Capitulo 6

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Arelis llegó hasta el cuarto de armas, se sentía desanimada debido de las palabras del rey

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Arelis llegó hasta el cuarto de armas, se sentía desanimada debido de las palabras del rey. No esperaba que el rey fue tan duro con ella, mucho menos con el príncipe, ella se había encargado de la seguridad del joven desde que era una niña y nunca había fallado en su labor. Se sentó en la banca desanimada y se colocó su uniforme, estaba muy alterada para permanecer allí, necesitaba canalizar todas las emociones que sentía y cazar le permitía hacerlo.

Verificó que su daga estuviera en su lugar y abandonó el palacio, el bosque siempre estaba lleno de enemigos y darles muerte les relajaba, sobre todo cuando mataba paganos, los cuales eran los que más problemas daban y lo hacían muy constante. Así que se internó en el bosque, no le tomó mucho tiempo encontrarle la pista a uno. Los paganos eran seres problemáticos, mitad humanos mitad elfos y duendes, que odiaban a los piratas. Eran totalmente amarillos y de ojos completamente negro, nunca había oído hablar a ninguno, pero había escuchado que aquello seres también pensaban y eran como los humanos, lo único que los diferenciaba y los alejaba era el hecho que los paganos se alimentaban de carne humana, así que la relación que había entre humanos y paganos era netamente alimenticia. Le pareció extraño encontrarlo tan cerca del palacio pero continuó cazando, el camino estaba lleno de ellos, empezó a notar que algo extraño pasaba, no era normal que aquellos seres se mantuvieran tan cerca de los piratas.

Arelis miró a su alrededor preocupada, había muchos escondidos, pensó en regresar pero se vio asaltada por una gran cantidad que la rodearon. Tomó su arma de oro blanco y se las mostró indicando que está dispuesta a darles muerte.

-Hija de la noche- dijo uno de aquellos seres caminando hacia ella con un báculo brillante- hemos tratado de...- Arelis le puso la daga en el cuello haciendo que aquel ser se callara.

-Acabaré con todos ustedes- pronunció con odio, los otros seres empezaron a retroceder asustados hasta que el que tenía el báculo quedó solo. Arelis le cortó la garganta con un rápido movimiento. Los ojos totalmente negros del ser quedaron rápidamente sin brillo y su piel amarillenta empezó a tornarse verde mientras la sangre casi de color morado abandonaba su cuerpo. La guardiana guardó su arma y se agacho para tomar el báculo del ser, sus manos temblaron al tomar aquel objeto, tan pronto lo tco el báculo se volvió humo y se evaporó. Arelis se puso de pie de prisa al ver que la seguían acechando, camino con cautela de regreso y mató a cada uno de los paganos que se apareció en su camino.

El sol se puso en el horizonte pintando el cielo en una gama de colores naranjas y rojos. Respiro más calmada y caminó sin prisa. Esquivo una flecha silenciosa y se giró sobresaltada, aún le quedaba un largo camino de regreso al palacio, no sabía a qué horas se había alejado tanto. Corrió hasta el tronco de un árbol y se agacho allí intentando encontrar a su atacante. En el silencio del bosque logró identificar un sonido lejano que parecía ser un festejo, siguió el sonido atenta al saber que la estaban siguiendo. Tomó sus armas y siguió el sonido del festejo, desde una colina vio una gran cantidad de paganos reunidos en torno a un humano que se estaba inmolando voluntariamente para ser devorado. Aquella escena la llenó de terror al recordase siendo una pequeña de cinco años mirando el cuerpo de su padre sin vida. En un acto de reflejo involuntario empezó a dar pasos hacia tras con desespero tratando de apartar su vista de a aquella escena; su pie tropezó haciendo que cayera sobre unas piedras unos dos metros debajo de la colina. Un agudo dolor en el tobillo le indico que se lo había lastimado. Algunos paganos se giraron ante el ruido y buscaron con interés en su dirección. Arelis se arrastró sin hacer ruido hasta unos arbustos de escasa altura que se encontraban entre dos piedras, estuvo allí sin moverse hasta que los paganos perdieron el interés y se marcharon, para ese entonces ya había oscurecido y la nieve empezaba a caer. Arelis se puso de pie con dificultad y emprendió el viaje de regreso al palacio, sabía que estaba a unos tres kilómetros de él, lo que suponía media hora de camino, sin embargo con su tobillo lastimado le tomaría más tiempo.

La guardiana y el príncipe pirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora