Actitudes de mierda

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- ¿Quien es? -preguntó Maia desde el otro lado de la puerta.

- Un fantasma -dijo irónico desde el otro lado de la casa blanca.

Ella abrió la puerta y soltó una sonrisa al verlo, él solo bajo la mirada.

- Bien... ¿queres verla? -preguntó ella levantando una ceja.

- ¿No es muy obvio ya? -dijo con los ojos en blanco, a pesar de ir a terapia aun conservaba su carácter un tanto complicado- ¿cuando vamos?

- Mañana por la mañana ¿te parece?

- Bien...igual, no creas solo quiero verla a ella -mintió.

- ¿A quien veras? 

Estuvo por responder, pero se detuvo al no tener respuestas coherentes.

- Cosa mía...

- Entra -dijo ella haciéndose a un lado para que pase.

- No voy a drogarme.

- ¿Que? -frunció el ceño.

- Acabo de ver a tu amiguito aspirando algo, ademas tenes olor a marihuana.

Maia se quedó sorprendida, al parecer no era la única atenta a los pequeños detalles.

- Veo que la terapia te limpio la mente -dijo sacando de su bolsillo un porro y un encendedor- no seas ordinario, se como siempre fuiste; se Kevin -dijo fumando.

Él la miró inexpresivo y se fue. Era tentador volver a ser el chico que era antes, aunque sabia que no podía y que si caía de nuevo volvería a pisar ese maldito centro de salud mental. 

De cierta manera ayudaban, pero seamos sinceros; no se puede arreglar lo que nació dañado.

Tampoco importaba el castigo, él jamas dejaría de ser lo que siempre fue; sólo quedaba resistirse.

Cuanto mas pensaba en su comportamiento, mas se cuestionaba el regreso a su ciudad y el rencuentro con la chica. Quería verla, pero se sentía nuevamente egoísta. Una parte de el quería dejarla ir, pero por otra parte quería aferrarse a ella.

 Todo se volvía complicado, pensar cada vez era mas tedioso. 

Por otra parte, la mañana de Angie era mas tranquila de cierto modo; no se ahogaba pensando como Kevin, y eso que ella siempre fue de pensar mucho las cosas. El hecho de no pensar demasiado la volvía mucho mas liberal y tranquila. Antes también solía sentirse así, pero con pastillas y drogas.

Su nuevo trabajo también había influido demasiado en su actitud mas relajada. Hace una semana había entrado a trabajar en una cafetería como mesera, ella era la que tomaba los pedidos en la caja. A pesar de ser un lugar bastante recurrido, el ambiente era bastante tranquilo y ordenado. Algunos clientes era pacíficos, pero había otros que la sacaban de las casillas. No era una chica de mucha paciencia.

Eran las una de la tarde, lo cual significaba que no llegaban demasiados clientes como en las horas del desayuno y la merienda. Sus compañeras cerraron las puertas y de dispusieron a limpiar el negocio. Por su parte, ella solo se quedaba en el mostrador organizando algunas cosas. Aveces organizaba estupideces por aburrimiento, esta no fue la excepción ya que se puso a ordenar los alfajores por el color de los envoltorios.

Una de sus compañas abrió las puertas cuando el reloj marcó las dos de la tarde. Varios clientes comenzaron a llegar, nada fuera de lo normal; hasta que escucho una voz conocida que mencionaba su nombre. Ella desvió su mirada del mostrador y  miró al cliente, era una chica de cabello castaño que logró reconocer al instante; era una ex compañera del colegio.

- ¿Angie? -preguntó con un tono de voz incrédulo y un tanto burlón.

- ¿Cual es tu pedido? afuera en la cartelera están los descuentos -dijo ella siguiendo con su trabajo.

- ¿me recordas? soy la amiga de la chica rubia la cual empujaste en ultimo año -dijo resentida.

- Te pido disculpas a vos y a tu amiga, ¿cual es tu pedido?

- Veo que cambiaste, creí que serias una loca toda la vida -se mofó.

- ¿Tu pedido? -insistió ella con un tono enojado.

- Dos batidos de chocolate con un muffins -dijo ella mientras Angie anotaba- no, mejor un brownie... demasiado chocolate ¿no?, ¿sabes que? mejor un alfajor de leche -dijo indecisa.

- ¿Podrías decidirte? sino te cobro todo -dijo de mala manera, sabia como lidiar con gente fastidiosa.

- Dos cafés con medialunas -dijo seria- ¿cuanto es?

Ahí tenes los precios -dijo señalando un cartel- suma los precios de tu pedido y listo -dijo yéndose con la lista para dejarla en la cocina.

Angie esperó a que la chica se sentara para volver al mostrador y seguir trabajando, cuando finalmente lo hizo; puedo continuar su trabajo, quería evitarla.

Luego de ocho minutos, una de sus compañeras; quien se encargaba de llevar los pedidos a la mesa, se acerca a ella con el pedido de la chica quien molestaba a Angie.

- Terminó mi turno, lleva el pedido a la mesa nueve -ordenó dándole la bandeja con los dos cafés y las medialunas.

- ¿Por qué justo yo?

- Por favor, tengo que ir a ver a mi novio -dijo agarrando su mochila para irse.

- A la mierda tu novio -se quejó en voz baja mientras llevaba el pedido a la mesa.

Acercándose a la mesa, fingió una simple y sutil sonrisa y dejó el pedido de la chica rápido, pero ella la detuvo.

- ¡Nos volvemos a ver!, Maca ella es Angie -dijo presentándola a su amiga quien estaba sentada en la misma mesa.

- Que raro ella trabajando acá, creí que terminaría siendo una traficante o algo por el estilo -se burló la otra chica.

Angie intentó irse de nuevo, pero la chica nuevamente la llamó.

- ¿Podrías echarle azúcar a mi café? -preguntó ella- te daré mas propina...

Angie sólo se dio vuelta y comenzó a abrir los sobres de azúcar y metiendo el contenido en la taza de café.

- Hay que vigilarla que no te mata droga -rió Maca.

- y contame Angie... ¿Kevin ya te cortó?, digo, sos una santa ahora...

- No te incumbe -respondió seria.

- Creí que las putas eran mas buena onda -dijo con asco- llevate el café, le pusiste demasiada azúcar -ordenó llevándole bruscamente el café a su bandeja salpicando con manchas de café al uniforme de Angie.

Ella la miró enojada, intentó controlar su ira; pero ya venia aguantando demasiadas burlas. Guiada por enojo, agarró el café caliente de su amiga y se lo tiró encima provocando que esta grite de dolor. La clienta se levantó enojada y caminó lentamente hacia la puerta ya que estaba pegajosa por la gran cantidad de azúcar que tenia el café de su amiga.

Todos los clientes miraron a Angie, algunos confundidos; otros enojados. Ella los ignoró y juntó todo metiéndose una de las medialunas en la boca. 

Así es como un día tranquilo se va bien a la mierda.

Dejó todo en el mostrador, agarró su ropa y mochila y salió del establecimiento como si nada. Aveces ella misma odiaba sus actitudes de mierda.



[ 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐦𝐢𝐧𝐝 ] KevangieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora