Jonah lo había estado pensando seriamente.
Este quería traer a su compañero hasta su casa o poder conocerse como Hanna, pero ninguna de las dos opciones era viable o segura y lo veía más bien, como un desperdicio. Quería aprovechar cada segundo como Hanna y para eso, necesitaba pensar con la cabeza. Era jueves por la noche y planeaba que hacer con David. Jonah exprimía su cerebro a más no poder y sus ojeras iban en aumento. Jonah dormía bien, no estaba cansado, era la droga que tomaba la que le causaba todos los males que ignoraba. Este se llevó las manos a la cabeza, estresado de tanto pensar.
Cansado, apagó las luces de la habitación y se fue a dormir. Poco a poco, fue cerrando sus ojos.
- ¿Tan pronto te rindes? –Le preguntó una voz en su cabeza.
Jonah quiso abrir sus ojos, pero estos no respondían.
- Si yo fuera tú... Ya habría adivinado como follarme a David –Entonces, Jonah reconoció aquella voz. Era Hanna. Y con eso, supo que ya estaba soñando.
Jonah trataba de abrir sus ojos o de mover sus brazos o alzarse de la cama, pero no le era posible. De pronto, sintió una presión sobre su cuerpo, como si alguien se posara sobre él. El contacto de su piel con la misteriosa figura era suave, deseaba cogerle de las piernas, pero no le era posible.
- Si yo fuera tú... Iría directa a por él, sin importarme lo que los demás pensaran –Contestó.
Aquella idea era tan directo y arriesgada, que Jonah no podía permitirse ser descubierto por nadie. Hanna, aprovechándose de su conexión con Jonah, supo lo que pensaba y acercándose al odio del chico, le susurró: «El placer lo silencia todo».
Jonah no estaba seguro de que hacer. Podía esperar y dejarlo para otro día, pero entonces, sintió un terrible dolor en su barriga como si le golpearan con el puño. Este se retorció de dolor.
- ¡Eres débil! –Le gritó–, un fracasado –Remarcó–, pensaba que yo no me rendía tan fácilmente –Hanna no hacía más que provocar su lado masculino para dejarla salir.
Jonah trató de mover sus brazos y quitarse esa presión sobre el cuerpo, pero no podía, así que trató de formular las siguientes palabras: «Vete de mi cabeza». Jonah parecía luchar contra la droga que le dominaba; luchando contra la adicción que tenía.
- ¡Vete de mi cabeza! –Gritó con todas sus fuerzas, pero aquello no fue suficiente, ni todo el valor que hubiera acumulado habría hecho frente al poder que tenía Hanna sobre él.
- Que mono, tratando de luchar contra mí –Hanna puso sus manos sobre el pecho de Jonah–. Tú no puedes ganar...
Con todas sus fuerzas acumuladas, Jonah despertó.
Jonah estaba sudando, tenía el cuerpo pegado a las sabanas y aunque no hiciera calor, había dejado una mancha con su forma en la cama. Jonah pasó su mano derecha por la cara, dejando soltar un suspiro. Encendió su móvil, deslumbrándole en toda la cara. Eran las 4:00h de la mañana. Esas cuatro horas de sueño habían pasado como segundos y tras eso, Jonah no pudo volver a conciliar el sueño, no se veía capaz de caer en el mismo abismo que antes y sentir la dulce presión de Hanna en su cuerpo. No por hoy. Hanna seguía ganando.
Se levantó y se fue al baño, donde se mojó la cara con agua. Miró su reflejo, y aunque lo detestaba –El mirarse al espejo y verse hombre–, sabía que iba de mal en peor y en vez de preguntarse lo de siempre, si era tan malo querer disfrutar los placeres de ser mujer, en su cabeza resonó una frase completamente diferente: «El placer lo silencia todo». En lo más profundo de su corazón, deseaba hacerlo con David y sentirse libre para que, al día siguiente, Laura no sospechase de él.
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Sexy Señorita: La formula
General FictionJonah es un chico de bachillerato rebelde, no muy estudioso, guapo y creído. Nico es uno de sus amigos pero lo opuesto a él, siendo este estudioso, muy listo y con futuro en el mundo de las ciencias. Por cosas del destino, Nico crea una poción que...