Capítulo 2

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Jonah despertó en su cama, con su manta tirada en el suelo. Abrió los ojos para ver su cuerpo sin ningún cambio destacable en su figura. Aquello lo decepcionó bastante. Pensaba que al despertar habría obtenido más músculos o incluso haber desarrollado algún superpoder, pero nada, entonces recordó aquel sueño. Estaba él en su cama y entonces... Jonah no podía recordarlo, todo estaba borroso. Solo sabía que tenía algo que ver con su pecho. Se levantó como pudo de la cama y se acercó al espejo de su habitación. Se quitó la camisa de su pijama para verse completamente normal. Repasó su cuerpo y al no ver nada, se rio por aquel estúpido sueño. Tras eso, no era capaz de pensar en que Nico de verdad había creado una poción mágica. Para él todo era una mentira. Nico le dio falsas ilusiones, pero sabía que no era su culpa.

Al llegar al instituto se reencontró con Nico, quien lo cogió del brazo y se lo llevó a rastras hacía el aula de ciencias antes de asistir a clase. No había nadie, así que, ellos dos no tenían por qué preocuparse. Nico sudaba por si los pillaban, pero le preocupaba más Jonah que otra cosa. Si moría, su conciencia no le permitiría dormir tranquilo, había de hacerlo por él mismo.

- Abre la boca –Le dije a Jonah. Este se negó al principio, pero acabó abriéndola y Nico tomó otra muestra de saliva.

- ¿Hasta cuándo estaremos así?

- ¿Has notado algún cambio en tu cuerpo? –Le preguntó ignorando completamente su pregunta.

- Que yo sepa no –Contestó, suprimiendo el extraño sueño que no lograba recordar. Sabía que no era más que un sueño, algo sin extrema importancia.

- ¿Dolores de barriga? ¿Pérdida de memoria?

- Sí, tengo ganas de cagar un montón y... ¿Quién eres tú? –Contestó sarcásticamente, pero Nico no estaba para bromas.

Viendo que no llegaban a ninguna parte, Nico decidió sacarle un poco de sangre, pinchándole desprevenidamente en todo el brazo. Nico recibió una hostia por parte de su amigo y este, molesto, se marchó de la sala. El timbre del instituto sonó y Jonah fue a su clase. Nico pasó junto a él, corriendo, mientras que Jonah caminaba sin prisa.

El día transcurrió con normalidad para los dos chicos, sin desastres, sin problemas y sin mutaciones extrañas. Al salir de clase, Jonah vio a su novia Laura, la primera chica que tuvo a sus pies. La chica de pelo moreno parecía molestada por algo, cada una de sus acciones las hacía con odio. Él se acercó a ella y la abrazó, dándole tiernos besos en el cuello, pero Laura lo apartó de él, «¡No estoy para tonterías!», le gritó. Jonah se apartó de ella, realmente estaba enfadada. Jonah cambió su expresión y le preguntó a la chica que tenía en frente el porqué de esa cara y ella, soltando un suspiro, le contó que sus amigas habían estado hablando de ella a sus espaldas. Se burlaban de su peso y su barriga y la grasa que comenzaba a acumular y tras descubrirlo, la chica se enfrentó a ellas y la cosa se fue de control. Laura estaba tan mosqueada que no quería hablar con ellas nunca más.

- Haces lo correcto. Te han demostrado que no merecen tu amistad con esos comentarios tan feos. Tan solo se acercaron a ti por ser amables, pero esa amabilidad se ha acabado –Le dijo–. Es mejor dejarlas estar ya que tu estas perfecta tal y como eres, y no tienes que cambiar para gustarle a nadie.

- ¡Jo-der! M-Muchas gracias, Jonah –Dijo dándole un beso en la mejilla.

Jonah se quedó boquiabierto con sus propias palabras. Habían salido de él sin control. Se acercó a ella, pensando con la polla y parecía ser que, el verla tan mosqueada y a punto de romper en llanto, sintió la empatía y por un momento, no la veía como una persona que podía satisfacer sus necesidades, sino como una amiga. Parpadeó unas cuantas veces y en voz baja respondió, «De nada...»

Con su ánimo levantado, Laura le invitó a pasar la tarde en su casa ya que sus padres estaban trabajando. Al acabar el instituto, él y ella caminaron juntos hasta la casa de la chica. Laura abrió la puerta y subió hacía su habitación, dejando la mochila a los pies de la cama. Jonah se abalanzó sobre ella por la espalda y la cogió, abrazándola y la puso sobre la cama. Ella se reía a carcajadas, mientras Jonah le hacía cosquillas. Los dos intercambiaron miradas, habían estado unidos desde que comenzaron el bachillerato y aunque Jonah tenía otras chicas a su disposición, ella era su favorita. Jonah y Laura juntaron sus labios y se besaron.

Por un instante, el chico se sintió diferente y se apartó de ella con un enredo de pensamientos en su cabeza.

- ¿Estás bien? –Le preguntó Laura, apoyando su mano en su hombro.

- Sí. Es solo un mareo –Dijo cerrando sus ojos. Al volver a abrirlos, Jonah se sentía como nuevo.

Laura le sonrió y lo abrazó, acariciando los músculos del chico. Aquello era lo que necesitaba, que una chica le tocara y expresara su amor hacía él. Las manos de Laura se desplazaban por todo el cuerpo de Jonah: De su cuello a sus brazos y de su pecho a sus piernas. Laura era virgen, siempre había querido hacerlo con Jonah pero no veía la oportunidad y esta, era la oportunidad que había estado deseando desde que cumplió los 17. «Oh sí», afirmó Jonah con una sonrisa y una mirada perversa, al ver como las manos de su novia se acercaban cada vez más al bulto entre sus piernas.

Jonah no pudo resistir más sus instintos masculinos y se abalanzó contra ella, logrando quitarle su camisa y dejándola en sujetador, pudiendo ver sus pechos. Jonah la besó por todo su cuerpo, Laura lo estaba disfrutando, sabía que aquel era el día. «¿Te gusta?», le preguntó, acariciando los pechos de la chica.

El líquido vaginal se escurría entre las piernas de Laura, estaba mojada. No lo aguantó más y de su boca comenzaron a salir dulces gemidos que llegaron a los oídos de Jonah. Pero con el primer gemido de Laura, Jonah sintió un terrible dolor en su miembro y se bajó los pantalones para comprobarlo. Laura pensó que Jonah estaba por hacerlo y ella estaba feliz, pero su felicidad se desvanecía cuando abrió sus ojos y vio a Jonah sin los pantalones y quejándose de dolor.

- L-Laura... –La chica se bajó de la cama y se acercó a él para ver cómo se encontraba–. ¡Aparta! Siento que voy a... –Jonah no pudo aguantar, corriéndose en el acto y manchando a Laura en sus pechos.

La chica estaba perpleja, no sabía lo que le estaba pasando a su novio. Bajó su mirada y vio algo que nunca creería ver. La polla de su novio empezó a encogerse. Primero fueron sus testículos, se escuchó como si fueran succionados, haciendo que Jonah soltara un grito mezclando el dolor y el placer y poco a poco, el cascaron vacío que era su miembro comenzó a meterse hacia adentro y abrirse de tal manera que se convirtiera en una vagina perfecta. El momento en que los labios se formaron allí abajo, Jonah perdió su miembro masculino.

- ¡Jonah! ¡Tu polla! –Dijo Laura, llevándose las manos a la cara.

Jonah estaba en shock. Deslizó sus manos con miedo y tocó su delicada vagina, sintiendo lo húmedo que se encontraba. Al alzar su mano, sus dedos estaban pringosos por los líquidos vaginales que él mismo había hecho.

Acto seguido, Jonah apartó la vista de Laura y vomitó en el suelo. Su vomito tenía un color rosa, recordando a la poción que se tomó el día anterior y al hacerlo, su polla regresó, volviendo todo a la normalidad. Jonah estaba exhausto, Laura lo miraba con los ojos abiertos sin saber lo que acababa de presenciar.

Lo único que pudo salir de la boca de Jonah fueron las siguientes palabras: «Nico, yo te mato».

Sexy Señorita: La formulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora