Inestables

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Las horas iban pasando. Kevin y Angie continuaban hablado sin parar. Cosa que resultaba extraña para Kevin, ya que el nunca tuvo ese tipo de conversaciones amistosas. El nunca tuvo amigos, y Angie podría ser la primera.

La noche llegó, ambos volvieron al auto y se dirigieron a la ciudad. Cuando ellos dos hablaban las horas se convertían en minutos, y los minutos en segundos. Sus conversaciones eran especiales. Hablaban de temas completamente extraños y locos; las teorías conspirativas nunca faltaban y las obras del destino mucho menos. Hablaban tanto del destino que no se daban cuanta que ese era el suyo, estar juntos. Pero era demasiado cliché para ser cierto.

La noche llegó y los dos jóvenes volvieron a sus respectivos hogares. Kevin condujo durante media hora hasta llegar a la ciudad.

- Es acá -dijo Angie señalando una casa.

- Bien, adiós -respondió neutro. A pesar de las grandes charlas, él temía experimentar cariño sincero.

Adiós, y... gracias por el viaje -dijo con una sonrisa, pero él evitaba mirarla.

- De nada.

El se fue en su vehículo y ella entro a su casa. Angie era el tipo de chica que prefería entrar por la puerta trasera antes que por la principal y que todos notaran su presencia. 

Cruzo por el pasillo para dirigirse a su habitación. El humo era visible en esa casa, y el tabaco se lograba sentir a cuadras de distancia. Ella era la única que no fumaba, no quería terminar como su madre y su hermano, ellos no son mas que unos inestables. 

Apenas llegaba a la puerta de su habitación, sintió los pasos pesados y lentos de su madre. Desde que su padre esta en prisión; su madre perdió el empleo, y el poco dinero que gana lo invierte en apuestas.

- ¿En donde mierda estuviste? -preguntó prendiendo otro cigarrillo.

- Con un chico.

- Si te vas a dedicar a la prostitución, hacelo bien y usen condón -dijo liberando una nube de humo desde su boca.

-No todo en la vida es sexo.

- Niña, todos los hombres quieren sexo -dijo su madre.

Angie no respondió nada. No tenia sentido responderle a una persona con una mente tan retorcida como la de su madre.

Entro a su habitación y se recostó en su cama. Lo único que pasaba por su cabeza era Kevin, el único que la distraía de tanta mierda. De tanto humo y ceniceros.

Él no se quedaba atrás pensando en ella. Su mente le exigía matarla, pero su cuerpo no estaba dispuesto a asesinar a la única persona que podría entenderlo. Kevin no aprende, se arrepiente, pero jamas aprende. Su mente se digna a seguir. Tal vez por eso se siente tan solo y vació. Tal vez su cura sea Angie, pero él no se atrevía a enamorarse. Es imposible enamorarse luego de tanto traumas y problemas. Y mas cuando nunca fuiste querido por alguien. 

Kevin y Angie eran tan distintos. Tan distintos y tan iguales. Tal vez estar acompañado en un mundo de mierda sea menos doloroso.


[ 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐦𝐢𝐧𝐝 ] KevangieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora