Un salto de fe vale el riesgo

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Rápidamente, él joven giró el picaporte de la habitación y se encontró con la chica tirada en el piso llorando. Él no lograba entender porqué lloraba, confuso, examinó la habitación hasta encontrarse con un hombre tirado en el suelo y un bate de béisbol ensangrentado a pocos metros de él.

 Esquivando el cadáver y el gran charco de sangre que este dejó, se acercó a la joven; quien se encontraba paralizada por lo sucedido, su mirada cristalizada no se despegaba del cuerpo inerte.

- ¿Que pasó? -preguntó el chico rodeándola con sus brazos.

- No me di cuenta -dijo sollozando mientras lo abrazaba fuertemente.

- Tranquila -dijo con la voz suave para que se tranquilice-, estoy acá, te voy a ayudar.

- No me denuncies -dijo mirándolo a los ojos. Su rostro estaba rojo de tanto llorar.

- Nunca lo haría -respondió y luego agregó:-. hay que esconder el cuerpo.

- No puedo -se negó llorando.

- Si no lo hacemos vas a terminar presa.

- Tal vez viva mejor presa que libre.

- Tal vez, pero no podré verte -dijo por lo bajo, llamando la atención de Angie.

- ¿Tanto me amas? -sonrió ella.

- Yo sólo.. so-sólo intento ayudarte. ¿Vamos a deshacernos del cuerpo o vamos a seguir perdiendo el tiempo? -preguntó enojado.

Rápidamente, Angie se levantó del piso y siguió las ordenes de Kevin. Por experiencia, él ya era experto en deshacerse de cuerpos. 

Kevin, con Ayuda de Angie, levantó el cuerpo y lo llevó hasta la cocina. Agarró dos bolsas de consorcio y un cuchillo grande previamente afilado.

- Necesito que limpies toda tu pieza con lavandina, la ordenes y luego te vayas a bañar. ¿ok? -dijo colocando el cuerpo en la mesada de la cocina.

- Bien -aceptó dudando.

Angie cumplió, limpió y ordenó cautelosamente su habitación hasta que la sangre desapareciera. No quería pensar en lo que Kevin estuviera haciendo con el cadáver. Posiblemente este metiéndolo en las bolsas que ella misma le había dado. 

Con cierto grado de migraña, causada por tanto llorar; Agarró de su armario ya acomodado, un conjunto de ropa limpia y se metió a la ducha; Que por cierto, la tranquilizó y le ayudó a pensar mejor.

Después de veinte minutos, Angie salió del baño ya cambiada. Agarró su ropa manchada con sangre y la colocó en la lavadora. Con cierta incertidumbre, se acercó a la cocina y miró lo que hacia Kevin. Este, ya tenia en mano dos bolsas de consorcio llenas.

- ¿L-lo descuar...? -miró sorprendida las dos bolsas. En cualquier momento volvería a vomitar.

- ¿Si lo descuartice? -preguntó y la chica asintió-. Si.

- Kevin yo... 

- No digas nada, voy a deshacerme del cuerpo. Confia en mi.

- Bueno -dijo por lo bajo.

- No estés nerviosa, tu padre ya no esta.

Angie volvió a asentir. Kevin la miró durante unos segundos y se fue de la casa con las dos bolsas. Las cargó en el baúl de su auto y se fue. A la chica sólo le quedaba confiar.

¿En que momento llegamos a esto? se preguntaba la chica. No podía creer lo que había hecho. No era normal asesinar a alguien y que tu mejor amigo esconda la evidencia. O por lo menos ella creía eso. 

A partir de ese momento, Angie no se volvió a ver de la misma forma. Se sentía un monstruo. Lo que acababa de hacer no era ético y mucho menos era algo de lo que debería enorgullecerse. Era una asesina, y Kevin no debía acercarse a ella. Nadie debía acercase a ella. Ni ella confiaba en si misma, ¿como confiarían los demás?

(14 horas después)

La semana escolar había comenzado. Aquella mañana los dos jóvenes no intercambiaron palabras. Kevin no tenia problema en hablar con Angie, pero la chica si. Según ella debía evitarlo. No por él, sino por ella misma. La joven quería estar distanciada de todos, no quería volverse adicta a provocar daño. Los monstruos deben estar alejados.

Alejarse no fue una tarea tan difícil para ella, no era una persona de muchos amigos. Apenas hablaba con Kevin, su único amigo. ¿Que pasaría ahora con ambos? Kevin era como su paracaídas, su soporte; y ahora que no estaba, sentía que caminaba por un cable, y que pronto, iría en caída libre.

Esquivando a los alumnos, Angie se acerco a Kevin. Este estaba sentado en una de las gradas. Él era único que no estaba haciendo deporte en aquella clase, ya que, minutos antes sufrió un ataque de pánico tras pelear con uno de sus compañeros.

- Tenemos que hablar -dijo Angie sentándose alado de él.

- Ya me deshice del cuerpo -susurró.

- No es eso -dijo llamando la atención de Kevin- voy a cambiarme para el turno tarde.

Kevin la miró confundido y agregó:

- ¿Cuando? -preguntó deseando que falte mucho. 

- Mañana.

- Bien - dijo Kevin con la mirada en sus compañeros, quienes se encontraban jugando baloncesto.

- ¿no te importa? -preguntó al ver su reacción neutra, como si no le importara en lo mas mínimo.

- ¿por que tendría que importarme? -preguntó con frialdad, que por supuesto, estaba actuada. 

Su actitud siniestra y fría era lo único que lo protegía de los demás. Cuando sos frió, nadie se acerca. Y cuando nadie se acerca... nadie te lastima. Su actitud era su defensa. Una defensa de doble filo.

- No importa -dijo afligida-. Adiós.

Angie esperó por escasos segundos su respuesta. Una simple despedida. Pero esta nunca llegó.

Listo, ¿ahora que le quedaba? ¿salir adelante por su cuenta? aparentemente si. Su padre ya no estaba entre ellos, situación que aliviaba a la joven. Pero a la vez, la angustiaba. No podría vivir con la culpa. 

Era difícil entrar a su habitación, cada vez que lo hacia, lo sentía. Sentía su mirada, en especial en las noches. Las madrugadas de insomnio, el consumo de alcohol, las miradas que la perseguían, el silencio de su familia, los ataques de pánico y la ausencia de Kevin, la volvían completamente loca. ¿como no gritar de la ira? un paso mas y caía por un precipicio. 

[ 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐦𝐢𝐧𝐝 ] KevangieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora