Angie, obligada por la chica, le indicó la dirección del departamento de Kevin. Ella siguió la dirección hasta llegar al departamento. Maia se bajó del vehículo negro y tocó timbre. Minutos después, atendió Kevin. Este estaba despeinado y sus ojos estaban inchados. Como la primera vez que conoció a Angie. A veces, esa era la apariencia que tenia cuando estaba al borde de la locura.
- ¿Quien sos? -preguntó Kevin frunciendo el ceño.
- Soy Maia, necesito que vengas conmigo.
- ¿Para qué?
- La policía te esta buscando -dijo ella, provocando la preocupación del chico.
- ¿como me conoces?
- Se bastante sobre vos.
- ¿y que sabes?
- Tenes una familia destructurada... problemas para socializar... esquizofrenia desde los dos años... te gusta una chica llamada Ang... -dijo ella pero fue interrumpida por Kevin.
- Lo ultimo es mentira -interrumpió- ¿de donde mierda sacaste todo eso?
Antes de que pudiera contestar la chica, Angie se bajó del vehículo. Kevin la miró confundido, no lograba entender nada.
- Nos están buscando Kevin -dijo Angie en seco.
- Tarde o temprano los atraparan -manifestó Maia- mejor tarde que temprano.
- ¿y que quieren hacer?
- Mi familia tiene una estancia cerca del cerro Otto en bariloche. Esta abandonada.
- Eso es turístico -dijo Kevin.
- Sólo un sector es turístico, el resto esta vacio. Son puras montañas.
- ¿Y por qué tu familia hizo una estancia en medio de la nada? -preguntó serio.
- Querían estar tranquilos, ademas...
- ¿Vamos a escapar o les sirvo el té para su interesante charla? -interrumpió Angie enojada.
- Mañana por la mañana te buscaré en la camioneta. Preparate, es un viaje largo -dijo Maia- ¡y hace las maletas! -finalizó ella subiéndose al vehículo junto con Angie.
La chica de cabello azulado tuvo un rostro serio en todo el camino. Se sentía enojada, y al mismo tiempo triste. Era como una mezcla de emociones. Un sentimiento combinado y a la vez extraño.
Hicieron un par de cuadras hasta llegar a una farmacia. Angie, al percatarse de la situación, frunce el ceño y la mira extrañada agregando una pregunta:
- ¿Que hacemos acá?
- ya vuelvo -ignoró Maia bajándose del vehículo hasta llegar a la farmacia.
Abrió la puerta disimuladamente y entró a la farmacia. Este parecía estar bastante lleno, lo que fue un punto a favor. Lentamente se acercó a una tintura negra y otra marrón para el cabello y las escondió cuidadosamente en su cartera evitando mirar a la cámara para que no la reconocieran. Ella ya llevaba varios delitos por robo en tiendas independientes. Lentamente caminó hacia la puerta y salió de la farmacia. A paso apurado corrió hacia la camioneta y la encendió.
- ¿Que mierda? -preguntó Angie con el vehículo ya en movimiento.
Luego de hacer varias cuadras, llegaron a la casa de Angie. Ambas bajaron e ingresaron por la puerta trasera. Por suerte, la casa se encontraba vacía, lo que permitía que pudieran hablar tranquilas.
- ¿Que robaste? -preguntó agarrando la mochila de Maia para abrirla.
- ¡No! -dijo Maia quitándole la mochila de sus manos, no quería que ella viese el test de embarazo- son tintes para el cabello- -finalizó sacando uno de color negro.
- no, no, no, ¡me gusta mi color de pelo!
- Ese azul es muy llamativo, ¡te reconocerán al toque!
- ¿no íbamos a un lugar tranquilo? -preguntó Angie de brazos cruzados.
- Lo digo por el camino, en la ruta nos pararan y adiós plan.
Angie puso los ojos en blanco y agarró la caja con desagrado, no quería teñirse. Amaba su pelo de color azul.
- Arma las maletas y sacate ese color, mañana nos vemos -se despidió Maia mientras agarraba su mochila y salia de la casa.
La joven miró seria la caja de tintura y dio un corto suspiro. Aprovechando que estaba sola, decidió por armar las maletas. Empaco su ropa y algunos objetos importantes. Muchos de ellos no tenían valor a los ojos ajenos, pero para ella significaban mucho. Entre aquellos objetos se encontraba el mas especial y valioso: una pulsera de oro que le pertenecía a su abuela. Aquella pulsera tenia un corazón con alas de ángel. Las alas tenían pequeños fragmentos de esmeralda azulada y diamante. Algo divinamente costoso. Su abuela fue de las muy pocas personas en su vida que la apoyaron. La joven tenia muy buenos recuerdos de ella.
Aquella pulsera siempre permanecía guardada en una caja al fondo de su biblioteca, pero aquella vez decidió darle uso.
Ya terminado las dos maletas, se dirigió a la habitación de su madre. Nunca había entrado allí, jamas tuvo la valentía de saber que cosas habría. Cuidadosamente giró el picaporte y entró. Este estaba bastante desordenado. Rápidamente abrió los cajones en busca del dinero de sus apuestas. Se encontró con variadas cosas, hasta que logró encontrar bastante dinero acumulado en una caja de lata. Antes de irse de la habitación, logró ver algunas cajas de cigarrillo en la mesita de luz. Sin pensarlo demasiado, agarro varias de estas cajas. Tal vez fumar sea su nueva adicción.
Todo ya estaba listo, excepto una cosa. Lentamente se dirigió al baño y se miró al espejo. Aun seguía viendo al mismo monstruo que asesinó a su padre. Desvió su vista hasta la caja de tintura negra que llevaba en manos. Ella abrió la caja y sacó su contenido. Se colocó los guantes y preparó la mezcla tal y como lo decían las instrucciones. Dio un suspiro y comenzó a dar las primeras pinceladas en su cabello. Todo para no terminar presa.
Hay momentos en donde hay que sacrificarse para conseguir ciertas cosas, ahora debía sacrificar su cabello y su identidad para no terminar tras la rejas. Tal vez sea el karma devolviéndole su propia mierda.
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[ 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐦𝐢𝐧𝐝 ] Kevangie
FanfictionDos jóvenes que intentan llevar una vida normal a pesar de sus traumas y problemas familiares, ¿que tan fácil es encajar en un mundo desquiciado cuando nuestra propia mente es nuestra mayor enemiga?