✺ Café [Dazai Osamu]

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La custodia de Yokohama se dividía en tres partes. La mañana, de la cual se encargaba las agencias gubernamentales, la tarde, de la cual sería dueña la Agencia de Detectives Armados, y por último, en las noches, rondaba la Port Mafia.

No era de sorprender que en más de una ocasión, dichas organizaciones tuvieran conflicto -en especial las dos últimas -, sin embargo, tras el incidente de Fitzgerald, Yokohama había gozado de una paz tan pura, que podrías sentirla incluso al respirar.
Cierto era, que había alguno que otro asunto turbio bajo el agua, pero fuera de ello, no cabía asunto público que dañará la tranquilidad de la ciudad; incluso los distritos más problemáticos permanecían tranquilos. Es por eso que la Agencia de Detectives podía mantener tranquila, sin tener que ejercer preocupación en resolver casos complicados (cosa que aburría de sobremanera a Edogawa), tampoco en que Atsushi cometiera algún tropezón al momento de ser escolta, ni mucho menos en cuidar de que Dazai estuviera vagueando por ahí, en sus desesperados intentos por quitarse la vida de forma indolora.

Por otro lado, en la ciudadanía, podía decirse que permanecía de igual manera que incluso antes del incidente, pasando por desapercibido los asuntos relacionados a la Port Mafia, pues no querían meterse en problemas, y muy pocos recurrían a la Agencia, pues no había mucho que tratar como anteriormente se dijo. Sin embargo, eso era diferente para una de las camareras de la cafetería en la planta baja del edificio en el que estaba situada dicha organización. La tranquilidad había traído menos trabajo a la plata de arriba, por tanto, en su trabajo había bastante ajetreo. No podía permitirse demasiado tiempo en divagar en sus pensamientos.

Sus largos cabellos [c/p] estaban atados en una coleta baja, cubiertos por una vincha de holanes blanca. Andaba de un lado a otro con bandeja en mano, cuidando de no derramar los contenidos sobre alguien, o de quebrar alguna taza. Si bien, Lucy también la ayudaba, las pobres chicas no se daban abasto en ese momento. Las horas pico en las cuales los empleados salían a comer, solían llenar en pequeño local, sorprendiendo incluso al gerente, a pesar de que estuviera su clientela frecuente.

- ¡Nee, T/N-chan! ¿Podrías traernos un poco de soba por aquí~?

Esa era la voz de Kenji, el miembro más joven -además de Kyōka- de la agencia. Le mostró una sonrisa sincera, alzando levemente sus mejillas pecosas mientras hacía ademanes con las manos, agitando sus hebras rubias.

- ¡E-enseguida voy!

Contestó, con voz temblorosa mientras dejaba los trastos sucios en su sitio, dirigiéndose a la cocina, dejando al rubio satisfecho. Sin embargo, eso no paso en desapercibido en absoluto para los demás. T/N tenía la costumbre de tratar de hacer varias cosas a la vez, por lo que fue fácil para ella preparar dicha comida, mientras lavaba algunos de los trastos.

Mientras tanto, en la mesa donde el rubio se encontraba, una charla amena estaba a flote. Todos los miembros de la agencia se encontraban ahí, incluido el presidente quien milagrosamente había aceptado la invitación de Yosano para acompañarlos esa tarde a tomar un café, aunque claro está que el mismo no era muy partícipe de la conversación. _____ se llevaba bastante bien con la mayoría de los miembros de la agencia en especial con Yosano y Kenji. Su relación con Kunikida, Atsushi y Ranpo era en término medio, mientras que con Kyōka, Haruno y los hermanos Tanizaki no eran más que conocidos de vista, pero la única persona con la que jamás había entablado conversación alguna era con Dazai Osamu. Para ella, Dazai era un completo misterio. Apenas y cruzaban miradas. Muchas veces incluso sus compañeras le pedían que se alejara de él, o se las arreglaban para hacer que de uno u otro modo, le atendiera otra persona que no fuera la de ojos [c/o].

Sin embargo, la persistente mirada avellana del joven la ponía de los nervios. Era como si rebuscara en lo más profundo de su alma, incluso más allá, donde ella desconocía; a pesar de que había observado su comportamiento que se basaba en molestar a sus compañeros, le parecía un enigma con todas sus letras.

Pero eso no quitaba el hecho de que era apuesto, atractivo y estaba como quería.

No podía negarlo. Pero sin embargo, no consideraba que ella estuviera a su altura, por eso mismo, no se acercaba por cuenta propia, cabiendo recalcar que el autoestima de ____ no era demasiado alta. Tenía sus inseguridades como toda persona, y pensar que aquél castaño tenía una habilidad, la aterraba. Ella era una ciudadana común, que trabajaba en una cafetería. Suspiró. Negó con la cabeza para sus adentros, secando sus manos en el delantal, humedeciéndolo, después tomando la orden y acercándose con la bandeja en mano.

- Aquí está tu pedido, Kenji-kun.

- ¡Muchas gracias, ___-chan! ¡Eres la mejor!

Las mejillas de la joven se ruborizaron suavemente por el cumplido, negando con la cabeza.

- E-eso no... -susurró. Bueno, ¿Necesitan algo más?

Tomó la bandeja vacía con ambas manos y la bajó de su hombro. La doctora asintió, junto con Kunikida y Ranpo.

- ¿Podrías traerme otro café?

- Yo quisiera un melonpan.

- ¡Dangos! ¡Más dangos!

Anotó mentalmente los pedidos. Para Yosano, un café, Kunikida un melonpan, y Ranpo, dangos, como era de esperarse. Asintió, a punto de retirarse, esperando alguna petición más.

- Yo estoy bien, gracias. - Sonrió el Jinko.

- Lo mismo digo. - Kyōka y el presidente se le unieron.

El resto negó también, haciendo que nuevamente se retirase a seguir sirviendo.

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Pasó una media hora desde entonces, indicando que ahora sólo quedaba alrededor de diez minutos para cerrar. La mayoría de las personas se había retirado, incluso Lucy, con el resto de camareras a excepción de una, el encargado y ella misma. Soltó un suspiro, completamente agotada. Sí que era difícil los días como aquellos en Yokohama. Salió por la puerta de la cocina, una vez más y probablemente la última en el día, dando un brinco al ver la silueta del joven de veintidós sentado frente a la barra.

- Oh~ ¿Te asuste~...?

- Un poco...

- ¿____-chan, cierto?

- Así es... Eres... Eres kenshi* ¿Cierto?

- ¡Woah, me conoces, ___-chan~! Me halagas mucho.

El joven se llevó una mano al pecho, de sobremanera y exagerando al lagrimear. Ella sonrió de lado, negado con su cabeza.

- ¿Puedo ayudarte en algo...?

- Dazai. Osamu Dazai. Y sí, podría hacer...

El usó un tono algo despectivo, mirándola de pies a cabeza, con los ojos entrecerrados, asintiendo varias veces, dejando confundida a la oji[c/o]. Dazai la había analizado perfectamente, y era una buena candidata para su propuesta de sucidio doble, sabiendo que podría aceptar, después de todo, podría ser frágil; las ojeras cubiertas en maquillaje denotaban su cansancio producto de su soledad. De su sobreesfuerzo. Su cabello constantemente desaliñado por el ajetreo y el poco sueño. Dazai sabía que ____ podía tener crisis en pequeños momentos.

- La verdad es que, desde el momento en que te ví... Tu belleza me deslumbró como el sol de verano en un día caluroso, apenas y podía mirarte. No creí que eso fuera posible, un ser humano tan perfecto~ - le tomó las manos.

- Dazai... - ella se sonrojó violentamente.

- Desde entonces, no puedo dejar de pensar en tí... Entonces, ¿Qué dices? ¿Cometerías un suicido doble conmigo, mi flor de loto?

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Kenshi: Borrador. Por el contexto, se entiende como "el que borra", haciendo alusión a la habilidad de Dazai.

Lo amo, bais.
Quédense en casa.

𝕺𝖓𝖊-𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘  [Pedidos Cerrados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora