Judasan observó al príncipe postrado en su cama, había pasado tres días desde que el rey le había pedido a Arelis que saliera del palacio, desde entonces nadie había tenido noticias de ella. El príncipe aún no podía hablar debido a el daño que había sufrido su garganta, sin embargo no tenía que hacerlo para que Judsan le entendiera. El guardián se había encargado de cuidar del joven, pero no podía hacer nada para que se sintiera mejor respecto a Arelis.
El rey tampoco había ido a verlo durante esos días, para nadie era un secreto que seguía molesto con su hijo por haberle llevado la contraria y Erick lo sabia, aun asi no podia evitar sentirse triste por todo lo que estaba pasando, querer a Arelis lo estaba alejando de su padre, de su familia.
Judasan respiro profundo y se acercó a la cama del príncipe con la comida en mano, sabía que no comería, había pasado aquellos días en una profunda depresión y siempre hacía lo mismo cuando estaba en ese estado. Erick no sentía hambre, ni ganas de hacer nada; sino fuera por Arelis no habría sido capaz de afrontar la muerte de su madre, pero al haber estado a punto de perder a la guardiana había empezadoa sentirse sin ganas de continuar luchando, le parecía que la vida se había empeñado en arrebatarle una y otra vez todo lo que amaba.
Erick recordó el momento en que Arelis fue asignada como su guardiana, era una niña de pocas palabras, sin embargo tenía un parecido con la reina que lo reconfortó. Arelis se había encargado de cuidarlo dia tras dia sin decir nada, hasta que se canso de verlo en aquel estado, “si va a morirse solo hágalo, pero deje de estar preocupando a todos” había dicho molesta después de un par de semanas cuidandolo. Ella nunca había sido dulce y nunca había dicho algo que él deseara escuchar, sin embargo ella se gano su corazón sin mucho esfuerzo, siempre había sido muy transparente y siempre lo había cuidado con gran dedicación, él sabía que Arelis no velaba por su bien solo por compromiso, ella siempre lo hizo porque quería protegerlo, tal vez eso fue lo que lo confundió y le hizo pensar en Arelis de una forma diferente. Ella se había convertido en lo más valioso de su vida desde el mismo instante en que se convirtió en su guardiana y él se había prometido a sí mismo que la cuidaría de todo, pero nunca pensó que la mayor amenaza de la guardiana sería el mismo.
El rey observó furioso por la ventana de su habitación, había acabado de recibir una carta del rey Mirk que le informaba que el reino mágico le había retirado su apoyo debido a la ofensa que su hija había recibido por parte del príncipe. El rey tomó la carta y la arrojó a la basura, le preocupaba que tan pronto los reinos enemigos se enteraran que estaba solo se unieran para atacarlo.
Se sentó en su trono mientras los consejeros reales hablaban tratando de idear un plan de contingencia que les permitiera mantener a los enemigos fuera de las ciudades principales. El jefe de la corte discutía acaloradamente con el duque del sur acerca del mejor metodo de proteccion. En la sala del trono había un revuelo por la noticia del reino mágico. Lo que más le preocupaba era que los guardianes tendrián que marcharse hacia el reino mágico, lo que los dejaría totalmente desprotegido ante los paganos; los reinos enemigos no le preocupaban realmente, el ejército pirata era implacable, pero los paganos eran seres mágicos y la única forma de enfrentarlos era usando magia, cosa que ellos no tenían ya que la reina había muerto y era la única que podía protegerlos. Se llevó las manos a la cabeza desesperado, le entregaría el reino a su hijo en las peores condiciones de la historia y seguramente a poco años de su reinado Erick sería asesinado por sus enemigos o por los mismos paganos.
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La guardiana y el príncipe pirata
RomanceFantasía/Drama/Romance "Dicen que el amor es mágico... pero Magia no está de acuerdo" El principe Erick hara hasta lo imposible para ganarse el corazon de la guardiana Arelis, incluso ignorara las advertencias de la protectora del reino. Pero al ser...