La otra alianza

245 14 4
                                    

Jade me despertó de madrugada para el relevo de la guardia y me he pasado el resto de la noche despierto junto con Heriot y Sylk en la entrada de la Cornucopia. Las dos primeras horas no ha sido demasiado duro mantenernos despiertos, básicamente porque hemos intentado luchar todo lo que hemos podido contra los mosquitos pero ni aún untándonos con el repelente que hemos encontrado en la Cornucopia hemos conseguido eludirlos y al final hemos tenido que resignarnos a ser picoteados. Pese a los picotazos y el ruido de los mosquitos en la oreja, ha medida que la noche ha ido avanzado nos ha costado más mantener los ojos abiertos.
Mis compañeros de guardia acaban dando cabezadas de vez en cuando y se mueven con los ojos cerrados para rascarse las picaduras pero no me molesto en despertarlos, ya que me parece muy poco probable que vayamos a ser atacados por algo más peligroso que esto. En cambio, yo intento con todas mis fuerzas por no dormirme solo por asegurarme una buena imagen delante de los patrocinadores.

La noche se me hace eterna. Me la paso rascándome las picaduras con tantas ganas que creo que voy a arrancarme la piel. Al principio siento un poco de alivio pero en seguida vuelve a quemarme y cuanto más me rasco, más me escuece después.
Cuando empieza a clarear tengo los brazos y las piernas completamente llenos de bultos enrojecidos, algunos rodeados de un sarpullido por irritarme la piel, que me arde de forma horrible. En casa hay bastantes mosquitos por la humedad pero las marcas que me han dejado estos me hacen pensar que esta especie no existe de forma natural.
Me levanto despacio y me acerco a la primera charca de agua que rodea la Cornucopia. Tal vez si me remojo las picaduras desaparezca un poco el dolor, o al menos la hinchazón de algunas en los antebrazos. Me arrodillo en la charca y meto las manos en el agua, que ahora está limpia, nadie podría decir que ayer llegó a teñirse de rojo.

Estoy lavándome la cara con el agua fría cuando el suave ruido de un pitido intermitente hace que levante la vista justo a tiempo para ver como un paracaídas plateado aterriza frente a mi. ¡Mi primer regalo de un patrocinador! ¡Y el segundo día! Lo cojo con ambas manos, sonriente y miro hacia el cielo cada vez más claro mientras susurro un "gracias".
Desengancho una cajita pequeña del paracaídas y cuando la abro un olor fuerte a amoniaco me atrofia el olfato. Antes de echarme el ungüento miro para atrás, hacia la Cornucopia y me aseguro de que todos mis aliados están dormidos. No me haría ningún favor demostrándoles que a mi me ha llegado un regalo y a ellos no aunque están tan picoteados como yo. Además, no hay suficiente cantidad para todos y si la hubiera solo la compartiría con Jade.
Me reparto el ungüento por todas y a cada una de las picaduras lo más rápido que puedo. Aunque huele muy fuerte la textura gelatinosa se queda pegada a las picaduras, que se deshinchan y a los pocos segundos dejan de estar tan rojas para adquirir el color de mi piel, aunque por suerte el bulto no desaparece. Así será más fácil fingir que no he recibido nada.
Suspiro de alivio cuando termino de repartir hasta la última gota de pomada. La sensación de quemazón ha desaparecido por completo, dando lugar a un frescor tan agradable que me siento renovado.

Cojo la cajita y cruzo el charco de agua. Tengo que hacerla desaparecer y lo mejor es enterrarla. Llego a la zona de arena en la que están los círculos donde esperamos los sesenta segundos pero no me parece seguro escarbar ahí. Me da miedo que por error se active alguno de los explosivos de los aros y me estalle así que avanzo y cruzo el segundo charco para llegar a la zona embarrada donde cabo un hoyo con la profundidad justa para poder ocultar la cajita. Sí, perfecto, gracias al lodo nadie notaría nada raro.

Después vuelvo a una Cornucopia iluminada por unos tenues rayos de sol, en la que, por suerte, todos mis compañeros siguen durmiendo. Me siento en el suelo de la Cornucopia y pasan unos minutos hasta que amanece por completo y el sol golpea en la cara a mis compañeros, que terminan despertándose.

Los Juegos De Finnick Odair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora