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La noche cayó descuidada y tan fría, como una manta cálida dispuesta a reemplazar el frío del cuerpo y a la vez invisible, indispuesta a protegerlo. La lupa nocturna plasmada en el techo de carbón con escarchas blancas iluminando la ciudad de California, envueltas en una batalla con las luces de la ciudad, observaba las calles como un ojo omnipotente. Los habitantes temporales de la casa de los Austin se vieron obligados a dirigirse a sus respectivas habitaciones. Todos se habían sumido en el cansancio incurable, el día había transcurrido de manera vasta y peligrosa, una tarde llena de muchas emociones y sentimientos que no tardaron en causar un impacto bestial, tal cual una bomba nuclear, en su nostalgia.

El único hijo de la familia se encontraba en su habitación, en la cual había vivido durante toda su época escolar, abrigado bajo los edredones que se extendían sobre su cuerpo y preparado para esperar la mañana siguiente entre sueños inesperados. Pero los mensajes nocturnos que su ahora novio de cabellos crespos le enviaba a cada minuto, lo mantenían despierto, tanto que podría caer en brazos de Morfeo en algún inexacto segundo.

Suspiró derrotado, escribiendo el siguiente mensaje:

"Será mejor que mañana continuemos, ahora que mis padres saben de nuestra relación, será más fácil para nosotros actuar sin disimular."

"Honestamente, tuve mucho miedo de lo que pudieron haber hablado de nosotros. No estaba tan centrado en mis casillas, perdón por no haberte ayudado mucho cuando los enfrentaste, osito :("

Sonrió leve, lo cierto era que Tony había sido su brújula moral para lograr llevar a cabo la conversación con sus padres. Pero si lo discutía ahora, ambos sabían que el dialogo se prolongaría y la noche era bastante larga como para desaprovecharla así.

"No te preocupes, ya hablaremos de eso mañana. Por ahora, vayámonos a dormir."

"Está bien, dulces sueños, mi amor"

El corazón que saltó al final de la oración, hizo su pecho revolotear.

"Buenas noches, Antonio"

Y con un último mensaje de un caricaturizado rostro somnoliento, abandonó su teléfono en la mesita de noche de su izquierda, rodó su escuálido cuerpo a un lado de la cama y cerró sus ojos a la espera de que la noche corriera con prisa.

Sus ojos habían estado ardiendo incómodos desde que terminaron el almuerzo, y es que era de esperarse: el viaje hacia la casa de sus padres, las circunstancias y los eventos suscitados, el nostálgico reencuentro, la rebelión de la verdad, la aprobación de sus progenitores, las dudas tintineantes luego de la verdad, y entre otros factores se habían convertido en una rutina desalentadora de ejercicios que ocasionaron que sus cortos músculos flaquearan y su activa energía se agotara.

Pero ahora, ya por fin se encontraban en California. Ya por fin se encontraban unidos, como una verdadera familia.

Minutos, como nubes, pasaron. La puerta de nogal de su habitación emitió un casi sonido inaudible, de manera chirriante, de manera súbita. Un pequeño escándalo que condenó a sus seis sentidos a mantenerse en fina vigilancia, pues nunca antes había llegado al pensar de que en su casa habitaban fantasmas también.

Su teoría fue urgentemente contradicha cuando escuchó los tamborileados pasos de medias correr sobre la alfombra hacia su cama, y sintió gruesas y calurosas manos envolverse alrededor de su cuerpo a la vez que un peso conocido se hundía al lado vacío del colchón, autoinvitándose a colarse dentro de los edredones.

La caliente respiración que respingo en su cuello causó que su definido cuerpo de vainilla se estremeciera suavemente.

"Tranquilo, bebé" Susurró Tony con la mayor sutileza posible, acomodando su trabajado cuerpo detrás del contrario "Soy yo, vine a hacerte compañía."

TÚ [Tonick] H.H. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora