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"¿Austin?"

El incesante golpe de nudillos sobre la madera blanquecina, produciendo una secuencia de resonancias fustigadoras por segunda vez, causo que el eje de visión del castaño nombrado concentrado particularmente en la puerta de baño, donde su indebido amante escondía sus rastros de existencia, se viera interceptado por los llamados que hacía sus tímpanos atosigarse con furor.

Nick suspiró gravemente antes de tomar una insegura decisión, sus manos que en algún involuntario minuto se habían encerrado en puños temblaban por algún motivo que desconocía mientras vacilaba en extender una de ellas hasta el pomo. El órgano dentro de su propasado pecho latiendo desmesurado, maltratando las partículas que ponían en marcha la trepidación de sus nervios aun cuando podía actuar con normalidad, confrontando a la persona que se encontraba detrás de esa retumbante puerta en ese momento.

Sabía que su mañana no había sido del todo fructífera y que a pesar de haberse contrapuesto contra la sensación tediosa que le inyectaba el haber sido secuestrado, fuera de la animación de sus más coloridos sueños, su mente seguía agitada entre dos puntas montañosas: el empalagoso manoseo que Tony le suministró al despertar y los imborrables fotogramas de la noche anterior que circundaban en su imaginación.

Luego recordó que el ardor infernal en su trasero aún no había cesado y se golpeó mentalmente, abrir esa puerta sería como regalarle una invitación al diablo para que consumara su tranquilidad mental.

El castaño sabía que debía dejar de ocultarse con Tony, debajo del mundo, cada vez que querían estar a solas. Una vez más para acariciar aquel romanticismo que construían entre ellos, para no permanecer alejados de él por mucho tiempo, envolverse dentro de esa sábana que separaba la realidad con la fantasía y que una vez que se desenredaban de ella, todo volvía a la normalidad, dejándolos con un placentero y al mismo tiempo, un insípido sabor en la boca.

Ellos podrían tratar con su amor sin preocupaciones, delante de aquella ola de comentaristas amargos, en medio de la curiosidad de sus más cercanos amigos y, sin embargo, Nick no tendría por qué tener motivos para concernirse. De todos modos, ¿cómo podría definir aquel hilo imaginario que lo enredaba a Tony? ¿Cómo podría definir aquella relación? Tampoco eran novios oficiales como para lanzarse a una piscina sin agua, no, peor aún, para lanzarse al mar abierto sin salvavidas. Y aunque la oportunidad para pedírselo hubiera surgido en innumerables ocasiones, él seguía sin alistarse para determinar totalmente su dilema.

Se aseguraba de sus sentimientos, sabía que amaba a ese estúpido bailarín como nunca antes había amado a otra persona, pero... tenía miedo.

No le temía a las críticas, no le temía al monstruo de los chismes y rumores, no le temía a la repudiable mirada de los otros estudiantes, no le temía a absolutamente nada siempre y cuando el amor de su vida estaba sujeto a su lado, aferrándose a él con todas sus fuerzas y atestiguándole que no habían ases debajo de la manga que le prometiesen una decepcionante escapatoria, pero sabía que dentro de su corazón había algo de pavor escondido. Y le jodía con creces no poder especificar el origen del mismo para llegar a una solución.

Tomando un poco del ahogado oxígeno acumulado en su dormitorio, el de ojos azules se decidió por tomar el pestillo de una vez por todas y girarlo hacia abajo, su sistema de seguridad emitiendo un chasquido mecánico, el cual le decía sin palabras que la puerta había sido desbloqueada y no había vuelta atrás.

Se pertrechó de valor y lució su mejor expresión de somnolencia al encontrarse de lleno con el propietario del fatigante empecinamiento, tallando sus ojos con sus blandos nudillos.

"¿Qué mierda quieres, Chase?" Cuestionó de manera exacerbada, fulminándolo con la mirada a través de las hebras castañas que caían sedosas de su cabello, tímidamente dorado y superficialmente rubio "Son las jodidas nueve de la mañana."

TÚ [Tonick] H.H. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora