Capítulo 3

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Jonah llamaba impacientemente a la puerta de la casa de Nico. Había dejado sola a Laura, con la palabra en la boca tras lo sucedido. Estaba realmente asustado y necesitaba respuestas y Nico era el único que las tenía. Jonah aporreaba la puerta con una expresión de agonía sin dolor y nervios de acero. Tras unos instantes se dio cuenta de que Nico no estaba en casa y decidió llamarlo al móvil, pero no contestaba. «¿¿Dónde estás??», se preguntó. Este se llevó las manos a la cabeza tratando de averiguar qué hacía su amigo el científico. Entonces pensó que tal vez podría estar en el instituto, Nico siempre se quedaba tarde por las clases de repaso con el profesor. Jonah miró la hora en su teléfono, «¡Sí! Puede estar ahí», se dijo a si mismo corriendo hacía el instituto.

Jonah llegó al instituto, estaba realmente cerca y una vez dentro, corrió hacía el laboratorio donde encontró a Nico, en mitad de una clase de repaso junto a otros tantos alumnos. A pesar de ser extremadamente listo, Nico necesitaba esas clases extras para compensar lo que no hacía por la tarde. Jonah abrió la puerta de golpe, irrumpiendo en la clase:

- ¡Nico tenemos que hablar ya! –Gritó Jonah preocupado.

- Jonah Romero, ¿No ve que nos encontramos en mitad de una clase? –Dijo con un tono enfadado–. No puede presentarse, así como así.

- Lo siento, pero es urgente. Solo será un momento –Dijo sin sentirlo de verdad–. Diría que es cuestión de vida o muerte, pero eso no colaría del todo.

- Si quiere hablar con su amigo tendrá que esperar a que acabe la clase.

- ¡E-Espere profe! –Dijo Nico levantándose de su sitio–. Creo que sé de qué me está hablando, y lo de vida o muerte puede considerarse a medias... Así que, por favor, déjenos solo un minuto.

El profesor de ciencias inspiró hondo y movió su cabeza hacía un lado para indicar que Nico podía hablar con él, «Ya puede ser importante», le contestó mosqueado. Nico afirmó, levantándose de su asiento y cerrando la puerta de clase, preguntando directamente que le había sucedido ya que verlo tan alterado, no podía significar nada bueno. Jonah le explicó de principio a fin la situación por la que pasaba, sin sustituir la parte del pre-sexo entre Laura y él. «¡Al grano Jonah!», le dijo Nico impaciente. Este afirmó y le contó que, tras eso, su polla se había comenzado a introducir dentro de él con uno de los gemidos de Laura. Nico levantó las cejas sorprendido de lo que su amigo le estaba contando y se llevó la mano a la barbilla, pensando algo. Este se dirigió nuevamente hacía Jonah, «No te preocupes. Si estoy en lo correcto, ahora estarás bien. Espérame en mi casa, allí lo solucionaremos todo», dijo entrando nuevamente en clase.

Jonah se quedó allí quieto; no sabía cómo sentirse. Se marchó del instituto y caminó a paso lento hacía la casa de Nico, pensando en todo lo que había hecho a lo largo de su vida. Ese replanteamiento estaba en su cabeza desde hace unas horas y todo por culpa de la poción rosa, por suerte, Jonah ya no se sentía así. Levantó la cabeza, orgulloso de su vida y no quería perderla. Todo lo que pensó cuando la poción seguía en él, le hizo darse cuenta de una cosa fundamental y era que, aquello no solo le había cambiado por fuera, sino que también por dentro y en parte le asustaba.

Llegó a casa de Nico y se sentó, apoyando su espalda en la puerta de la casa. Jonah se puso los auriculares y esperó a su amigo hasta que llegara.

Pasaron cuarenta y dos minutos y a lo lejos, Jonah pudo ver a Nico. «Has tardado mucho...», respondió Jonah levantándose del suelo, con su típica actitud y cara de pocos amigos. Nico vio que era el mismo de siempre y le sonrió, invitándole a pasar. Su padre ya había llegado de hacer la compra y se encontraba en su despacho, organizando los papeles del trabajo.

- ¿Quieres algo? –Le preguntó Nico a su amigo ofreciéndole algo para tomar mientras que este miraba la casa como si fuera la primera vez que entraba.

- ¿Eh? Sí, quiero algo, ¡Respuestas! –Le dijo. Nico se esperaba una respuesta parecida y no supo porque le preguntó.

Nico llevó a Jonah a su habitación. Esta era grande, con una zona para la cama y otra para los trabajos científicos del chico de gafas. Este abrió una pequeña nevera que contenía la poción rosa. Jonah dio unos pasos hacia atrás, gritando a Nico que alejara aquella cosa de él. «No hay de qué preocuparse», dijo Nico con una sonrisa.

Nico sacó un papel de su mochila y escribió un informe redactado de lo que Jonah le había explicado. Este le preguntó que hacía.

- Según lo que me has explicado, la fórmula que he creado sustituye las células humanas por las de su sexo contrario, haciéndole creer al cuerpo humano que no se encuentra en su forma física adecuada y lo que hace es adaptarse –Nico miró a Jonah quien no había prestado mucha atención. Nico frunció el ceño–. Que la poción te convierte en chica.

- Pero, ¿Me voy a morir?

- ¡Qué no te vas a morir idiota! –Le gritó–. Pero, necesito que mañana vengas conmigo después de clase.

- ¿Para qué? –Le preguntó sabiendo que algo no olía bien.

- Quiero que tomes otra vez la opción, pero esta vez en directo –Le dijo Nico con una sonrisa de mejilla a mejilla–. Se que esto no te convence, pero no puedo encontrar a otra persona que acepte.

- Y con razón...

- Jonah, por favor. Esto podría revolucionar al mundo. ¿Cómo crees que se sentirían aquellos que creen haber nacido en el cuerpo equivocado? Si produzco más líquido rosa y lo exponemos, seguro que nos hacemos ricos.

- ¡Haber empezado por ahí! –Dijo, dándole un toquecito a su amigo en el hombro. – Mientras no me muera...

- ¡¡Qué no te vas a morir!!

Jonah quedó algo más tranquilo al escuchar las palabras de su amigo. Tras eso, se marchó de la casa de Nico y regresó a la suya más temprano de lo usual. Se estiró en su cama y vio que tenía mensajes sin leer y varias llamadas perdidas de Laura. Jonah sabía que a ella no podía escondérselo y decidió responder a la chica que seguía en shock. Jonah le explicó todo y eso la dejó más tranquila, pero seguía habiendo dudas en el cuerpo de la chica: «¿Piensas que es seguro tomar esa cosa?», le preguntó. Jonah lo pensó –O al menos lo intentó–, pero le respondió que todo estaba bien y con ese último mensaje, apagó el móvil.

Jonah se acercó al espejo de su habitación y miró su reflejo en él. Su cara no había cambiado absolutamente nada, pero no era la cara lo que más le importaba. Se bajó sus pantalones, quedando completamente desnudo de la cintura a los pies. Su amigo seguía ahí, no había desaparecido. Lo tocó. Este reaccionaba como siembre. Giró su cabeza de un lado a otro, sus padres aún no habían llegado e imitó el sonido de un gemido para ver si su cuerpo se veía afectado. Pero no pasó nada. El momento en que vomitó, el efecto de cambio de género desapareció en Jonah.

Al recordar lo que había pasado y lo bien que se sintió, no pudo evitar ponerse excitado. Él sonrió, cogiendo su móvil y marchándose al baño, sabiendo que lo que iba a pasar al día siguiente, no iba a ser tan duro como pensaba al principio.

Sexy Señorita: La formulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora