Lo que hace a un vencedor

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Nos han hecho levantarnos pronto. Yimaima dice que llegaremos al Capitolio a medio día y que debemos estar presentables cuando eso ocurra así que a primera hora de la mañana ya estaba tocando la puerta de nuestros compartimentos y repitiendo una y otra vez lo importante que es seguir el horario.
Ante su insistencia, he terminado saliendo de la cama, de mala gana, me he puesto la misma ropa de ayer y me he dirigido al vagón comedor para desayunar, sin esforzarme lo más mínimo en ocultar las pocas ganas que tenía de madrugar. Solo cuando las puertas del vagón se abren y veo la inmensa cantidad de comida que nos espera en la mesa siento que me despierto de verdad.

Me siento de forma estratégica en una de las sillas del centro de la mesa para poder tener acceso a toda la comida aunque me arrepiento enseguida, ya que Jade parece haber tenido la misma idea y acaba sentándose frente a mi. Evito mirarla y centrarme en la comida aunque reprimo las ganas de servirme algo y espero a que estemos los cinco para empezar.
En cuanto Yimaima toma asiento y se coloca con parsimonia la servilleta sobre las piernas, Defne y Mags empiezan a servirse diferentes cosas y nosotros no tardamos en imitarlas.
No reconozco la mayoría de los alimentos que hay expuestos en los elegantes platos y los pocos que creo conocer son versiones mucho más elegantes, tanto que jamás llegarían a nuestro Distrito y si lo hicieran, tampoco podríamos pagar por ellos. Por lo general, en el 4 no se pasa hambre pero nuestra alimentación está formada por alimentos muy básicos: pescado y marisco en su mayoría, las verduras que cada uno pueda pagar y, si te sobra dinero, carne o dulces, algo que en casa solo tenemos en ocasiones especiales y nos supone un gran esfuerzo.
Quiero probarlo todo así que me sirvo pequeñas cantidades de cada cosa hasta llenarme el plato.

— Se que es pronto pero necesito que estéis atentos. — empieza Mags tras darle un sorbo al contenido de su taza para después dejarla en la mesa. — La cosecha no ha sido más que la introducción de Los Juegos, hoy empieza la parte fuerte. Desde que bajemos de este tren y pongamos un pie en el Capitolio vais a estar siendo observados todo el tiempo. Os lo digo porque es importante para vuestra imagen y cuanto más conscientes seáis, mejor. Los patrocinadores son lo primordial y probablemente muchos de ellos ya tengan toda la información que hay disponible sobre vosotros hasta ahora y estén eligiendo a sus favoritos, pero no olvidéis que los Vigilantes también estarán al tanto.

— Pero ¿Y qué? Quiero decir ¿Qué importa que los Vigilantes estén pendientes? Nadie que esté involucrado en la organización de Los Juegos puede apostar. — dice Jade mientras dirige miradas a nuestras mentoras, como si esperara que Defne confirmara las palabras de Mags. — ¿Verdad?— esta vez me mira a mi. Nuestras miradas coinciden durante unos segundos y el hecho de que me mire hace que sienta más tranquilo. Es la primera vez que lo hace sin darme a entender que me odia.

— No, no pueden. Oficialmente.— añade Defne alzando las cejas.

— Esa no es la cuestión. — continua Mags. — La arena ya está diseñada y es prácticamente imposible hacer cambios con tan poco tiempo pero para saber que clase de espectáculo van a tener que dar, que cosas les funcionarán mejor con vosotros, necesitan observaros y creedme, son expertos en sacar absolutamente todo sobre vosotros. ¿Creéis que solo os van a prestar atención el día de la demostración? Van a estudiaros. Vuestros perfiles, vuestros comportamientos, vuestras reacciones... necesitan conocer a los jugadores para hacer que todo resulte interesante.— da un sorbo a un vaso de agua y lo deja en la mesa con algo de dificultad por el leve temblor de sus manos.

— ¿ Y qué hacemos? — pregunto.

— Somos profesionales. — señala Defne— Hacemos lo que nos han enseñado. Aún es pronto para asegurar el enfoque que vais a tener cada uno y siempre es bueno hablarlo primero con los estilistas para asegurarnos de que es el correcto pero sea cual sea, que seáis profesionales es algo que nunca puede cambiar y debéis actuar como tal. No permitáis que duden de lo que sois cuando lleguemos y os vean. Demostrarles lo orgullosos que os sentís de estar aquí, que vean que vais a luchar por ellos, que no cometen un error al idolatraros, porque seguro que muchos ya lo hacen.

Los Juegos De Finnick Odair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora