Capítulo 15

753 23 3
                                    

- ¡¿Qué estoy haciendo?! – Se preguntaba Jonah.

Todo a su alrededor era oscuridad. Se encontraba en un lugar totalmente oscuro en el que sus pensamientos predominaban en su mente y le hacían darse cuenta de las cosas que había hecho. Se llevó las manos a la cabeza, sintiendo una culpabilidad que no podía retener en su cuerpo, pedía a gritos que se fuera cuando de pronto, despertó. Jonah recordó donde estaba, en su habitación.

Jonah malgastó su primera transformación con Nil, un adolescente que conoció en el bar y tuvieron un polvo de unos diez minutos para luego, no volver a verse jamás. Cinco días después, Jonah tomó la poción por segunda vez, seduciendo a un chico llamado Isaac. Este, alardeaba de vivir solo a su edad y por eso, Hanna le convenció para ir a su casa. Isaac aceptó y los dos lo hicieron sin descanso durante toda la noche. Por suerte, Jonah tuvo tiempo de irse antes de transformarse nuevamente y ser descubierto por el chico.

Al regresar a casa bastante tarde, sus padres comenzaron a sospechar que volvía a sus orígenes, pero Jonah no estaba volviendo hacia atrás, se estaba convirtiendo en algo peor de lo que nadie podría pensar.

Despierto, Jonah miró la botella con el poco líquido que le quedaba sobre la mesa; tan solo le quedaba una transformación. Su fiebre había disminuido, pero sentía su cuerpo muy débil y como su piel, parecía estar despegándose de él. Jonah se daba cuenta de aquello, de que algo no iba bien en él, pero no quiso hacer nada al respecto. Él sabía que tenía un problema con aquella poción, o más bien, con aquella droga. Ya no podía pensar en estar una semana sin tomarla. «¿De verdad es tan malo querer disfrutar los placeres de ser mujer?», se preguntó. Aquello lo dejaba con dudas, pero sin remordimientos.

Jonah regresó a clase el miércoles tras que su médico le ordenara reposar –Ya que pensaba que era fiebre común–, y asistió algo tarde de lo usual. Sus profesores ya estaban al tanto y se daban cuenta de que estaba cambiando a su antiguo ser, los retrasos, el abuso a Helena. Aquello ultimo le costó la expulsión por una semana y Jonah no se arrepentía de nada, en cambio, cada vez que veía a Helena, este le sonreía, recordándole de que es capaz de hacer.

Su mentalidad se dividía en dos partes. Casi todo su cerebro se centraba en la negatividad mientras que una diminuta parte de su cerebro era la comprendida y la amabilidad. Y la mentalidad de Hanna se dividía en una sola parte, el sexo.

Cuando acabó la primera hora de clase, Jonah se fue el primero de todos y por el camino, se topó con Laura. Ella no estaba enfadada, ya habían hablado sobre el tema de Helena y se acercó a él, para besarle, pero dio un paso hacia atrás, cosa que sorprendió a Laura como al mismísimo Jonah. Este agitó su cabeza sin saber qué fue lo que pasó y le besó: «Era broma...», respondió entre risas. Laura le siguió el rollo y rio también.

- ¿Haces algo este sábado? –Le preguntó Laura a Jonah. Este negó con la cabeza–. Mi casa está sola, así que he pensado que tú y yo podríamos...

- ¡Me encantaría! –Afirmó, sintiendo algo incomodo siendo él quien daría placer a otra persona.

- Pero en serio... –Dijo Laura cambiando el tema–. ¿Por qué pegaste a Helena?

- ¡¡Por qué me sacaba de quicio!! –Le gritó–. Porque no podía aguantar, porque tenía que desahogarme, ¡Por qué se lo merecía! –El tono de voz de Jonah cambió y Laura se asustó–. Perdón... No pretendía...

- Te entiendo Jonah, pero la violencia no es la solución –Dijo, dándole un beso en la mejilla–. Nos vemos luego.

Laura se alejó de Jonah y este, fue hacia su respectiva clase. Allí no paraba de pensar con quien aprovecharía la siguiente dosis de la fórmula para poder satisfacer sus deseos. Miraba a todos los chicos de su clase mientras mordía su labio inferior y se hacía fantasías con cada uno de ellos, pero ninguno era lo suficientemente guapo como para malgastar la dosis.

A tercera hora de instituto, Jonah regresó a su clase después del descanso. Había estado hablando con Ferrán, pero no le había prestado mucha atención. Una vez se sentó en su pupitre, siguió fantaseando mientras garabateaba cosas en su libreta. Dirigió su mirada hacia David, mordisqueando el lápiz y entonces, pensó como sería tener sexo con él. Le gustó. Iba a ser su siguiente objetivo y quería hacerlo esta semana, entonces, solo tenía hasta el viernes para planearlo.

Jonah dirigió su mirada hacia Kara quien le observaba. Ella le miraba de reojo, con miedo, al saber lo que le hizo a su amiga y al verse reflejado en sus ojos, Jonah reflexionó sobre lo que hizo y lo que estaba haciendo. Miró su mano abierta, «¿De verdad es tan malo querer disfrutar los placeres de ser mujer?», y luego cerró su puño. Para Jonah aquello no era algo malo, pero, una cosa no tenía que ver con la otra. Quería disculparse con Helena, «¿Por qué disculparte?», se preguntó ya que sus males habían sido provocados por la chica y entonces sonrió.

Jonah no se compadeció de Helena, es más, le gustó haberla golpeado y eso quedaría en la mente de las chicas que trataban de hacerle la vida imposible, como Kara. No le importaba la expulsión, tan solo el poder de vengarse. Kara vio su sonrisa, sintiendo las malas vibraciones salir de él y apartó rápidamente la mirada.

Jonah comenzó a reír en silencio, sin que nadie en la clase le pudiera escuchar y en su mente, tan solo estaba la idea de convertirse en Hanna lo más rápido posible ya que, la droga que era la poción, lo estaba consumiendo por dentro.

Sexy Señorita: La formulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora