XIV

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Después de aquellos cálidos besos el par de amantes acordaron para verse en un restaurante de comida rápida para comer especialmente hamburguesas.

JiMin había llegado primero a este restaurante, se dispuso a ver su red social de Facebook para después ver que tenia una solicitud de amistad de Sehun, río bajo por las luchas que hacía este por ser notado por el.

— Llegue. — Jung parecía cansado pero sonriente al ver a Min. — Está es para ti. — Extendió una rosa.

— Gracias. — La tomo con un sonrojo. — Pedí la orden por ti. — Río bajito.

— No importa, todo me gusta si viene de ti. — Se sentó alado de el.

— ¿Siempre has sido así de romántico?. — Bajo la mirada apena.

— ¿Te refieres a mis otras parejas que tuve?. — Pregunto sin esperar respuesta. — Yo nunca he tenido otros novios, solo he esperado por ti, mi corazón siempre te ha pertenecido. — Acarició su mejilla. — ¿Entiendes?. —

— Entiendo. — No supo de donde saco fuerza para darle un beso en la mejilla a su mayor. — Entiendo bien. — Susurro en su oído.
— Me parece bien. — Rodio su cintura.

Después de esta charla las hamburguesas llegaron, JK le dejo de rodiar la cintura para que ambos pudieran disfrutar su comida.

— ¿Te diste cuenta?. — Pregunto el mayor después de digerir su primera mordida.

— ¿Qué cosa?. — Limpio su boca con la servilleta.

— Tu relicario tiene mis iniciales y el mio las tuyas. — En ese momento el pequeño observó si era verdad.

— ¿Pero como?. — Observó las letras en cursivas, JK.

— Yo tampoco se. — Ahora el sacaba el suyo que estaba detrás de su camiseta, JM. — Es el destino. — Le miro a los ojos. — Nuestro destino. —

— Kookie. — Bajo la mirada apenado.

— Tan lindo. — Susurro en un suspiro para después volver a morder su comida.

Siguieron comiendo hasta poder acabar aquella orden de comida mientras comían se daban miradas llenas de suspiros, nadie podría controlar a ese par ni con un deseo, el amor no se puede parar.

— Kookie. — Le llamo.

— Dime. —

— ¿Cual es tu fecha de cumpleaños?. — Se acomodo en aquel asiento.

— Nací el 1 de septiembre de 2028. — Río. — ¿Y tú Minnie?. —

—  El 13 de octubre de 2030. — Sonrosado.

— Tan pequeño. — Acarició su cabello.

— Sólo son dos años. — Hizo un puchero, un puchero que JK quiso besar.

— No hagas ese puchero tan lindo, por que me dan ganas de besarte yo en público. — Le susurro en el oído.

— Puedes besarme luego. — Se atrevió a decir.

— Anhelo que llegue pronto. — Paso su dedo delicadamente sobre el labio rechoncho de Ji.

— ¿Cuál es tu numero favorito?. — Pregunto nervioso por un intento de cambiar el tema.

— El 95. — Sonrió dejando de acariciar. — El tuyo es el 97. — Río.

— De hecho si. — Sorprendido. — Me gusta el numero 97. —

— ¿En serio?. — Min asentio. — Esa si es una sorpresa. —

— ¿Qué número no te gusta?. — Tomó su mano.

— El 2024. — Está vez hablaron al mismo tiempo, como si estuviesen conectados.

— Ese numero no me gusta por que... — Hablo JiMin.

— Siento como si me hubiera quitado algo. — Dijeron uniso.

— Cada vez que hablo de tal número escucho el sonido leve de una pistola. — Confesó Kook.

— Me pasa lo mismo. — El sujeto más fuerte la mano de JK. — Creo que por eso no me gustan las películas que tengan escenas de ruidos fuertes. —

— Una vez una persona me contó de una película que no hablaba de un miedo ficticio si no de un miedo más apegado a la realidad. — Acaricio la mano de Ji. — Era de caimanes y creo que se llamaba... — Pensó. — Infierno en la tormenta. — Y entonces algo llegó a el.

Recuerdo.

— Minnie tengo que ir al baño. — Susurra en su oído.

— Corre. — Este río y enseguida Kook se fue.

— JungMin ahora que estamos solos quería volver a pedirte disculpas otra vez, por lo que paso hace rato. — Baja la cabeza.

— No te preocupes, no pasa nada. —

— Gracias. — Sonríe.

Pasaron aproximadamente como cinco minutos y Kook regreso, en cuanto Gi se dio cuenta, se acercó a Min y lo beso.

— Chicos... — Susurra.

— Kookie no es lo que piensas. — Lo miro alterado, aunque no sabia por que le preocupaba lo que el más alto vio.

Fin del recuerdo.

— Minnie jamás dejes que nadie te bese. — En sus ojos se reflejaban tristeza. — Nadie más que yo puede besarte. — Se acercó más a el.

— Kookie yo...— No pudo terminar de hablar pues el más alto le beso en seguida, no fue un beso morboso, fue uno delicado e inocente pero con toque de posesividad.

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