Capítulo 12

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Jonah regresó el lunes a clase como de costumbre. Ya eran finales de abril y quedaba mucho para las vacaciones de verano y Jonah lo sabía. Los días se llenaban cada vez más de deberes y los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, haciendo que Jonah se estresara más de lo que ya estaba. Fue a la máquina y cogió un café. Aquellas ojeras seguían ahí, arruinando su cara.

El timbre resonó por todo el recinto. Jonah cogió el café y fue hasta su casa acompañado de su profesora. Ella no le dijo nada, veía el humo salir de su café y supuso que había ido a por uno, se le veía en el rostro que estaba cansado. Entraron a clase y este se sentó en su respectivo pupitre. A su lado estaba Kara, quien le miraba de reojo con una expresión de enfado. A pesar del tiempo que había pasado, ella como las otras chicas seguían enfadadas con Jonah. Viendo que Kara apartaba la mirada de él, Jonah decidió ignorarla también.

Jonah agachó la cabeza a punto de estar por dormirse, pero la alzó nuevamente cuando la profesora le miró de reojo. Suspiró. Jonah miró al frente mientras sus ojos se cerraban poco a poco, pero, volvió a abrirlos; luchaba para mantenerse despierto. Miraba la pizarra y como su profesora escribía en ella. Parpadeó y todo cambió. El timbre retumbó en los oídos de Jonah, sacándole de sus casillas. Se había quedado dormido sin siquiera recordarlo. Eso es lo que el chico pensaba. Miró su reloj para corroborar sus pensamientos. Efectivamente, había una hora, así que cogió su mochila del suelo para irse a la siguiente clase, pero Kara le detuvo. Esta se plantó frente a la puerta de clase, impidiendo que Jonah pudiera salir. «¿Qué quieres?», le preguntó molesto. Kara estaba desafiante y le sonrió:

- ¿Ya te has cogido otra zorra que te quiera ciegamente? –Le preguntó con tono sarcástico. Jonah no pillo aquel sarcasmo, pensando que la chica no sabía que estaba con Laura o, directamente, preguntaba si estaba con alguien–. Sabes, siempre está la posibilidad de redimirte de tus actos... –Dijo acercando su cuerpo al de Jonah, aplastando sus pechos contra su figura. Jonah podía sentirlo, el dulce olor que desprendía el rubio pelo de Kara y sus ojos brillantes estaban fijos en los labios del chico. Jonah, viéndola, comenzó a ponerse nervioso.

- ¿Qué estás haciendo?

Kara parecía hipnotizada. Su cara se acercaba a la de Jonah lentamente y este, sin saber qué hacer, dejó que la chica se acercara cuando de pronto, sus labios y los de la chica se juntaron. Ella le besó, moviendo su lengua dentro de la boca del chico. Jonah tenía los ojos abiertos, no sabía que hacer y Kara siguió, cogiéndole de la mano y no deteniéndose. Los labios gruesos de Kara le hipnotizaron unos instantes hasta que se dio cuenta de que lo que estaba haciendo, estaba mal y de un fuerte empujón, apartó a la rubia de él.

- ¡¿Qué te crees que haces?! –Le preguntó con el ceño fruncido. Jonah supo que hablar con ella fue mala idea–. Corté contigo, búscate a otro porque yo ya estoy con otra persona.

- Lo sé –Afirmó, cosa que sorprendió a Jonah–. Era por eso que quería tomarte desprevenido –Dijo dirigiendo su mirada hacía una chica con el teléfono entre sus manos, Helena.

Helena sonrió y le enseñó la imagen que acababa de tomar. La chica había captado el momento perfecto en que Kara besaba a Jonah, cogiéndola de la mano y disfrutando. Lo peor de todo es que Helena acababa de enviar la foto a Laura. Jonah abrió sus ojos como platos. Él les dijo la verdad pensando que todo acabaría en una simple disputa, pero aquello iba demasiado lejos acabando en tratar de arruinar su nueva vida sentimental.

Estaba furioso. Jonah apretó con fuerza los dientes y se alejó de Kara, quien le retenía y se acercó a Helena, golpeándola en la mano, haciendo que dejara caer su móvil y la empujó, haciendo que cayera también. Jonah apretó con fuerza su puño y lo levantó en alto con la intención de golpear a Helena por sus acciones. La chica estaba asustada, se podía ver en sus ojos. Ella trató de protegerse con sus brazos. La mirada de Jonah era diferente a la de siempre, este había dejado mostrar su lado más violento, pero se desvaneció al ver lo que estaba haciendo. Y aunque Helena merecía un castigo, la violencia no iba a solucionar nada.

Jonah bajó la mirada y se marchó en busca de Laura, para borrar la imagen de su móvil antes de que fuera tarde.

Él la buscó por todo el instituto. Aún faltaban unos segundos antes de que el timbre sonara nuevamente y no la encontraba por ningún sitio: Ni en su taquilla; ni en las maquinas; tampoco respondía al teléfono. «¿Dónde estás?», se preguntaba. Se golpeó la cabeza un poco, pensando donde podría estar su novia y se preguntó, «¿Cómo pensaría Hanna en estos momentos?

Un chispazo en su cabeza le hizo pensar que tal vez estaba en los baños. Llorando. Las chicas al enterarse de las infidelidades pueden llegar a ser muy sensibles y el baño de las chicas era un lugar sagrado. Al llegar, Jonah la vio, se estaba mirando en el espejo. Ella giró su cabeza, viendo como Jonah estaba parado frente a la puerta. Ella frunció el ceño al verle. Ya había visto la foto.

- P-Puedo explicarlo... –Dijo Jonah acercándose a Laura. Ella le soltó un bofetón–. ¡Oh vamos! Ha sido cosa de Kara y Helena. ¡Querían venganza por lo que les hice! –Afirmó–. No estropearía lo nuestro ahora que estamos bien. Por favor, tienes que creerme.

- Y te creo –Afirmó. Eso dejó desconcertado a Jonah–. Has entrado en el baño de mujeres, por eso lo del bofetón–. Jonah miró su alrededor dándose cuenta de que era verdad–. Además, conociendo a Kara, ¿Por qué dejas que te bese si sabes que seduce antes de hacerlo?

- No me lo esperaba, ¿Vale? –Contestó–. Entonces, ¿Sabías que no te engañaba?

- Hablé con Nico y me confirmó que no me engañarías. Por eso he decidido no creer en la foto, sino en ti.

Aquello le dejó más tranquilo. Su corazón latía a mil por hora a causa de lo que Kara y Helena habían hecho y Jonah sabía que esto no era más que el comienzo de su venganza contra él. A pesar de querer hacer las paces con todas ellas, con Kara; con Helena; con Rachel y con Arianna, ellas negaban a perdonar sus actos.

- Me voy a clase –Dijo Laura besándole y despidiéndose.

Jonah la miró con una sonrisa en el rostro y se fijó en todos los ojos bonitos que lo miraban. Todas las chicas tenían la mirada en él y no por lo atractivo que era; Jonah les saludó y rápidamente salió del baño de mujeres. Subió las escaleras hacía su respectiva clase en el segundo piso. Por el camino, pasó por las ventanas que le reflejaban, pero se detuvo al contemplar que no era su reflejo el que se mostraba en el cristal, sino el de Hanna. Jonah tenía la boca abierta mientras se fijaba en los rasgos del reflejo. Se veía de verdad como Hanna.

Comenzó a pasar su mano por su cara, sintiendo su cara masculina, pero viendo la cara femenina de Hanna. Ojos y nariz pequeños, su cara era más fina y su pelo era largo y fino. Dirigió su mirada hacia abajo, viendo sus pechos en dicho reflejo. «¿Qué cojones?», se preguntó Jonah dando unos pasos hacia atrás, alejándose del reflejo de la ventana.

Parpadeó varias veces, frotándose los ojos. «Esto no es más que tu cabeza jugándote una mala pasada...», se dijo para calmarse. Abrió nuevamente sus ojos para acercarse de nuevo y ver su reflejo. Todo era normal. Jonah soltó un suspiro. Dirigió su mirada hacia abajo, dándose cuenta de que había intercambiado posición con el reflejo. Él era Hanna. No podía entender lo que estaba pasando y pasó sus manos por todas las partes de su cuerpo. Su cara, sus tetas, su culo, su delgada figura, su largo pelo.

- Esto no está pasando... –Se dijo–. ¡Esto no está pasando!

Jonnah, o más bien Hanna, comenzaba a perder la cabeza.

«¡Jonah!», dijo uno de los profesores, llamándole la atención.

Jonah despertó del trance en el que se encontraba y miró su cuerpo, viendo que había vuelto a la normalidad.

- ¿Qué haces aun en los pasillos? ¡A clase! –Le ordenó.

Jonah tenía los ojos bien abiertos. Estaba asustado e hiperventilando, no entendía que acababa de pasar. Comenzó a caminar. Hacía unas semanas que no se transformaba en su opuesto femenino y sin que se diera cuenta, la poción le estaba tomando pasando factura.

Sexy Señorita: La formulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora