La chica estaba sentada en la mesa del comedor, almorzando una pizza recalentada de la noche anterior de aquel día. Su madre no se encontraba, no era extraña su ausencia. A nadie le importaba su ausencia. En cuanto a su hermano, tampoco se sabia su ubicación. Solo se sabia que volvería a las 19:30 de aquel día.
Comer sola era costumbre, no recuerda cuando su familia cenó junta. Tal vez cuando era una familia estable. Pero eso ocurrió hace mucho. No se tiene registro de felicidad en esas vacías paredes.
En cuanto a su padre, estaba libre. Su condena termino hace poco, sin embargo tenia restricción perimetral hacia la joven. Algo que la aliviaba, pero demasiado poco. A partir de ese momento debía vivir con miedo. Trabajo sencillo para Angie, toda su vida vivió con miedo. A estas alturas era costumbre.
Aquel mediodía era tranquilo. Nublado y frió. Aquella frías temperaturas de abril le encantaban. Era lo único bueno del año. Perfecta temperatura para dormir tapada durante horas, dormir la distraía. Sus sueños reflejaban lo que quería en su vida: Una buena familia, una mascota, un buen rendimiento académico y alguien que la comprenda. Que por cierto, lo ultimo fue cumplido. Su único deseo cumplido.
El golpe de la puerta la sacó de sus pensamientos, creyendo que era su madre, se acercó. Sin embargo no era ella, ni su patético hermano. Tampoco se trataba de Kevin, su único amigo.
- ¿Papa? -preguntó atemorizada mirándolo a los ojos. Del miedo, dejó caer su porción de pizza al suelo.
Su cuerpo no reaccionaba. Las palabras no lograban salir, apenas pudo preguntar "¿papá?". Su respiración entrecortada le impedía pensar. ¿que debía hacer? ¿no hacer nada? ¿correr? ¿llamar a la policía?
- Acá estas -dijo neutro. ¿acaso no sabe que no debe acercarse a su hija?
- No deberías estar acá -farfulló Angie. Increíblemente logró hablar.
Él no contestó, solo se acercó lentamente a su hija, provocando el pánico de esta.
- Creciste un montón desde la ultima vez que te vi, te teñiste -dijo acariciando su largo cabello azulado -sabes que no me gusta que te tiñas el pelo.
- A mi me gusta -susurró.
- Ya sos toda una señorita -dijo depositando un beso en su frente, acercando su cuerpo y apretando a esta contra la pared.
Angie no sabia que hacer, no podía moverse. Sus cuerpos pegados impedía el movimiento de la joven. Rápidamente, su padre comenzó a besar su cuello. Esto se salio de control.
Sin pensarlo dos veces, golpeo su miembro con su pierna fuertemente, provocando el grito furioso de su padre. Rápidamente se separó e intentó abrir la puerta delantera para huir de la casa, pero des desafortunadamente se encontraba cerrada. Con angustia, subió por las escaleras, entró a su habitación y cerró su puerta. Al no tener la llave a su alcance, movió su armario y la colocó delante de su puerta para impedir el paso.
Las lagrimas no tardaron en aparecer, agarró su teléfono e intento llamar la policía; pero la linea no se encontraba disponible. Esto aumento la angustia de la joven. Desde la puerta, se escuchaban los golpes desesperados que su padre dejaba. ¿cuanto tiempo le quedaba hasta que el derribe la puerta? no mucho. Entre llantos llamó a su madre. Pero tampoco atendía. Sólo quedaba esperar.
Luego de un par de minutos, el mueble cayó por el piso. Instintivamente se colocó a un lado de la puerta y agarró un bate de béisbol que se encontraba cerca de donde estaba. De pequeña practicaba aquel deporte, y aun conservaba su preciado bate.
Su padre entró a la habitación furioso, observó la habitación y Angie no estaba. Miró a su costado y la vió, instantáneamente reaccionó y lo golpeo con su bate en la cabeza.
- ¡Andate de acá! -dijo dando el segundo golpe con el bate-. ¡No me harás mas daño! ¡ni volverás a tocarme en tu puta vida! ¡nunca mas! -dijo dándole mas batazos en la cabeza, provocando que este caiga rendido al piso.
Su cabeza sangraba, no paraba de sangrar. Ya no se defendía, no tenia mas fuerzas.
- ¡Ya no volverás a tocarme nunca mas! -dijo llorando mientras dio el ultimo golpe.
dejó caer el bate con sangre al piso cayendo cansada y triste. Miles de lagrimas se deslizaban por sus mejillas. No podía creer lo que había hecho.
- No volverás de abusar de mi, ni de nadie -dijo por lo bajo con la voz entrecortada. No paraba de llorar.
Ver el cuerpo tirado en el suelo de su habitación, provocaron sus ganas de vomitar. Corriendo, se dirigió al baño y vomitó. Se miró al espejo; veía un monstruo, ella era el monstruo. Odiaba su reflejo, odiaba verse a ella misma. Miró sus manos ensangrentadas y las limpió en el lava manos. No podía creer que mató a su padre.
Volvió a su habitación, esquivó el cuerpo inerte de su padre y tomó su teléfono celular. Esta vez no llamó a la policía ni a su familia. Esta vez llamó a su único soporte, Kevin.
Angie: K-kevin -dijo con la voz entrecortada de tanto llorar.
Kevin: ¿Que pasa? ¿estas bien?
Angie no contestó, se dedicó a mirar el cuerpo. ¿era correcto contarle lo que pasó? ¿la denunciará?
Kevin: ¡Angie! ¿que mierda pasó?
Angie: Veni a casa por favor -dijo llorando.
No pasaron ni diez minutos y Kevin ya estaba en la casa de Angie, aquella extraña llamada lo preocupo, y demasiado.
Intentó entrar por la puerta principal, pero esta no habría, inmediatamente llamó a Angie desde la entrada, pero esta no contestaba y la puerta seguía cerrada. Desesperado intento abrir la puerta trasera. Luego de embestir varias veces, el candado de esta se rompió, logrando que el chico logré entrar a la casa. Apurado, subió por las escaleras y busco a Angie.
Él la llamaba, pero ella no respondía a los gritos desesperados de Kevin.
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[ 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐦𝐢𝐧𝐝 ] Kevangie
FanficDos jóvenes que intentan llevar una vida normal a pesar de sus traumas y problemas familiares, ¿que tan fácil es encajar en un mundo desquiciado cuando nuestra propia mente es nuestra mayor enemiga?