Las apariencias nos salvan

315 14 3
                                    

— ¿Qué ha sido eso? ¡¿Finnick, qué has
hecho?! — mi madre entra a gritos en la sala del Edificio de Justicia donde se supone que tenemos que despedirnos antes de que me marche al Capitolio. — ¿Por qué has hecho eso?— me aprieta con fuerza por los brazos cuando llega hasta mi mientras me mira a los ojos. Su rostro es una combinación de rabia y miedo que nunca antes había visto en ella.

— Te van a matar, Finnick, te van a matar. — susurra mirándome.

— No, mamá, no lo harán. Estoy listo, ¡De verdad! Estoy seguro de que voy a ganar.

— No seas idiota.— chilla — ¿De verdad te crees capaz? Finnick tienes catorce años, apenas has completado la mitad de la formación. Cualquiera de los otros tributos profesionales estará mejor preparado que tú y tendrán al menos dos años más. — se pasa las manos por la cara con desesperación — ¿Has pensado que tal vez, al ver lo joven que eres, no te toman en serio? ¿Has pensado que igual creen que no tienes nada que aportarles y se niegan a aliarse contigo?

No. No lo había pensado pero en vista de lo que ha pasado hoy en la cosecha es muy probable que sea el foco de atención al menos el tiempo suficiente como para que se fijen en mi y decidan no subestimarme. Como dice mi madre, solo tengo catorce años y he decidido presentarme voluntario así que no veo motivos para que me menosprecien, más bien todo lo contrario.

— Mamá, ellos no saben que habilidades tengo. Por ahora solo saben que he decidido presentarme voluntario, ¿Por qué iba a volverse en mi contra? Lo único que podría pasar es que llame su atención y quieran aliarse conmigo.— intento tranquilizarla pero ella niega con la cabeza.

— No te das cuenta ¿Verdad? Finnick, vas a estar en su punto de mira todo el tiempo, para bien o para mal. Podrían no aliarse contigo pero ¿Y si les llamas tanto la atención que te ven como una amenaza y deciden matarte nada más empezar? ¡De una forma u otra no vas a volver a casa! — me abraza y empieza a llorar tan fuerte que le suplico que se tranquilice porque hiperventila de tal forma que temo que se ahogue.

— ¿Por qué lo has hecho, Finnick? Podías esperar. Podías haber esperado tres años. Habrías estado tan bien preparado que habrías ganado pero ¿Por qué ahora? — pregunta mi padre. No está tan frenético como mi madre pero sus ojos están ligeramente enrojecidos y distingo algo de temblor en sus manos.

— Quería hacerlo ahora. Estoy preparado, de verdad. Sé que puedo, lo sé.—

Y es verdad que lo sé, estoy plenamente convencido de que voy a ganar. No importa la diferencia de edad, no importa lo bien preparados que estén el resto de tributos. Para ganar Los Juegos no basta con que la suerte esté de tu parte siendo el mejor en la arena, también hay que tener al público de tu parte y, por ahora, estoy seguro de que esa ventaja me pertenece.
Mi padre suspira, al parecer mis palabras no son suficiente.

— No va a ser fácil pero tienes que intentar volver, por favor, tienes que intentarlo. Tienes a Mags y a Defne, se bueno y hazles caso en todo lo que te pidan, aunque no te guste. No puedes permitirte más errores, Finnick.— mi madre se separa de mí para mirarme a los ojos. Ahora, con las lágrimas surcándole el rostro y la angustia reflejada en el, me doy cuenta de que aunque es joven, las largas jornadas trabajando en el mar a pleno sol durante años han dejado huella en su piel; llena de manchas a la vez que bronceada pero rojiza, como si irradiara el calor del sol que se ha adherido a ella. — Prométenos que... que no vas a rendirte sin luchar.

— Lo prometo. Os prometo que ganaré.

Mis padres me han transmitido sus inquietudes de tal forma que no es hasta ahora, cuando nos quedamos en silencio durante unos segundos, cuando me doy cuenta de algo.

Los Juegos De Finnick Odair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora