siete

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— ¡Simon! — Dante entró gritando a la habitación, abriendo la puerta de un portazo — te he estado esperando abajo desde hace media hora, ¿se puede saber qué estás haciendo?

Simon giró y observó al mayor como si lo que acaba de decir no tuviera importancia.

— Estoy teniendo mi clase de vampirismo online.

— ¿Podrías dejar de mirar esa serie televisiva? Es lo más lejos de la realidad que puedes mirar.

— No voy a dejar de mirarla ahora que sé que tú también la viste — Simon habló para luego quitar el episodio de su netbook y cerrarla —, dime, ¿quién es tu personaje favorito?

Dante rodó los ojos con desesperación.

— Te lo diré después, ahora bajemos que tengo que enseñarte algo.

El castaño asintió y se levantó para seguir al rubio escaleras abajo, al llegar al salón Simon siguió a Dante hasta pararse frente a un pasillo que en muchos años anteriores habrían dirigido a los huésped a sus habitaciones.

— Es aquí — Dante volvió a hablar y señaló la puerta de madera que quedaba a la izquierda —, la puerta está trabada, quiero que la abras usando tu fuerza.

El chico pestañó, asombrado.

— ¿Puedo hacer eso?

— No lo sé, demuéstrame.

Simon dió una respiración innecesaria, se acercó a la puerta para tomar el pomo de la misma y girarlo con tanta fuerza que éste quedó en su mano como burlándose de él.

— ¡Quiero que empujes la puerta, Simon! — Dante se desesperó — los vampiros no entran girando picaportes.

Simon hizo una mueca de desagrado y levantó ambas manos para golpear la madera de la entrada, un sonido sordo hizo eco más las puertas no se abrieron.

— No puedo, mejor dame una llave y lo haremos de la manera normal.

— Es porque no usaste toda tu fuerza — el mayor explicó apoyando una mano en el hombro de Simon — concéntrate, empuja con todo lo que tienes.

— De acuerdo, aquí voy de nuevo — Simon contestó, dió un paso atrás, cerró los ojos y luego volvió a intentar abrir la entrada pero ésta vez tratando de estar lo más concentrado posible, internamente deseaba que ésta se abriera, no quería pasar más vergüenza frente al hombre de ojos verdes.

Al tocar la madera y tirar de ella hacia dentro, Simon sintió como ésta cedía a su peso y sonrió con satisfacción antes de abrir los ojos mirar a su acompañante.

— A veces pienso que eres demasiado estúpido, eres capaz de pedirle permiso a un humano para tomar su sangre — Dante explicó, serio — pero luego te veo hacer esto, esforzarte en esto y creo que tal vez, sólo tal vez, no eres tan malo.

para los que quieran pasarse: hace unos días volví a subir mi historia “hope” de malec.

VAMPIRE, simon lewis².Donde viven las historias. Descúbrelo ahora