Capítulo 19

537 21 1
                                    

Jonah seguía alucinando sin parar. Sus padres trataron de llevarlo a un médico, pero una vez allí, no encontraron nada raro. Su cerebro no mostraba signos de cansancio o alucinaciones a pesar de que Jonah las tenía. La sustancia que le afectaba se escondía muy bien en su cuerpo y una vez le dieron los resultados, sonrió. No le pasaba nada malo o tal vez, nunca había sido la formula la que había estado actuando sino su propio cerebro y era culpa suya el tener esa adicción. «¿Culpa mía?», Jonah se rio por su comentario. Prefería echar las culpas a otros para no cargar con su culpabilidad.

Poco a poco, los días se volvían más lentos, las clases eran infinitas y el tiempo, se detenía. Jonah perdió completamente su ser, no se podía razonar con él. Era serio y violento, sin una pizca de felicidad. Era odio puro en su estado.

No había tomado la poción por seis días y su corazón palpitaba por una gota de aquel liquido rosa, o más bien, palpitaba para que ese corazón se volviera el corazón de una dulce chica. El tiempo le afecto, se alejó de Ferrán y de sus amigos; no les dirigía la mirada a las chicas, ni siquiera a Laura, quien comenzó a preocuparse por él y Nico se sentía culpable por haber dejado continuar a Jonah y haber acabado en ese estado. Estaba destrozado. Ahogaba sus penas en comida al sentirse como el malo de la película, cuando el malo siempre fue Jonah.

Laura se acercó a Nico, quien estaba en el bar frente al instituto. Tenía un bocadillo tostado de bacon y queso fundido. Lo devoraba con ganas. Laura se le acercó, golpeando la mesa en la que estaba sentado con fuerza. Ella ya sabía lo que le pasaba a Jonah y no estaba allí para echarle las culpas a Nico, sino para recomponer su ánimo.

- Escúchame –Le dijo–. Jonah es un drogadicto. Es un capullo por haber seguido y los dos hemos sido unos tontos por no haber hecho nada al respecto.

- Ya... Y mira cómo ha acabado la cosa –Dijo dándole un mordisco al bocadillo, pero Laura se lo tiró al suelo de un movimiento rápido con la mano.

- El Nico Martín que conozco trataría de ayudar a su amigo de la infancia, no se quedaría comiendo como un gordo –Laura estaba enfadada con Nico por rendirse tan pronto–. Jonah es mi novio y no me he rendido con él. Tú ya lo has hecho. Y no sé si te das cuenta, pero eres el único que puede salvarlo y te estás hinchando a bacon frito y queso fundido.

Laura tenía razón y Nico no se había dado cuenta de ello. Nico lo pensó y al darse cuenta de que todo lo que Laura le había dicho era verdad, se recompuso. Le sonrió, sabiendo que una vez todo termine, Laura volverá con Jonah. No le importaba. Lo que si le importaba era su amigo, quien sufría y no hablaba. Se levantó, «¡Vamos a ayudar a Jonah!», dijo más convencido que nunca. Laura le miró y sintió algo por él que nunca había sentido en otro chico. Estaba orgullosa por si misma por lo que había hecho y más, por Nico.

Pasaron ocho días en que Nico y Laura trataron de ayudar a Jonah mediante palaras y actos, pero él no era consciente de lo que sus amigos hacían por él y los consideraba una molestia sin fin, unas moscas peloteras que no le iban a dejar tranquilo. No se daban por vencidos y día tras día, siguieron intentándolo.

Una noche, Jonah se acostó más cansado de lo normal en su cama. Aquel día se había peleado con David, ya que este le exigía a Jonah la fórmula para beneficios propios: «¡La fórmula es solo para mí!», gritó Jonah enfadado. David le soltó un puñetazo a Jonah y este contraataco. Los dos se pelearon en la puerta de entrada del instituto mientras todos trataban de apartarlos. Nadie ganó y acabaron expulsados nuevamente. Y por cada día que pasaba, Jonah se sentía más débil, más cansado y no podía recuperarse.

- Abre tus ojos...

Jonah abrió sus ojos al fin, encontrándose cara a cara con Hanna, quien se encontraba a un metro de él. Al ver que despertó, ella le sonrió.

- ¿No te das cuenta de que esos amigos tuyos no son en verdad tus amigos? –Le dijo–. Son solo molestias. –Jonah no respondió–. No paran de acercarse a ti. Dicen querer ayudarte, pero lo único que quieren es alejarte de mí –Hanna trataba de manipular a Jonah para sus planes y le estaba funcionando–. ¿Es Nico tu amigo...? ¿Y Laura tu novia?

- No –Respondió.

- Muy bien –Afirmó, acercando su cara a la de Jonah–. Y dime, ¿Qué harías por ser yo?

- Lo que fuera –Respondió.

- ¿Robarías? –Preguntó, a lo que Jonah afirmó–, ¿Matarías? –Preguntó, a lo que Jonah afirmó–, ¿Morirías? –Preguntó, a lo que Jonah afirmó–. Bien, entonces, creo que hoy puedes dormir en paz.

Hanna acercó sus labios a los de Jonah y le besó. De pronto, sintió como sus ojos pesaban y un cansancio le invadía. Se sentía aliviado. Jonah sentía la lengua de Hanna dentro de su boca, juntándose con su lengua. Ella lo empujó mientras desaparecía y el cuerpo del chico cambiaba rápidamente. Grandes pechos, largo pelo, suave piel, grande culo. Jonah sabía que no era real, pero se sí que se sentía real y eso era lo que contaba.

Jonah durmió mejor que nunca aquella noche.

Sexy Señorita: La formulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora