Decisiones impulsivas

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El trayecto desde buenos aires hasta mendoza fue un tanto irritante y fastidioso para el chico. El amigo de Maia no paraba de hablar de su vida, a esto le sumábamos su mal gusto en música ya que ponía rock en donde los cantantes sólo gritaban cosas sin sentido. 

Luego de varias horas de viaje llegaron a la ciudad de Mendoza. Maia bajó el volumen y el vehículo se estacionó enfrente de la casa de los padres adoptivos de Kevin. El chico bajó y agarró sus maletas que quedaban en el maletero del vehículo. Cuando estuvo por entrar a la casa Lara gritó "suerte, McFly" desde el interior del vehículo.

Kevin la miró serio por el ridículo apodo y entró a la casa. Apenas lo hizo, Martín se acercó a él hasta abrazarlo; hace un largo tiempo no se veían.

Kevin sólo dio una sonrisa incómoda y se alejó de él.

- ¿Que mierda se te pasó por la mente cuando asesinaste a alguien? -reprochó como todo hermano preocupado.

- Es comp...

- Kevin... -mencionó su madre mirándolo desde la cocina.

El chico la miró por escasos segundos, de alguna manera le daba vergüenza mirarla sabiendo todo lo que hizo años atrás.

Ella se acercó a él y sin pensarlo le dio una cachetada, estaba muy furiosa.

- Te dimos todo y nos pagas así -dijo fulminante- siempre supe que eras un chico raro y complicado, ¡pero jamás creí que serias capaz de matar a alguien!

- Dicen que la esquizofrenia es de las enfermedades mentales mas peligrosas -explicó un niño de cinco años quien se acercaba a él.

- ¿Quien mierda sos? -preguntó Kevin con confusión.

- Kevin, él es nuestro hermanito -susurró Martín.

- Así que de la nada somos la familia ingalls -se quejó irónico.

- ¡Kevin! -llamó la atención su madre adoptiva- quiero que te comportes con tu hermano.

-¿De quien es?

- ¿No es obvio? ¡de tu padre por supuesto!

- ¿Como se llama el cabezón este? -preguntó Kevin burlón.

- No le digas cabezón, Kevin -reprochó su madre- se llama Renzo -dijo provocando la risa de Kevin.

- Bien, iré a tomar aire -dijo con risa.

El dejó sus maletas en la casa y comenzó a caminar con dirección al bosque. Ya no reía, por el contrario; estaba enojado. De alguna forma no tenia buena relación con los niños, ni con mucha gente en realidad.

No había muchas razones para ir al bosque, simplemente extrañaba ir ahí. Suena raro, pero de alguna forma se sentía encariñado con aquel bosque. Era sencillamente especial.

...

Aquel día fue mas mierda para Angie, quien había recibido un mail de la cafetería que la despedía permanentemente. 

Estuvo como media hora sentada en un banco de la plaza con sus pertenencias. Cada tanto lloraba, pero sus lagrimas eran casi invisibles. Su rostro expresaba únicamente enojo, hasta que un chico se acercó a ella.

- ¿Estas bien?

- Y decime vos.

- ¿Puedo sentarme? -preguntó él acercándose mas.

Ella sólo asintió y él se sentó a su lado.

- Soy Javier -se presentó amablemente.

- ¿Sos un violador?... 

- No -respondió confundido por la pregunta.

- ¿Fetichista?... ¿psicópata?

- No y no.

- ¿Aquel es tu auto verdad? -preguntó señalando un automóvil gris. Anteriormente lo había visto bajando de ahí.

- Si.

- Vamonos de acá -dijo ella levantándose del banco mientras se colocaba la mochila en el hombro y caminaba hacia el auto.

- ¿A donde? -preguntó él mientras subían al vehículo.

- Sólo maneja por donde yo te digo.

¿Que hacia? ni ella lo sabia. Aveces cuando estaba enojada tomaba decisiones impulsivas, y sin dudas escaparse con un completo extraño era una de esas decisiones. 

Ya no le importaba estar con otro chico, le daba completamente igual. Estuvo tantos años sola ya que tenía la esperanza de volver a ver a Kevin. Ya estaba cansada de esperar, quería vivir de nuevo y tener nuevas aventuras menos delictivas y mas divertidas. Tal vez era momento de superar a Kevin.

Apenas el chico llegó al bosque, se dirigió al mismo lugar al que iba siempre; el lago. Aquel bosque estaba lleno de recuerdos. El paisaje era idéntico, igual que hace cinco años atrás. Recordaba cuando llevó por primera vez a Angie a aquel lugar. Recordaba cuando ella se tiró desde la cascada. Recordaba la desesperación que tuvo él al verla en el fondo del agua. Recordaba cuando incendió la cabaña para asesinarla, pero lo único que causó el fuego fue enamorarlo mas de ella.

Llegando al lago, lo primero que vió fue ver a una chica y un chico sentados en un tronco de un árbol muerto que estaba en el suelo. Ella recargaba su cabeza en el hombro del chico mientras ambos miraban el lago y hablaban, parecían ser una pareja o algo por el estilo.

Él los miró por algunos segundos sin que ellos se dieran cuenta y pegó la vuelta para volver. Lo que mas le llamó la atención fue que estuviesen ahí, es decir; sólo Kevin conocía aquel lugar. Angie también sabia como llegar, pero jamas se le pasó por la cabeza de que pudiese ser ella.

La pareja hablaba alto, el hecho de creer que estaban solos en el bosque le daban mas libertad de hablar.

- Jamas me dijiste tu nombre -escuchó Kevin, la voz era masculina.

- Angie -respondió la chica.

Al escuchar su nombre el chico se detuvo en seco, estaba realmente confundido.

- Quiero besarte -dijo la chica. Definitivamente era la Angie que él conocía.

- y hacelo...

Kevin se dio la vuelta con cierto grado de miedo, cuando logró ubicarlos con la mirada ellos ya se estaban besando. Miró el rostro de la chica deseando que no sea la que él ya conocía, pero la suerte no estaba de su lado; definitivamente si era ella.

Él se dio la vuelta y comenzó a caminar rápido hasta salir del bosque. Nunca creyó que el amor doliera tanto, al parecer así se sentía sufrir por amor. Era de aquellas sensaciones extrañas. No sabia como describirlo, pero la primera palabra que se le venia a la mente era desepcion, pero una desepcion diferente parecida a la envidia; como si él quisiera ser aquel chico. 


[ 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐦𝐢𝐧𝐝 ] KevangieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora