07.

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No.

Enrollando la manga larga de su abrigo rojo hasta la mitad de su brazo, el movimiento del candado colgando de un collar central compuesto por cadenas hizo un desplazamiento horizontal mientras el propietario del mismo observaba a su hermano mayor con una resentida mueca maquillando sus labios. Lo único que resonaba en sus oídos eran esas dos malditas letras, un determinado «no» que no se marcharía de la lengua del castaño.

Pero Tony tenía un plan bajo la manga para convencerlo de cambiar su opinión.

A pesar de solo haber estado distanciados por cinco horas desde la última vez que dejaron de verse, donde tomaron caminos diferentes al ser divisados por el número de habitación, el alma del pelinegro respiraba de alivio en su interior por haberse vuelto a reencontrar con su hermano. Sonaba estúpido, lo sabía, pero era demasiado que dos inseparables hermanos se despegaran bastante tiempo.

Ellos estaban aferrados mutuamente, colocaban en el tope el amor fraternal.

Tanto Ondreaz como Tony habían hecho amigos en su primer día de su nueva vida universitaria, lo que solo valió como un pensamiento frustrado acabó convirtiéndose en una agradable sensación. El castaño se sentía tranquilo ahora que su hermano menor había encontrado a alguien con quien compartir el tiempo, no le había preocupado tanto ese detalle pero de igual manera se aligeraba.

No creía que los demás estudiantes pasarían por desapercibido el que Tony se apegara tanto a él como una lapa durante las horas libres por mucho tiempo. Y hablando de deshacer, lo único que el bailarín quería ahora era exterminar esa estúpida negación que salía de la boca de su hermano mayor.

"Confía en mí, te lo pido, Odry" El pelinegro volvió a intentar, entrelazando sus dedos como si estuviera a punto de rezar "Será divertido y cómodo para ambos, tendremos mejores habitaciones, conoceremos a más personas interesadas en el baile urbano, nos moveremos en un gran espacio para seguir practicando nuestros pasos. Será la mejor experiencia que hubiéramos tenido, viviremos con comodidades y hasta nos convertiríamos en los bailarines más populares del internado durante toda la beca."

"No y no insistas más, esa serán mis últimas palabras."

Ondreaz decretó, desnudando la apretada funda donde guardaba el croissant de jamón y queso que había ordenado del mostrador de comida de la cafetería perteneciente a la universidad. Le dio una mordida a su bocado y miró a su fastidioso hermano con cara de pocos amigos.

"¿Realmente no quieres sobrevivir la vida estudiantil con ese tipo de placeres?"

Negó con la cabeza, sin decir una palabra y devorando su delicioso emparedado. Tony soltó un suspiro demasiado dramático, como si estuviera enfrentando el dilema más complicado del mundo, antes de desplomarse en la pequeña mesa redonda de la cafetería, descansando su frente en la parte intermedia de su brazo.

"Tu testarudez no tiene cura."

Reprochó con voz derrotada, dibujando aburridos círculos sobre la superficie de vidrio que llenaba la mesa. Al cabo de unos segundos, envueltos en un agobiante silencio, Tony se enderezó sobre su asiento como si tuviera un resorte conectado a su trasero, mientras la repentina idea que había encendido todos los circuitos de su mente lo despertaba.

"Si nos unimos, prometo hacer tus tareas" Propuso, en un vago intento por convencer a su hermano "También buscare una manera de ayudarte en los exámenes."

Ondreaz solo lo miro, sus parpados cansados apuntando en su dirección, mientras troceaba los restos de pan con sus dientes.

"Ya conseguí a alguien para que me ayude con eso" Se apresuró a decir "Pero aprecio que te hayas inscrito a mi programa de súbditos, te llamare cuando encuentre un puesto vacante."

TÚ [Tonick] H.H. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora