Capitulo 38.

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Gabriela P.O.V

Me parecía irreal sentir a Alessandro nuevamente, la suavidad de sus manos y su aroma, creí que ya había olvidado como se sentía pero al tenerlo ahí, tomándome me di cuenta de que nunca lo iba a olvidar, que su aroma, su tacto, su voz permanecerían grabados en roca en mi corazón.

Seguía teniendo ese mismo brillos en los ojos que me enamoro  desde el primer momento en que lo vi.
Con la poca fuerza que tenia presione levemente su mano, pero rápidamente la retire cuando al levantar la mirada estaba ahí parada, viendo la escena expectante, con los ojos cristalinos y tocando su enorme barriga Lucía.

No es justo, no es justo para ella.

Alessandro se detuvo en seco, con la mirada cansada cerró los ojos levemente y una expresión de tristeza se apoderó de su rostro.
Era como si quiera pedirme perdón con un gesto.

Lucía comenzó a derramar lágrimas por su pálido rostro, se dio la vuelta y a paso rápido salió de la habitación.

-Ve con ella.- dije con todas las fuerzas que conseguía.

Es cierto, estaba agotada físicamente pero no se compara en absoluto a cómo me sentía emocionalmente.

La situación era dolorosa. No lo merecíamos.

Alessandro bajo el rostro pero pude alcanzar a ver una lagrima correo por su mejilla, tomó mi mano con suavidad y se acercó a mi rostro. Lentamente se acercó a mi frente y me deposito un suave beso, cerré los ojos con dolor.

-Quiero que seas el mejor padre del mundo, quiero que seas feliz.-dije buscando su mirada mientras en mantenía su rostro pegado a mi frente.

-No puedo.-dijo con dificultad cuando su voz se quebró.

Ya no le importaba y unas pequeñas lagrimas descendieron por su rostro. Yo tampoco me podía contener.

Estaba luchando por no quebrarme.

Cuando lo conocí por primera vez sabía que el era para mi, como quien sabe su nombre y su color favorito. Fue algo que supe y ya. Supe que quería amarlo, y lo voy amar aunque no tenga sentido pero es hora de dejarlo ir.

Me estaba haciendo mucho daño.

Esto se sentía como una despedida.

Y lo era.

Sin mirarme Alessandro se aparta de mi y con la cabeza gacha sale de la habitación.

Su aroma permanece intacto por unos segundos.

Lo inhale con desespero antes de que se desvaneciera, como si lo estuviese guardando dentro de mi para siempre. En el fondo eso era lo que esperaba.

Enzo hizo una mueca de tristeza y cerró la puerto con suavidad antes de irse.

Cerré los ojos y las lagrimas solo salían.

Dolía mucho.
No quería decirle adiós pero era lo correcto.

El cansancio se apoderó de mi y poco a poco me desvanecí.

El resto de los días dentro del hospital fueron iguales, Ignazio me visitaba todos los días con hermosas flores de colores, las enfermeras entrando en desfile para cerciorarse de que todo esté bien con mis pulsaciones y mis signos vitales.

Antes de irme Lisa me hizo prometerle que me cuidaría, que comería y que tomaría mis vitaminas. La abracé con fuerza y le agradecí por el cariño.

Era el primer día después en mi casa después de estar en el hospital y me encontraba completamente sola.

Mis padres se encontraban cada uno en viajes de negocios que según sus propias palabras eran " impostergables" y mi hermana por su parte estaba preparando su nuevo departamento, uno muy cerca de su facultad y más céntrico, se quería independizar.

Me parecía bien. Poco a poco la vida de todos estaba tomando su rumbo, pero yo me sentía tan perdida, tan frágil y sola.

Ya no quería seguir triste. A parte unas lagrimas de mi rostro. No me merezco esto.

Tengo que salir de esto.

La oscuridad de la noche se reflejaba a través de mi balcón. La luna está hermosa y rodeada de pequeñas estrellas.

Sin darme cuenta había pasado toda la tarde, desde que Ignazio me trajo, en mi cama, con la mirada perdida y brotando lagrimas sin poder controlarlo.

Tengo que salir de esto.

Con decisión me quite la suave manta de encima y lentamente saque una pierna y luego la otra de la cama, sentada en el borde de esta, tarde unos pocos segundo en tomar las fuerzas para levantarme.

Lo hice sin pensarlo mucho y rápidamente un pequeño mareo me paralizo, esperé a que pasara y camine baño lentamente.

Aún me sentía un poco débil, pero tenía mucha hambre.

Ignazio quería llevarme a comer antes de dejarme, pero le dije que estaba bien. Tenía un turno que atender y yo no me sentía la mejor compañía para nadie.

Di unos cuanto pasos hasta que llegue al baño, estaba frío agradecí en mis adentros por el sweater que llevaba.

Me puse frente al tocador, tenia el rostro rojo e hinchado por haber llorado toda la tarde, y el día. La verdad todos los días.

Me pase la mano por el rostro y sentí mis grandes ojeras. Estaba pálida, me veía realmente mal. Cansada. Demacrada.

Abrí el grifo y con suavidad me eche un poco agua en el rostro estaba fría, ayudará a despertarme un poco.

Me despoje de mi ropa y me adentré en la tina, el agua tibia caía suavemente sobre mi cuerpo y se sentía bien.

Era una de las pocas cosas que se sentí bien en estos días.

Lo agradecí para mis adentros.
Luego de un rato salí del baño, con una toalla en el cabello y una alrededor de cuerpo.

Salí y miré el reloj sobre mi mesa de noche.
10:43 pm.

Rápidamente me cambie, me puse un pant de pijama con estampado escocés rojo y una camisa blanca. Cepille mi cabello y baje a comer algo.

Sentada en la mesa de la cocina con un emparedado de pavo a frente y mirando a la nada, me di cuenta que esta era mi nueva rutina y que debía acostumbrarme a ella.

Ya no quería volver a saber de Alessandro nunca más.

Alessandro P.O.V

-¿Lo juras?.- dice Lucia sin poder ocultar la felicidad en su rostro.

-Lo juro.-digo mirándola fijamente.-Juro que me quiero casar contigo.-termino y tomo con una mano su rostro y con la otra prominente barriga mientras deposito un pequeño beso en sus labios.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2020 ⏰

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