Capítulo 14

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Al día siguiente, Jonah se encontraba muy mal. Tenía fiebre y su cuerpo ardía como nunca. Su cabeza le daba vueltas y sentía constantes picores por todo su cuerpo que no desaparecían. Regresó a clase sin importarle su condición. Respiraba profundamente, como si le costara hacerlo. Jonah intentó centrarse en la clase, pero todo a su alrededor se ralentizaba, como si él fuera muy rápido. Miraba las caras de expresión de sus compañeros de clase. Giró su cabeza y vio a Kara, quien estaba concentrada en la clase. Volteó la mirada a otro compañero suyo, David, «Es muy guapo», pensó Jonah. Puso los ojos en blanco, no podía aguantar despierto mucho más tiempo.

Una gota cayó por su frente, haciéndole reaccionar. Su cuerpo pesaba y le dolía. Ardía en un fuego incapaz de extinguirse, quería gritar, pero ni tan solo eso podía. Cada vez que tragaba, le costaba aún más. Se llevó la mano a la boca, sintiendo como sus labios se volvían más gruesos. Su cuerpo comenzó a flotar, «Se siente bien...», afirmó Jonah mientras pasaba su mano por todo su cuerpo y sentía como este cambiaba; como su pecho se volvía grande y redondo. Entonces, Jonah despertó. Seguía en clase y por extraño que pareciese, se encontraba mucho mejor, como si toda la fiebre bajase de golpe.

Jonah se sentía atrapado en una realidad que no era la suya. Minutos después, sonó el timbre que inundó el recinto. Todos se levantaron y se marcharon, Jonah lo hizo con alguna que otra dificultad y antes de poder salir por la puerta, Helena se le cruzó por el camino.

- ¿Tu "novia" Laura no ha dicho nada acerca de la foto? –Le preguntó entre risas.

Jonah no estaba para tonterías. Se encontraba mal, pero algo dentro de él cambió. Como si el chip en su cabeza hubiera sido substituido, frunció el ceño y empujó a Helena al suelo con todas sus fuerzas. Jonah no se contuvo y no se lo pensó dos veces antes de darle una patada en la cara a la chica. Jonah tenía la mirada perdida, fija en Helena de una forma aterradora. A ella le dolió aquello, empezó a llorar, pero Jonah no había tenido suficiente y apretó su puño con fuerza, golpeándola.

Varios de sus compañeros tuvieron que apartarlo de ella. Helena tenía la cara roja, llena de moratones y lágrimas; se levantó y salió corriendo, desapareciendo del campo de visión de Jonah.

- ¡Eso! ¡Corre! –Le gritó mientras forcejeaba ya que tenía a tres compañeros suyos sujetándole.

Él empujó a uno de ellos, apartándose.

- ¿¿Qué coño te pasa?? –Le preguntó uno de ellos, enfadado y confundido por lo que acababa de hacer.

Jonah no respondió. Y aunque él estaba listo para empezar una pelea, sabía que tres contra uno era una derrota. Aflojó su puño, afirmando que ya estaba más tranquilo y sin darles explicación, se alejó en la dirección contraria por la que se había ido Helena. Pero su compañero le detuvo. «Aquí no hemos terminado...», le dijo, pero como Jonah seguía de mal humor, se quitó la mano de su compañero del hombro y escapó. Mientras corría, la fiebre regresó; se sentía desorientado; trataba de mantener el equilibrio mientras corría por los pasillos del instituto y un sueño agotador le invadía. Algo no estaba bien con Jonah, pero el chico no sabía el que.

Tambaleándose, llegó hasta los baños y allí, abrió el grifo y se echó agua fría en la cara. Limpió su sudor de la frente y se miró reflejado en el espejo. A Jonah no le gustaba lo que sus ojos veían y aunque era la realidad, quería cambiarlo, quería ser Hanna por siempre. Cerró sus ojos, plantando los pies en la tierra, dándose cuenta de lo que había hecho. Jonah estaba asustado, se lanzó al suelo, apoyando la cabeza en la pared. Estaba cansado, sus piernas no respondían, pero hizo un esfuerzo en ir hasta la enfermería. Sabía que estaba mal, muy mal. Al llegar, la enfermera le miró la temperatura, tenía 38º de fiebre.

Sexy Señorita: La formulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora