Arelis ya se encontraba en el patio de castigos, no podía evitar pensar en la petición que Judasan le había hecho, sin embargo no le pareció apropiado ir a pedirle al rey por la vida del príncipe, ella no tenía esa autoridad ni la consideración del rey para hacerlo, a pesar de haberse negado y haberle dejado claro a Judasan que no lo haría, el guardián había ido a hablara con el rey lo que había provocado que se enfureciera más. Arelis se paró junto al rey y junto a sus demás compañeros que pertenecían a la escolta real.
-Traigan a Erick- demandó el rey serio mientras se sentaba en el trono, dos soldados llevaron al príncipe hasta en centro del patio frente al rey y luego se marcharon para cubrirse de la lluvia- desde el principio me equivoque contigo, realmente actúe de manera injusta al castigar a los demás en tu lugar pero eso se acabó hoy. Como castigo a tu desobediencia recibirás ciento cincuenta azotes, espero que eso te permita pensar en lo que haces- el rey dio la señal para que llevaran al príncipe hasta la sepa y lo ataran. Arelis miro la escena sorprendida y preocupada, el rey jamás había castigado a su hijo al menos no de aquella manera; a pesar de que solo estaba la escolta real, Judasan y dos soldados, le pareció que era una humillación innecesaria, ella no sentía que fuera la manera correcta de castigarlo, sin embargo sabía que no era nadie para juzgar las acciones del rey.
Erick miró a su padre asustado y sorprendido aquello era algo que nunca había pasado antes, sus manos fueron sujetas con cadenas a un poste que le obligaba a estar de pie, sintió como sus ropas eran contadas dejando su espalda totalmente descubierta, miró a su padre una última vez suplicante, pero en su ojos solo vio enojo y decepción- adelante- el rey dio la orden y el castigo comenzó. Erick oyó como el látigo producía un zumbido escalofriante al cortar en aire, el látigo golpeó su piel con crueldad produciéndole una sensación de debilidad inmediata, la piel en donde tenía contacto el látigo escocia de manera insoportable, trato de mantenerse en silencio pero a medida que aumentaban los golpes aumentaba el dolor, sabía que no lograría soportar los ciento cincuenta azotes, suplico en su fuero interno que se detuvieran mientras el décimo azote llegó arrancándole un grito de dolor, que se volvió frecuente con cada latigazo.
Judasan se sentía impotente al ver al príncipe en aquella situación, la lluvia había incrementado lo que hacía la situación aún más denigrante además que estaba preso por dos soldados que lo sujetaban con fuerza para que no intercediera en el castigo, oyó otro grito del príncipe y alzar la mirada se dio cuenta que el príncipe había perdido el conocimiento, dejó de luchar y se dio por vencido al ver que el rey no se retractaba ni siquiera a esas alturas.
Arelis apretó las manos en puños con fuerzas, cada azote le hacían sentir ganas de llorar, cuando escuchaba los gritos de dolor quería para todo aquello o simplemente marcharse para no mirar, pero no podía hacer nada, el príncipe se había desmayado hacía cinco azotes y aun faltaban ciento veinte. Dio un paso al frente llamando la atención del rey, sintiendo que no podría ver más. El rey hizo una señal para que se detuvieran y los presentes respiraron con alivio.
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La guardiana y el príncipe pirata
RomanceFantasía/Drama/Romance "Dicen que el amor es mágico... pero Magia no está de acuerdo" El principe Erick hara hasta lo imposible para ganarse el corazon de la guardiana Arelis, incluso ignorara las advertencias de la protectora del reino. Pero al ser...