1. EL ENCUENTRO

38 1 0
                                    

DAKOTA

Estoy subida en el bus desde hace al menos 1 hora. Entre mis manos tengo una bolsa en la que llevo algunos dulces. Hoy es mi primer día de trabajo y quiero caerles bien a todos mis compañeros. No es un trabajo por necesidad sino para tener un extra para pagar mis estudios. Dentro de un año me iré a otra ciudad a estudiar y debo recaudar dinero. El autobús se para y salgo de él, despidiéndome del conductor con una sonrisa. Coloco bien mi ropa ya que se ha arrugado un poco al estar sentada y miro hacia el gran edificio que tengo frente a mí. Primero hay uno más pequeño de dos plantas por el que entran los visitantes y trabajadores pero desde la distancia en la que estoy se puede ver el edificio de detrás. Tienes unas cuatro plantas y sus ventanas son muy pequeñas y llenas de rejas.

Soltando un gran suspiro para prepararme por lo que voy a ver, oír y a hacer acelero mi paso hasta dentro de la cárcel. Los guardias que supervisan la puerta me dedican un hola totalmente seco. Parecen los guardias que se encuentran frente al Buckingham Palace, inmóviles y con su semblante serio. Me adentro y me acerco a recepción donde se encuentra otro hombre sentado tras un cristal. Desde aquí se ven que todas las puertas están cerradas por un sistema controlado desde algún ordenador. Me siento algo observada ya que hay cuatro cámaras en esta sala por eso no me quiero imaginar cuántas habrá allí dentro.

-Usted es Dakota Morrison, ¿verdad? -asiento sonriente- Pase por la puerta de la izquierda y al fondo del pasillo se encuentran sus compañeras de trabajo.

Susurro un gracias, estoy muy nerviosa. Nunca había entrado en una cárcel y hacerlo así de buenas a primeras me genera una intranquilidad enorme. Noto como mi estómago se revuelve y rezo para que no me suene ya que con todo el silencio que hay aquí el más mínimo movimiento se escucharía. Me acerco a la puerta de la izquierda y esta tras un pitido ensordecedor se abre. El pasillo por el que estoy pasando es un poco oscuro y en él solo se escucha el eco de mis zapatos rechinando con cada una de mis pisadas. Al llegar a la puerta del final del pasillo esta vuelve a hacer lo mismo de la anterior. Paso y puedo ver una mesa circular grande y alrededor a unas cuantas personas. Hay tres mujeres de unos cuarenta para arriba y dos hombres también de esa edad. Ser la más pequeña me crea inseguridad ya que seguramente sean muy duros conmigo y se mofen de mí.

-Hola, soy la nueva ayudante. -muestro una sonrisa nerviosa y automáticamente me reparo en la reacción de mis compañeros de trabajo. Para los hombres soy indiferente ya que solo han girado la cabeza para echarme un vistazo y luego volver a su conversación. En cambio las mujeres me han sonreído, solo una de las 3 siento que me ha mostrado una sonrisa sincera- He traído unos dulces. Espero que os gusten.

Dejo la bolsa encima de la mesa.

-Gracias bonita. -la mujer de la sonrisa sincera se levanta y me mira- Yo seré tu guía aquí, soy Magdalena. Y ellas son Emilia y Esther. Los hombres son Pepe y Antonio, son simpáticos pero les cuesta pillar confianza así que no te preocupes. Seguro que encajarás
bien aquí.

-Gracias y encantada, yo soy Dakota -vuelvo a sonreír.

-Bueno vámonos a que te enseñe esto, luego a la hora del descanso venimos y nos comemos esos deliciosos dulces. -asiento y la sigo cuando se acerca a una de las puertas.

Pasamos por un sin fin de pasillos hasta que llegamos al corazón del edificio de las cuatro plantas. Esta última puerta nos llevaba hasta donde se encuentran todos los presos.

-Cariño no te asustes y si te dicen algo tu oídos sordos. -asiento algo temerosa. Hay dos guardas en la puerta y en el momento que cruzo la puerta siento que todas las miradas se dirigen hacia mí- Este es el pasillo de las personas que tienen delitos menores, quizá un asesinato en primer grado, etc. La segunda planta es para las mujeres con esos mismos
antecedentes y en las dos últimas se encuentra de lo peorcito del país. Así que allí no subirás tú.

-Vale. Mejor pasemos rápido por aquí.

Pasamos con paso ligero e intento mantener mi mirada en el suelo para no enfrentarme a la mirada de los que me rodean. Pero mis ojos me traicionan y giro mi vista hacia una de las habitaciones. Un chico está apoyado en la pared con su mirada puesta en mí. Por uno momento el tiempo se detiene bajo la intensidad de sus ojos. Tiene la capucha puesta y lo único que se le ven son los mechones de pelo rubios oscuros cayendo por su frente. Cuando mi mirada se posa en la suya y entablamos ese contacto visual mi respiración se corta a la misma vez que su mandíbula se tensa. Cuando consigo reaccionar vuelvo a agachar mi cabeza y recupero el aliento que por un fragmento de segundo había perdido.

Magdalena me enseña todos los sitios de la cárcel que en estos momentos están vacíos pero dentro de poco se llenaran para dar el desayuno. Vamos hasta una pequeña habitación que está junto a la sala del principio donde me da la ropa de trabajo. Me deja sola para que pueda cambiarme. Dentro de una taquilla medio abierta se encuentra mi uniforme. Es una camiseta blanca junto a unos pantalones del mismo color, y mis zapatillas de deporte. Meto la ropa que me he quitado en la taquilla y me acerco al espejo para hacerme una coleta alta. Una vez que lo hago cierro todo con llave y me la guardo en uno
de mis bolsillos. Voy de vuelta con Magdalena y me lleva hasta una sala recreativa. Está llena de mesas donde hay papel, colores, juegos de mesa... Por más que miro no hay nada
que pueda servir para asesinar a alguien. En el fondo de la sala hay un pequeño escenario con otra mesa y una pizarra detrás. Supongo que aquí también darán charlas o harán algo
más dinámico, o simplemente es el sitio donde se sienta el guarda.

Magdalena se va dejándome allí sola limpiando. Primero le quito el polvo a los objetos para después pasarle
un trapo húmedo. La puerta se abre pero no me giro suponiendo que es Magdalena.

-Pues para ser delincuentes son muy limpios, no hay ni un chicle pegado debajo de las mesas. -me incorporo después de haber estado mirando debajo de las mesas y doy un paso hacia atrás cuando frente a mis ojos se encuentra el chico que había visto en la celda
antes.

-No hay chicles porque no nos dejan comerlos. -su voz es grave y ronca pero suena calmada. Está sereno y sus ojos parecen estar extasiados.

-Mmm, no deberías de estar aquí. -mis ojos bajan hasta sus manos y me calmo un poco al ver que están esposadas. Pero en ese momento mi cabeza piensa en las películas en las
que las cadenas de las esposas servían para estrangular a alguien; de nuevo me pongo tensa.

-Yo sí, la que no tendría que estarlo eres tú. Podemos elegir entre desayunar y venir aquí antes, tienes suerte de que haya sido solo yo hoy. Pero dentro de 15 min, esto estará lleno de presos. -lo dice con una tranquilidad que me da miedo. Con pasos desganados va hasta una de las sillas y se sienta cogiendo un folio y un lápiz.

¿Por qué me habrá traído aquí Magdalena si sabía que podían venir? Empiezo a desconfiar de ella.

-Te recomiendo que te vayas antes de que pasen esos 15 min. -no cuestiono sus palabras ya que creo que lleva razón.

En verdad me ha dicho que tengo quince minutos. Miro mi reloj y calculo unos 12 minutos más para irme un pelín antes vaya a ser que sus cálculos fallen. Sigo limpiando pero esta vez más rápido. Evito ir al sitio donde se encuentra él no sé si escribiendo, pintando o no lo sé. Termino justo antes de que pasen los 12 minutos que han transcurrido en un silencio abrumador y me acerco a la puerta.

-Gracias por haberme avisado. -salgo antes de que pueda pronunciar palabra alguna y voy algo perdida hasta la habitación donde están ellos.




Espero que os haya gustado el primer capítulo, me gustaría que comentarais. Por favor algún error que veáis comentadmelo. Se han descuadrado un poco los textos al pasarlos aquí, lo he intentado arreglar pero no sé si está todo correcto.

¿Queréis que añada multimedia con fotos de los personajes?

Gracias por leerlo, mañana subiré otro ❣❣

ARRIBA TENEIS AL CHICO MISTERIOSO

•[SIEMPRE mientras ESTÉ]• (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora