi cuarenta minutos cruzar toda la plaza para ir por otro cono. Y contando que la heladería estaba hasta el tope de gente.
–¡Te odio!. ¡Pero ya verás cuando lleguemos a casa–replique señalando con el dedo índice. –Colgaré tu cabeza en el pue....

𝑴𝑰 𝑰𝑴𝑷𝑶𝑺𝑰𝑩𝑳𝑬//𝑹𝑶𝑮𝑬𝑹 𝑻𝑨𝒀𝑳𝑶𝑹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora