Capítulo 18

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Era lunes. Jonah regresó a clase y las ojeras que tenía ahora eran parte de él, dándole un tono más aterrador que inquietó a varios compañeros suyos con la primera mirada. Pero decidieron no prestarle mucha atención, tan solo era un inconveniente; la gente pensaba que era porque no había dormido bien. Todos prefieren creer en una falsa verdad a tratar de indagar en lo más profundo de la gente. Así son las personas, como Jonah. Este se sentó en su pupitre y miró a David quien, este se volteó hacia él. Los dos se saludaron. No se dijeron nada y continuaron sus vidas.

- Bien chicos, ¡Hoy vamos a hacer un trabajo en grupo de tres! Y los grupos los he elegido yo... –Afirmó la profesora, sacando una lista.

Jonah prestó atención cuando escuchó su nombre. Su grupo estaba formado por una chica estudiosa de nombre Ruth, y Kara. Ella no dijo nada, tan solo, se acercó a él, temblorosamente y asustada. Jonah se la quedó mirando, «Buh», le dijo a modo de broma. Junto a él, la chica rubia no se sentía muy a gusto.

- Bueno, entonces somos un grupo –Dijo Ruth con una sonrisa tímida. Él observó a la chica que había llegado hace poco, la recordaba del primer día y lo que le causó a su amiga. Ella miró a Kara, quien se escondió tras ella–. Vale... Este grupo parece tener muy malas amistades –Dijo Ruth, sintiendo el odio de Jonah en el aire–. ¿T-Te parece que hagas tu parte desde aquí mientras nosotras dos nos vamos hacia la otra punta de la c-clase? –Le preguntó algo nerviosa. Jonah afirmó con la cabeza.

Una vez las dos chicas dejaron de molestarle, Jonah cogió un papel y empezó a escribir y no detenerse. De vez en cuando, miraba con desprecio a Kara quien estaba con Ruth. Ella era guapa, de pelo negro, con gafas y vestía de una camisa negra y una chaqueta blanca aquel día. Ruth resultaba una chica tímida a pesar de tener a muchos chicos a sus pies, pero ella solo tenía ojos para uno. Y mientras Jonah iba a lo suyo, las dos chicas hablaron desde una distancia que no pudieran escucharlas.

- ¿Qué ha pasado entre vosotros dos? –Le preguntó.

- Nada.

- ¿Tuviste algo que ver con lo de Helena?

- ¡Metete en tus asuntos! –Le gritó.

Ruth tan solo trataba de entender a su compañera de clase, pero estaba tan asustada que no podían ni entablar una conversación normal. Ruth se giró hacia Jonah, y era verdad que ahora provocaba miedo. Kara también le miró y un escalofrió recorrió el cuerpo de las dos. Jonah giró lentamente su cabeza hacia sus compañeras, con los ojos bien abiertos y una mirada seria. Los ojos de las dos chicas cruzaron con los de Jonah, quien parecía carecer de vida. Kara apartó rápidamente la mirada de Jonah. Su mano temblaba mientras escribía. Ruth puso su mano sobre la suya para calmarla, «¡No me toques!», gritó, apartando su mano de ella bruscamente.

- Lo siento... Yo tan solo...

- Cállate, ¡Cállate! –Dijo Kara llevándose las manos a la cabeza y llorando. Aquella agonía la estaba matando, sufría por dentro por lo que le hizo a Jonah, pensaba que, si tal vez no hubiera hecho nada, ahora mismo no estaría tan asustada. Ella se redimía y pagaba su castigo, al contrario que Jonah.

Jonah escuchó todo aquello, pero no le prestó mucha atención. Miraba con atención lo escrito en su papel; media hoja llena. Al acabar la clase, Jonah entregó la hoja a sus compañeras y al leerlo, se les dejó la sangre helada. En la parte de atrás de la hoja, Jonah había escrito con rojo: «Ignorar es una forma de matar». Jonah se marchó, con una sonrisa en su rostro.

Camino por los pasillos hasta que topó con Nico, quien llevaba una botella de líquido rosa entre sus manos. La poción. Jonah le paró y le saludó, cogiéndole de los hombros. Jonah estaba realmente amable, con una sonrisa en su rostro frente a su amigo, pero todo era mentira, Jonah solo quería lo que Nico tenía entre sus manos.

- ¿Cómo te va? –Le preguntó. Nico levantó una ceja–. Oye, ¿Para cuándo volvemos a hacer eso? – Le preguntó arcando las cejas.

Nico se quitó las manos de Jonah de sus hombros y se quedó pensativo, mirando de tanto en tanto la botella entre sus manos. Nico no estaba seguro de cuando iba a ser la próxima vez ya que con todas las cosas que había apuntado, las grabaciones y los apuntes, su trabajo ya estaba casi terminado. «¡Oh vamos! Siempre hay una última vez», Nico le parecía que Jonah estaba diferente, demasiado diferente. Lo que no sabía era que se le estaba agotando la paciencia. Se fijó en sus ojeras, eran muy notables. Agitó su cabeza y se encaró contra su amigo:

- ¿Por qué quieres la poción? –Le preguntó. Jonah suspiró.

- La masturbación... El sentir unos pechos... Eh... –A Jonah se le acababan las ideas y Nico comenzó a sospechar, que todo aquello era mentira.

Nico, viendo el estado de su amigo, decidió que no era buena idea darle la poción y que esperara al sábado para poder tomarla ya que, sería la última vez que lo haría. Aquello enfadó a Jonah hasta puntos extremos. Invadido por la rabia, empujó a Nico con violencia para arrebatarle la botella, pero Nico luchaba por ella ya que no iba a dársela a su amigo tan fácilmente. Jonah se abalanzó sobre él, pero Nico logró poner su pie sobre Jonah, alejándole de él. Pero al igual que Nico, Jonah no se dio por vencido y golpeó a Nico en la cara, rompiéndole las gafas. Nico tuvo que soltar la botella y Jonah, se la arrebató, riéndose mientras la cogía entre sus manos.

- Lo sabía... –Respondió Nico, con la mano en su ojo.

Jonah le miró confuso y observó cómo se levantaba.

- ¿Qué es lo que sabias? –Preguntó Jonah con una ceja levantada.

- ¡Qué estas enganchado! –Le respondió–. Lo que tienes en tus manos es pintura líquida, puedes comprobarlo –Sorprendido, Jonah lo comprobó y olió el líquido en su interior, efectivamente, era pintura–. El viernes te vi saliendo del insti como Hanna y tuve mis sospechas... No quería creerlo, pero, parece ser que era verdad –Afirmó, entristecido de que lo que descubrió fue nada más que la verdad. La pura verdad–. Jonah, tienes que parar. La poción es una droga y te has vuelto adicto a ella.

- Lo sé... –Dijo arrepentido, tirando la botella de pintura al suelo–. Lo sé, pero estas ganas... El dolor que siento, no se detiene, pero con la poción –Jonah apretó su puño–. ¡Tienes que darme la formula! –Le gritó, dando un paso en adelante mientras Nico daba uno hacia atrás.

- Mírate... Solo te estás haciendo daño a ti mismo.

Y antes de que Jonah pudiera siquiera hacer algo, Nico salió de allí corriendo.

Jonah quiso seguirle, pero su cuerpo no le obedecía. Frustrado consigo mismo, golpeó una de las taquillas a su izquierda mientras rechistaba entre dientes. «Eres débil, eres débil», repetía una voz en su cabeza. Jonah agitó de lado a lado su cabeza y caminó hasta su clase por los pasillos que poco a poco se transformaban en una cueva de cristal transparente. Jonah se veía envuelto en una burbuja mental que lo apartaba de la realidad y le hacían ver cosas que no estaban ahí, e incluso le hacían perder la noción del tiempo. Hacia frio. Jonah se frotó las manos. El frio le erizaba la piel. Y sin previo aviso, un gran muro de hielo se formó frente a él y su reflejo, no era el suyo.

Alargó su brazo, con una cara calmada y tocó el reflejo que, pronto cambió a ser el suyo. El reflejo de una chica. De una mujer.

A pesar de todo esto, de lo bien que se sentía, Jonah sabía que nada era real y volvió al mundo al que pertenecía. Todo había sido una simple ilusión, una mentira. Jonah estaba harto de esas mentiras e iba a hacer todo lo posible para evitarlas.

Sexy Señorita: La formulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora