Un bello desastre en el universo

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Los días pasaban y los jóvenes habían perdido completamente el contacto. Eran como dos desconocidos. Los cambios de horarios impedían verse la cara, pero los recuerdos aun quedaban en sus mentes. No era sencillo olvidar a la única persona que supo comprenderte.

Ambos se sentían nuevamente perdidos, era difícil tomar el control de las complicadas situaciones que ellos vivían a diario. 

La mañana de aquel sábado era fría, las nubes tapaban el sol y el pronostico indicaba las lluvias en aquel día. La lluvia relajaba a la chica, se sentía en paz. Sentir el ruido de las gotas chocando contra su ventana la llevaba a un mundo paralelo. A un mundo sin problemas ni complicaciones; al mundo perfecto. 

Cuando llovía, ella recordaba el mejor lado de su infancia: siempre que llovía, en vez de quedarse dentro de su casa, prefería salir y bailar bajo la lluvia. Como si estuviese en un musical. O incluso dentro de un sueño.

 Mojarse era lo de menos, el chiste era disfrutar. ¿que importaba amanecer enfermo al otro día?, si los días de lluvia ella los disfrutaba y jugaba a ser feliz. Como si fuese la ultima vez que llovería.

Las calles de mendoza se encontraban colmadas por turistas y habitantes de la zona. De vez en cuando, Angie salia a caminar y mirar los paisajes. Llegó ahí cuando era muy pequeña, y, desde que pisó esa provincia, se enamoró de la misma. 

Las caminatas eran largas, muchas de ellas no tenían destino, pero aquella vez fue distinta. Su destino eran los bosques. Sabia perfectamente que le tomaría un buen tiempo llegar hasta allí, pero eso no detenía sus planes.

A pesar de los miles de turistas que llegaban por año, aquellos bosques no eran muy concurridos. Era demasiado fácil perderse en ellos, ademas de estar muy alejado de la ciudad.

Luego de un par de horas caminando, la joven logró adentrarse en los bosques. Apenas sabia como volver, tranquilamente podría perderse y morir allí mismo, pero eso ya no le importaba. 

Unas pequeñas gotas caían del cielo, se aproximaba la lluvia. Al ser pleno otoño, las hojas caían con suma facilidad al entrar en contacto con las gotas de agua. Ver como caían las hojas de los arboles con frecuencia relajaban a la joven. 

La lluvia y el otoño era la droga de Angie, era lo único que espantaban sus problemas. Sentía como su alma se depuraba al sentir la lluvia sobre su cuerpo, era raro, pero la relajaba, y eso era lo importante.

Desde lo lejos, logró ver una gran cascada que desembocaba en el mismo lago que ya conocía. Aquella cascada estaba rodeada por rocas gigantes, haciendo que sea posible llegar a la cima y ver parte del bosque. La cascada no era muy alta, pero parecía tener una vista increíble.

Las rocas mojadas por la lluvia le dificultaban trepar, pero, al vivir rodeada de montañas, ya tenia la costumbre en escalarlas. Luego de un par de minutos, llegó a la cima. Esta poseía pequeños arboles. La joven se acercó a uno de los bordes de la cima, cerca de la cascada; y observo el paisaje agarrada de una rama de un árbol viejo para no caerse. 

La vista era increíble, los arboles altos, las hojas otoñales, los pájaros bañándose con las gotas de la lluvia y cantando, lo volvía aun mas increíble. Angie dejó de mirar el bosque y se concentró en la cascada que desembocaba en el lago. El cual, logró reconocer. 

Con su mirada buscó aquel árbol en donde se apoyaban ella y Kevin y conversaban durante largas horas. Aquel árbol se distinguía muy fácil del restro; era un tanto chueco, y no era de la misma especie de árbol que frecuentaba aquel bosque. La mayoría de los arboles eran altos y frondosos. En cambio, aquel árbol era todo lo contrario. Era imperfecto. Era llamativo. Y la representaba en todos los sentidos.

[ 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐦𝐢𝐧𝐝 ] KevangieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora